Por
Jesusa Cervantes
En plena crisis económica y con el “humor” social
exacerbado contra el gobierno federal por el encarecimiento de las
gasolinas, los primeros días de enero pasado el PRI propuso en el
Congreso de la Unión reducir los millonarios recursos que anualmente
reciben los partidos políticos para aligerar esa carga de los
ciudadanos.
Su aliado el PVEM lo secundó 20 días después, al
presentar una iniciativa similar. Pese a la supuesta urgencia de ambos
partidos por disminuir el exorbitante financiamiento, el pasado 21 de
marzo bloquearon la posibilidad de aprobar la reforma electoral a tiempo
para que entrara en vigor en la próxima elección presidencial.
La
comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, que
encabeza el perredista Guadalupe Acosta Naranjo, intentó aprobar el 23
de marzo la reducción de fondos a partidos, pero el PRI y el PVEM le
enviaron sendos oficios en los cuales le exigieron “suspender” la
sesión, revela el legislador a Proceso.
Acosta Naranjo sostiene
que se empecinó en realizar la reunión, pero acabó por “dar más tiempo”
para procesar las distintas “fórmulas” e iniciativas de PRI, PVEM, PRD,
PAN, Morena, MC, PES, independientes y congresos locales, con el
compromiso de avalar la iniciativa en el pleno antes del 30 de abril.
Sin
embargo, la posibilidad de reducir los recursos a los partidos en 2 mil
200 millones de pesos (52% menos) fue una simulación, pues el periodo
ordinario de sesiones ya concluyó y el Senado, que debe ratificarla,
terminó su periodo el 28 de abril, con lo que la propuesta se fue a la
congeladora.
Si los legisladores quisieran aligerar la carga
financiera a los ciudadanos, el Senado podría convocar a un periodo
extraordinario y votar la iniciativa, que aún tendría que ser aprobada
por al menos 17 congresos locales, ya que se trata de una reforma
constitucional.
Todo ello tendría que ocurrir en los próximos 30
días, a fin de que se aplique en la elección presidencial de 2018. De lo
contrario, el gasto autorizado de los partidos se incrementará a poco
más de 5 mil millones de pesos.
Cuando se le pregunta si todavía
hay tiempo para aprobar la medida, Acosta Naranjo responde: “¡Uy, sí!
Habiendo voluntad, esto es más rápido que una bala”.
Simulación priista y verde
El
18 de enero Enrique Ochoa Reza, presidente nacional del PRI, dijo que
apoyaba toda reforma electoral que tuviera como fin un ahorro en el
gasto público:
“El PRI respalda la propuesta de reducción de
legisladores plurinominales con la misma determinación con que ha
respaldado las medidas implementadas en unidad por el gobierno de la
República y los sectores productivos del país.”
En sintonía, el
entonces presidente de la Mesa Directiva del Senado Pablo Escudero, del
PVEM, se pronunció por reducir el financiamiento público a los partidos.
Cuando
Escudero hizo la propuesta, senadores y diputados se encontraban en
receso; en su lugar sesionaba la Comisión Permanente, que es una
instancia de deliberación y propuestas integrada por 18 senadores y 19
diputados.
Una semana después, el 25 de enero, los diputados
Adriana del Pilar Ortiz Lanz, Miguel Ángel Sulub Caamal y María del
Rocío Rebollo Mendoza, así como los senadores Raúl Aarón Pozos Lanza y
Óscar Román Rosas González, todos priistas, propusieron reformar el
artículo 41 de la Constitución para reducir el financiamiento público a
los partidos.
En su iniciativa argumentaron que en los últimos 20
años se ha duplicado ese rubro presupuestal debido al padrón electoral
“y se debe reconocer que ha impactado directamente la economía del
Estado mexicano y, por ende, en la de sus ciudadanos, quienes, a través
de sus impuestos, fondean no sólo a los partidos, sino también a todo el
sistema electoral”.
Después de la reforma electoral de 1996, en
el sexenio de Ernesto Zedillo, los partidos tuvieron por vez primera
financiamiento público regulado para los comicios federales intermedios
de 1997. En esa ocasión el monto ascendió a 2 mil 111 millones 500 mil
pesos. Y para la elección presidencial de 2012 llegó a 5 mil 142
millones 500 mil.
En 2014 se modificó la fórmula de financiamiento
público, con lo que el presupuesto de los partidos para la elección
intermedia de 2015 fue similar al de la presidencial: 5 mil 199 millones
700 mil pesos.
El PRI establece en su iniciativa que el gasto de
los partidos para este 2017, de 4 mil 59 millones de pesos, “equivale al
costo de 12 mil automóviles compactos o a pagar casi 700 mil salarios
mínimos de trabajadores durante un mes o a todo el presupuesto federal
asignado para combatir adicciones”.
Actualmente, la fórmula para
fijar el monto que se reparten los partidos se obtiene multiplicando el
total del padrón electoral por 65% del salario mínimo general.
La
propuesta del PRI sugiere sustituir el factor de 65% por 32% y mantiene
como base el padrón electoral, en tanto que la del PVEM propone un
factor de 32.5%.
El 23 de marzo la Comisión de Puntos
Constitucionales de la Cámara de Diputados pretendió aprobar otra
fórmula, que disminuiría 52% los poco más de 4 mil millones de pesos que
se otorgarán este año a los partidos, con el fin de avalarlo de
inmediato en el pleno de San Lázaro. Pero la dupla PRI-PVEM lo frenó.
“Yo
recibí dos oficios, uno del Verde y otro del PRI, para suspender la
sesión del 23 de marzo, para que no se llevara a cabo bajo ese orden del
día, con el argumento de que no se había reunido previamente a la Mesa
Directiva de la comisión”, señala Acosta Naranjo. Esto generó un debate:
“Les
argumenté que es una facultad del presidente convocar y que no todo
depende de la Mesa Directiva. Hubo pues una controversia fuerte sobre si
se hacía o no la reunión. Pero yo no admití desconvocar ni acepté bajar
ningún punto del orden del día”, dice el perredista.
La
confrontación ocurrió después de que, para sorpresa de los diputados
verdes y del PRI, Acosta Naranjo difundió un boletín de prensa donde
anunciaba la sesión para avalar la reducción del financiamiento público a
partidos. Enfatizó que, con diferentes fórmulas, todos éstos coincidían
en la disminución de los fondos.
Someter la convocatoria a la
Mesa Directiva implicaba la posibilidad de que se desecharan algunos
dictámenes, ya que esa instancia de la cámara cuenta con 11 integrantes,
y a pesar de que PRI, PVEM y Panal sólo suman cinco votos contra los
seis de PAN, PRD y MC, prevalece el “voto ponderado”, es decir que cada
partido vale según el número de sus legisladores. El PRI y sus aliados
suman 260 votos y pueden cerrarle el paso a cualquier dictamen o
reunión.
“Les dije que al quedar atrapados en la Mesa Directiva
podríamos lastimar derechos de gente que tiene el derecho de iniciativa y
cuyas propuestas nunca serían dictaminadas. Bastaría con el voto
ponderado para no tener ya ningún dictamen. Les aclaré que mi obligación
como presidente de comisión es salvaguardar esos derechos que otorga la
Constitución”, comenta Acosta Naranjo.
El atorón
Las
16 iniciativas del PRI PVEM, PES, Morena, PRD, MC, independientes y
congresos locales de Jalisco y Sonora coinciden en reducir el
financiamiento público; lo que varía es el factor, que va de 65% a 32 y
32.5%, y la base, que puede ser el padrón electoral, la votación válida o
los votos nulos.
El dictamen que pretendía someter al pleno
Acosta Naranjo combina la propuesta del diputado local independiente de
Jalisco Pedro Kumamoto Aguilar –y que asumió el Congreso de ese estado–
con las del perredista Agustín Basave, el legislador independiente
Manuel Clouthier, el panista Marko Cortés y el perredista Omar Ortega
Álvarez.
Así, el dictamen contempla mantener como factor 65% del
salario mínimo general, multiplicarlo por la votación nacional emitida
en la elección federal anterior, y restarle los votos nulos y votos por
candidatos no registrados.
Lo anterior da un resultado de mil 860
millones 248 mil 759 pesos para los nueve partidos registrados ante el
Instituto Nacional Electoral (INE): PRI, PVEM, Panal, PES, PAN, PRD,
Morena, MC y PT.
El 50% de ese monto se repartiría de manera
igualitaria: 930 millones 124 mil 379 pesos para cada partido; la otra
mitad, según el número de votos obtenido en la elección de referencia.
Con
la fórmula vigente, la bolsa para 2017 es de 4 mil 59 millones 213 mil
905 pesos, 30% de los cuales se reparte en forma igualitaria y 70% de
acuerdo al número de votos.
Acosta Naranjo sostiene en el
dictamen: “Resulta evidente que existe un descontento social y una gran
preocupación por la necesidad de que se incentive la participación
ciudadana y se reduzca el financiamiento de los partidos cuando no son
capaces de convencer a los votantes de que se involucren en la vida
política de su país… de ahí una reingeniería”.
Aunque los partidos
estaban de acuerdo en todo eso, el dictamen fue bloqueado por el PRI y
el PVEM. Para salir del conflicto, Acosta Naranjo propuso una mesa de
trabajo que incluya a la Junta de Coordinación Política de la cámara.
“Tenemos
un periodo muy breve (para aprobar el dictamen) y no hay mesa. En estas
reformas siempre ha habido mesa de dirigentes de partidos, de los
actores de poder del país discutiendo las iniciativas que luego se traen
y procesan aquí. En este momento no hay ninguna mesa, el tiempo sigue
corriendo y el plazo para aprobarla y que se aplique en el procesos
electoral de 2018 vence el 31 de mayo”, sostiene el perredista.
Acosta
Naranjo concluye: “Ya forcé (al PRI y el PVEM) a realizar la reunión
que no querían (y donde todos los partidos, excepto Morena, aceptaron no
votar dictamen alguno); ahora estamos en sesión permanente y con el
compromiso de votar el dictamen en el periodo ordinario”.
Pero esto último no sucedió; ni siquiera llegó al pleno de la Cámara de Diputados.
Este texto se publicó en la edición 2113 de la revista Proceso del 30 de abril de 2017.
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