Cultura, solidaridad entre las mujeres y la atención psicosocial ayudan a superar los daños emocionales causados por la violencia sexual |
“La
violencia no nos ha dañado el comadreo”, afirma Bibiana Peñaranda
Sepúlveda, lideresa de la Red Mariposas de Alas Nuevas Construyendo
futuro de Buenaventura.
Bibiana pertenece a esta red de mujeres
afrocolombianas que esperan mejorar las relaciones comunales a través
del comadreo, un saber étnico y cultural fundamental, una estrategia
“femenina” y no violenta de acompañamiento en el dolor.
Acompañamiento
que ofrecen en barrios y comunas del puerto colombiano de Buenaventura
donde viven y que pretende reconstruir tejidos sociales rotos. “En las
reuniones, la mujer habla de lo que quiere hablar, si quiere llorar,
gritar y pedir ayuda… es un momento en que la dejamos ser. Hacemos que
sienta la fuerza del grupo, del comadreo”, explica Bibiana.
El
objetivo es darle palabras de aliento. Le ofrecen a la mujer la
posibilidad de hablar con una amiga, de acompañarla a la Fiscalía, para
que se sienta más segura al exigir sus derechos, ella decide cómo
continuar.
Hay mucho dolor en estos espacios. “Uno de los
elementos que se expresa cuando las mujeres no han sido tratadas, por
psicólogos ni psiquiatras, es que en el momento que se trata algún tema
que les recuerde su victimización empieza el llanto”, añade.
Las
mujeres se acompañan sabiendo que todas han experimentado alguna forma
de violencia y crean un ambiente de complicidad que ayuda a disipar esos
dolores. Elaborando el duelo, comenta Bibiana, disminuye la afectación
mental. Por eso realizan una atención en crisis, antes de empezar el
trabajo de “sanación mental”, pues aunque las mujeres no usan
expresiones como salud mental o trastorno mental, saben que existen.
“Lo sabemos y lo tratamos –asegura Bibiana- La mujer se ha enfermado
cuando el hijo es desaparecido y le dijeron: ¡Ya no lo busque más! Esos
hechos no son más ni menos graves que la violencia sexual, el
desplazamientoi, el asesinato de los hijos, del marido, las mujeres intentan trabajarlo a través del comadreo”.
En
los encuentros y círculos de saberes se detectan mujeres con mucha
tristeza. Pero también encuentran antídotos como el humor, esa capacidad
de reírse incluso de los problemas, para superarla.
“El
humor es un elemento importante que te ayuda a mirar que el dolor no es
lo absoluto; otro es el juego, el comadreo facilita eso, es encontrarse
con otro ser humano. El comadreo es una herencia ancestral, el primer
bautismo inicial, que lo hacen el compadre y la comadre. El comadreo en
las casas, ayuda al encuentro comunitario, a crear un ambiente diferente
al violento, distensiona la mente, relaja a las mujeres y crea un
espacio fraterno”, dice Bibiana.
Otro recurso es el canto. Danelly Estupiñán defensora de derechos humanos del Proceso de las Comunidades Negras (PCN)ii
de Buenaventura observó cómo las canciones se incorporaron al proceso
del duelo. “Generalmente las personas que han sido víctimas de hechos
violentos, componen canciones de sus situaciones, cantan sus penas y
hacen versos. Uno lo entiende como una terapia y como parte de ese
duelo. Las composiciones narran el sufrimiento pero son esperanzadoras;
todo está en el marco del legado cultural pues somos seres rítmicos en
la vida y en la muerte”.
Briseida Lópeziii,
una mujer afro de 69 años ha participado en reuniones convocadas por la
Red Mariposas de Alas Nuevas Construyendo Futuro y otros grupos de
mujeres.
Se unió a estas organizaciones de mujeres cuando su hija
fue diagnosticada con VIH. Después el asesinato de un nieto, de 17
años, y la desaparición de otro, hace cinco años, la acercaron más a
estas iniciativas.
“Me tocó ir cambiando de un lugar a otro
porque supe quiénes mataron a mi primer nieto –recuerda con voz firme
Briseida- yo supe quiénes desaparecieron al otro, supe quien se lo llevó
y a dónde. ¿Para qué lo dice uno? En el momento que uno abra la boca,
peligra la vida de uno; además, los sueltan al otro día. Es mejor dejar
las cosas así”.
Briseida decidió asistir a los talleres y es una
de esas comadres que apoyan a quienes les han asesinado a sus familiares
y a personas con enfermedades como VIH y tuberculosis.
Ella vive
en la Comuna 12 de Buenaventura. Pertenecer a estos grupos le permite
estar equilibrada, conversar con otras mujeres. “¿Cómo manejas los
duelos? Superado o no superado, hay momentos en que se le viene a la
mente y uno pregunta: ¿Por qué? Pero poco a poco lo manejas porque hay
personas que lo necesitan a uno”, afirma.
Ella ha acompañado
también a mujeres que han sido maltratadas y abusadas sexualmente en
este puerto del Pacífico colombiano. Por eso conoce la revictimización
de la que son objeto.
“En un mes una mujer ha recorrido más de 20
personas preguntándole qué le pasó, si iba desnuda ¿Pero y usted por
qué andaba a esa hora, por qué andaba en shoresiv
en la calle, no tenía otra ropa? -asegura Briseida- la moral se la
tiran al piso, en lugar de darle moral y no vuelve. Como no volvieron
dicen que no pasa nada pero está pasando (…)”.
Jackeline
Micolta Victoria, lideresa afro de Buenaventura ha acompañado a mujeres
víctimas de la violencia sexual y múltiples violencias en su ciudad.
“Desde mi trabajo en organizaciones de mujeres y como coordinadora del
colectivo juvenil de violencia de género y derechos sexuales, he podido
estar cerca de víctimas y he evidenciado que lo más difícil es
perdonar”, asegura.
También ha observado que algunas de ellas se
sienten inferiores, que no pudieron hacer nada y sentirse impotentes les
genera barreras mentales para enfrentar su vida.
“Conocí una
joven de 13 años de edad embarazada de su victimario –dice Jackeline- y
pude ver esa mirada triste. Le pregunté qué nombre le iba a poner, me
decía que se llamaría Gabriel porque le parecía bonito ese nombre. Verla
en esas condiciones era muy triste”.
Salomev
es santandereana y llegó a Buenaventura hace 21 años. Hace 15 años,
cuando trabajaba en un establecimiento de la ciudad de su hermana, fue
retenida y violada. Salome es una de las muchas supervivientes de la
violencia sexual que es usada como arma de guerra en Buenaventura y en
varios departamentos de Colombiavi.
También
ha sido revictimizada por personas cercanas quienes le dijeron: “Ojalá
la hubieran violado todos” y por el sistema de saludvii.
Cuando habla Salome parece tranquila pero ella se apresura a aclarar:
“Por fuera entera, por dentro con depresión. Sufro mucho de depresión y
al año que volví, porque pusieron escoltas en el negocio de mi hermana
donde trabajaba, todos se me parecían, todos. Yo declaré hace un año y
lo único que quiero es que cojan escarmiento”.
Le asignaron un
psicólogo y recibió ayuda de Médicos Sin Fronteras, pero ese
acompañamiento terminó. Salome, quien tiene depresión crónica, solicitó
una cita con el psiquiatra en el hospital; esperó tres meses, la atendió
en 10 minutos. Le asignaron otra cita por la cual debió esperar dos
meses más.
“Uno no puede esperar dos meses. A veces estoy mal, me
duele la cabeza, estoy estresada desde eso; ni mi hija ni yo tenemos
trabajo, hay unos días duros”, afirma Salomé.
Danelly Estupiñán, amenazada de muerte hace apenas dos semanasviii,
sabe que el caso de Salomé no es el único. En los acompañamientos que
ha realizado, como defensora de derechos humanos del Proceso de
Comunidades Negras, ha observado que en los últimos 10 años las
afectaciones emocionales se han convertido en un problema de salud
pública en Buenaventura y sugiere la apertura de una clínica
especializada.
“No hay interés ni de visibilizar ni de atender,
por parte del gobierno local ni nacional, esto ha generado un incremento
en el número de personas que están enfermas mentalmente y eso se
evidencia en la calle, en la gente. Es difícil ocultarlo, en mujeres
jóvenes de 30, 17, 25 años.
“Otros trastornos que a veces no son
tan evidentes son el insomnio y las afectaciones del sistema nervioso
relacionadas con los escenarios de intensas violencias en barrios y
comunas”, opina Danelly.
Resistencia y resiliencia
A
pesar de este panorama, ella también destaca la fortaleza de su gente
ante los hechos violentos. Prefiere el uso del término resistente en
lugar de superviviente y/o víctima.
“La palabra víctima la
acuñamos desde un sentido político (…) entendemos que son personas que
sufrieron de manera intensa situaciones violentas, en el marco de un
contexto de guerra. La norma colombiana ha usado este concepto y a
través de éste da ciertas respuestas institucionales a la problemática
de la guerra.
“Lo usamos en nuestro discurso pero nosotros
nos asumimos mas como un pueblo en resistencia –precisa Danelly- para
nosotros el resistir no es aguantar, sino la forma de construir un nuevo
país, un país que nos respete, nos incluya, nos valore(…) desde nuestro
punto de vista la resistencia no es mas que la verdadera construcción
de paz”.
Para esta defensora de derechos humanos del
Proceso de Comunidades Negras, el bienestar colectivo es fundamental y,
por eso, no se puede vivir bien en un ambiente de violencia.
No poder salir a la calle porque cobran vacunas, tener fronteras invisibles, y megaproyectosix como la explotación de carbón a cielo abierto, la estación portuaria son proyectos que en su opinión avasallan a la población.
La
resistencia, la resiliencia y los elementos culturales, en general,
juegan un papel muy importante en el pacífico colombiano:
“Como
cultura afro somos ricos. Podemos ver que las canciones, la poesía,
todo está relacionado con el marco del conflicto: sacan danzas donde
narran la violencia, las historias y se visibiliza cómo salir de ella.
Las expresiones culturales están narrando el conflicto, el abuso sexual
contra las mujeres. Muchas organizaciones han incorporado lo cultural
como estrategia de recuperación terapéutica”, añade Jackeline Micolta.
Otra
forma de expresarse, que han elegido las mujeres, son los murales.
Sirven para visibilizar cualquier problemática, es comunicación masiva y
contribuye a la prevención. En los murales se presentan los
estereotipos que deben eliminarse y ayudan a explicar que la violencia
contra la mujer no es un asunto privado sino público.
Los murales
fueron pintados para expresar que a las mujeres no les gusta que las
maltraten, que merecen vivir una vida libre de violencias y esto es
representado de múltiples maneras, un faro, una mariposa volando.
Las
mujeres de Buenaventura han participado en la elaboración de murales,
en mesas de trabajo y han establecido alianzas para aumentar el impacto
de sus acciones a favor de los derechos humanos.
Respuestas institucionales
¿Qué
han hecho las instituciones del Gobierno para responder ante esta
problemática? Ofrecer atención e intervenir en los casos de las mujeres
violentadas sexualmente requiere sumar esfuerzos. De acuerdo con Luz
Nefalia Alegría, de la secretaria de Convivencia, Mujer y Género, del
distrito de Buenaventura:
“No es un trabajo que podamos hacer
solos. En Buenaventura se trabaja en una mesa intersectorial donde están
instituciones que hacen parte de la ruta de salud género, de violencia,
y salud mental. Las organizaciones de mujeres son las primeras en
atender porque están en la comunidad y porque hay un lenguaje desde lo
afectivo, desde la cercanía”.
Además participan algunas entidades
de cooperación internacional, Secretarías tales como las de salud,
educación, de convivencia, mujer y género; además Medicina Legal, el
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, que suman conocimientos para
intentar responder a las necesidades de las mujeres del puerto.
Según
esta funcionaria local: “Estamos en el mejor momento de trabajo en
equipo. Otra ganancia es el comité interinstitucional que exige
transversalidad, en todas las secretarías, para cambiar esquemas de
género y hablamos de mujeres, hombres, los colectivos Lgtbi y sobre los
roles”.
Si bien Luz Nefalia destaca los avances en esta materia,
Bibiana Peñaranda considera que la salud mental no es un problema que
se tenga en cuenta dentro de las afectaciones que tienen las mujeres que
sufren violencia y que para las empresas prestadoras de salud (EPS) no
es un asunto prioritario.
En esta área se desempeña Margarita
María Cañaveral, coordinadora de salud mental del Distrito Especial de
Buenaventura, quien afirma que se ha logrado el posicionamiento del
componente de salud mental, como un derecho fundamental, y que la salud
mental y violencia, por asunto de género, es importante en las agendas
locales.
Peñaranda aclara que en la Mesa intersectorial el tema
de la salud mental se introdujo este año, 2015, como elemento para
tratar porque la salud mental es importante. “Es necesario para crear
rutas y exigir derechos –explica Peñaranda- eso en términos
institucionales, pero no hay una caracterización precisa ni plan de
acción tan claro”.
Por su parte, Margarita María explica que:
“Estamos preparando un plan para la recuperación emocional de las
mujeres víctimas de la violencia sexual que han sido atendidas en la
mesa de violencia por asuntos de género”.
Margarita es consciente
de que aunque el Programa de Atención Psicosocial y Salud Integral a
Víctimas (Papsivi) atiende diferentes problemas de la población víctima
del conflicto armado, por las características de la violencia sexual y
las condiciones de los tiempos de la intervención que estos equipos
hacen por familia, es difícil que estos casos sean diagnosticados.
“Además el tratamiento psicológico no alcanza a ser abordado por estos
equipos –explica Margarita- ya que la recuperación de las víctimas no
puede estar sujeta a un número de horas ni de sesiones determinado”.
“El
Papsivi al identificar a una victima de este tipo le ofrece la atención
inicial, pero según las condiciones de la situación traumática debe
hacer la remisión a la EPS de la victima para que la EPS cumpla con las
obligaciones que establece el Plan obligatorio de salud (POS) y lo
definido en el Acuerdo 029 de la Comisión Reguladora en Salud donde se
define el tipo y número de sesiones que la víctima requiere”.
La psicóloga Natalia Sánchez de Casa de la Mujer afirmó en entrevistax:
“En nuestra experiencia, el Papsivi en Buenaventura en el año 2014 no
operó. Entonces uno dice: ¿Buenaventura uno de los sitios más
críticos en violencia sexual y que no opere el Papsivi? Que la Unidad
de Víctimas estuviera en Cali y sea esto difícil para la gente son
aspectos cuestionables”.
Este año, Julián Calero, psicólogo de
la Unidad de Víctimas atiende en Cali y Buenaventura. En Buenaventura ha
atendido casos como los de Salomé y Briseida, entre otros.
Ha
visto en muchas mujeres el sentimiento de desesperanza por la impunidad
ante la violación de sus derechos humanos y la dificultad para narrar
aquello que les pasó.
“Desde la Unidad de Victimas se realizan atenciones únicas para generar remisiones al Papsivixi;
sin embargo, dada la alta demanda de atención, por el impacto que el
conflicto genera en esta región del país, se articula el trabajo con
instituciones no gubernamentales como El Comité internacional de La Cruz
Roja (CICR), Médicos Sin Fronteras (MSF), Heartland Alliance, a través
del Proyecto Acople, que cuentan con profesionales especializados”.
Estas
organizaciones pueden extender el número de sesiones mientras que las
sesiones del Papsivi son cinco. La posibilidad de ser derivados al
acompañamiento por parte de organizaciones no gubernamentales ocurre
cuando las personas así lo desean, dice Julián Calero, pues la noción de
salud mental no es familiar para quienes provienen de las veredas y los
corregimientos de Buenaventura.
“Muchas personas se niegan a
tener el acompañamiento por considerar no estar enfermas. Por ello no se
maneja el tema directamente en el espacio de la Estrategia de
Recuperación Emocional. Se explica que es un acompañamiento a causa del
impacto emocional que genera la guerra en sus vidas y cuyo objetivo es
aportar herramientas para disminuir el dolor y el sufrimiento”, explica
Calero.
Una de esas organizaciones independientes que trabajan en
Buenaventura es Médicos Sin Fronteras (MSF). Daniel Macía, psicólogo
cartagenero, miembro del equipo de Salud mental, señala que en sus
interacciones con los consultantes utilizan el término sobreviviente
pues desculpabiliza, desvictimiza y genera empoderamiento de su
situación.
“En este proyecto estamos centrados en salud mental,
en la parte emocional y cognitiva de las personas y en cómo se ve
afectada por eventos violentos. Vemos la salud como un concepto único
que incluye parte física y mental”, comenta Macía.
El
acompañamiento que ofrece Médicos Sin Fronteras a mujeres que fueron
violentadas sexualmente y torturadas no tiene un tiempo determinado.
“Esto depende de la rapidez con que mejoran –agrega Macía- con la que
recuperan su funcionalidad. Intentamos hacer intervenciones muy
puntuales enfocadas en las situaciones de violencia”.
El proceso de recuperación está ligado también a los recursos de afrontamientoxii,
que es la capacidad de respuesta de la personas a los hechos violentos,
y de la disposición que tengan. “Hace unos meses -dice Macía- iniciamos
un Centro de Atención Psicológica telefónica, gratuita y confidencial,
siete días a la semana llamando al #335. Tenemos también varios equipos
en la Isla, en las comunas y el casco urbano, se trabaja con base en una
programación”.
El servicio que ofrece MSF procura no ser
unidireccional. Se nutre de las formas locales de concebir la vida, y la
salud, e incluye en su equipo a trabajadores de la región quienes
conocen la situación de Buenaventura.
Al preguntarle a Daniel
Macía por la diferencia entre esta atención y la del Papsivi señala: “No
hay camisa de fuerza, en cuanto al número de sesiones para afrontar la
situación e intentamos llegar a personas que difícilmente tienen acceso a
la atención”.
Promoción y prevención
Ante la
gravedad y la sistemática violación de los derechos humanos en
Buenaventura, y las afectaciones que producen, todo esfuerzo parece
insuficiente; otro obstáculo es el acceso a la atención.
Por
ello, Médicos Sin Fronteras tiene un componente en psicoeducación, a
través de las consultas, en las cuales explican a los consultantes sobre
lo que viven y hablan sobre salud mental.
Además cuentan con
espacios de formación para identificar signos y síntomas que hablen de
un posible caso y poder brindar primeros auxilios psicológicos.
“Ofrecemos talleres a docentes porque esos primeros momentos de crisis
son fundamentales. Los talleres varían dependiendo del grupo y de la
disponibilidad. Se hacen cada 15 días, o cada tres semanas, y consisten
en cuatro sesiones de tres horas por sesión”, afirma Daniel Macía.
Por
su parte el psicólogo de la Unidad de Víctimas, Julián Calero, explica
que realizan acciones, dentro y fuera del territorio, y campañas para
prevenir la violencia de género y el maltrato infantil.
La
Unidad de Víctimas participa en espacios interinstitucionales como la
mesa intersectorial y la mesa de salud mental. “Sin embargo -aclara
Julián- las acciones que ahí se plantean son para toda la población, y
el rango de acción de la Unidad de Víctimas se limita a personas
víctimas o en riesgo de sufrir hechos victimizantes”.
Las acciones dirigidas a diferentes sectores de la población agrega
Margarita María, coordinadora de salud mental de Buenaventura, están
definidas en el plan de intervenciones colectivas que contempla:
violencia escolar, violencia intrafamiliar, violencia social y política y
violencia sexual, esta última se trabaja de la mano con la mesa de
violencia por asuntos de género, la secretaría de educación y con salud
sexual y reproductiva.
Estás acciones son importantesxiii.
No obstante, en opinión de Bibiana Peñaranda es incipiente lo que se
hace en salud mental porque depende del sistema de seguridad social. “Se
está empezando a visibilizar el asunto (…) Creo que se necesitan
instituciones sensibles –asegura- frente al tema de salud mental y que
puedan hacer la relación entre el contexto familiar, social y no como
problema personal sino social”.
Bibiana, reconocida lideresa de
la ciudad, comenta que en la mesa contra la violencia y la salud mental
se sensibiliza para darle nombre y ponerle rostro a la afectación
mental.
Allí trabajan para que se conozcan las leyes, los
derechos, para crear atención, protección y prevención y trabajar con
esos tres elementos. La mesa se reúne una vez al mes.
Retos en salud mental
Según
Médicos Sin Fronteras, que hace parte de esas mesa, algunos retos son
el acceso a los servicios de salud mental, contar con profesionales
preparados para atender a la población, asegurarle acompañamiento y
control del tratamiento a personas con necesidades psiquiátricas.
En
ese mismo sentido se expresa Julián Calero para quien uno de los retos
tiene que ver con el sistema de salud: “Es precaria la atención, además
que el negocio de la salud en Colombia pasa por encima de cualquier
principio como el de la humanidad y de cualquier derecho como el de la
vida”.
Uno de los principales aspectos para avanzar en salud
mental está el servicio que prestan las empresas prestadoras de salud.
“En el distrito una de las principales dificultades es la implementación
de los planes de atención que deben tener las EPS según los establece
el POS, pues son ellos los responsables de la recuperación física y
emocional de las víctimas. Se requiere que cada EPS implemente un plan
de atención que acoja el acuerdo 029 y lo establecido en la Ley 1616, o
Ley de salud mental, disponiendo de una adecuada red para la prestación
de los servicios tanto en la mediana como la baja complejidad”, reitera
Margarita María Cañaveral.
Además, insiste Cañaveral, es
necesario fortalecer la labor interinstitucional, con lo que se ha
logrado articular la mesa de violencia de género y la mesa de salud
mental para seguir trabajando por los derechos de esta población.
Tratamientos
cortos y carencia de un enfoque diferencial son otras falencias a
superar. “Estamos a años luz del enfoque diferencial. Falta que los
funcionarios y funcionarias del Estado se sensibilicen, que dejen de
revictimizar a las mujeres, que conozcan qué es una violencia de género y
étnico y dejar de suponer que ella se lo buscó (…) mientras estemos en
la legitimación de la violencia los enfoques diferenciales no se darán
porque les diremos que es por culpa de ellas (…) la estructura debe
cambiar y ponerse al servicio de las personas”, señala Bibiana
Peñaranda.
Bibiana y Danelly, ambas mujeres afro y activistas,
consideran que se debe analizar, al hablar de salud mental y violencia,
un enfoque de desarrollo que no responde a lo que las comunidades
quieren.
“No hay bienestar integral porque amenazan otras
formas de vida. Nosotros comprendemos que para nuestra subsistencia
necesitamos de esas otras formas de vida. El carbón contamina el
aire, los lixiviados afectan los peces, si no se pesca esto afecta la
práctica tradicional (…) –afirma Danelly- nosotros somos erradicados al
ser contaminado ese pez. Para nosotros estar bien, que es bienestar, es
estar bien en todos los sentidos: la parte física, emocional, mental, en
lo organizativo, el medio ambiente, en los lazos de afinidad y
familiaridad”.
Danelly cree que es importante dar explicaciones
acerca de la violencia como estrategia para imponer un modelo económico
que favorece a las empresas privadas.
Bibiana expresa esa misma
preocupación por el territorio. “Las mujeres tenemos una forma de mirar
el territorio pero no nos permiten vivir como queremos vivir. Hay que
seguir cuestionando el sistema patriarcal”.
Mientras persisten la
violencia sexual contra las mujeres, las múltiples violencias en
Buenaventura y los retos a superar para responder satisfactoriamente a
las afectaciones emocionales y físicas que deja el conflicto armado, las
mujeres afro siguen trabajando.
Mercedes Segura, exdirectora de
la Fundación para el Desarrollo de la Mujer (Fundemujer), quien ahora
hace parte de la secretaria de Convivencia, Mujer y Género, considera
que la resiliencia de las mujeres del pacífico colombiano es clave para
seguir adelante.
“Las mujeres surgen de las cenizas con más ganas
de seguir aportando a través del comadreo para brindar apoyo. No nos
amilanamos –dice Segura- hemos creado redes de solidaridad que nos
permiten salvaguardar la vida, que es amenazada por defender los
derechos humanos. Las mujeres no se echan para atrás”.
Ellas se
reúnen en círculos de saberes, encuentros comunitarios donde vuelven a
las historias, leyendas, a los cantos, a las poesías, toman vichexiv,
y organizan lunadas de solidaridad en los barrios en fechas especiales
como el día de la madre, del padre y de la no violencia contra las
mujeres, entre otros.
Su forma de ver el mundo, su cultura
pacífica de resolución de conflictos es una manera de resistir la
violencia que los ha permeado. “Estamos convencidas de que el comadreo nos puede ayudar a desestructurar esa violencia”, asegura Bibiana Peñaranda.
La representación de Buenaventura en los medios de comunicación
Organizaciones sociales y gubernamentales recomiendan:
- Visibilizar el abuso sexual sin revictimizar a la mujer
- Utilizar fuentes confiables
- No apelar al morbo, a la cantidad de muertos, a describir cómo asesinan, etc.
- Evitar fotos morbosas
- Mencionar las causas y el contexto
- Hacerle seguimiento a las noticias
- Despojarse del lenguaje sexista
- Escribir en clave de mujer el sentir de las mujeres
- Menos amarillismo
- Menos clasismo
- Mostrar las fortalezas de las personas
- Mostrar los esfuerzos comunitarios
- Utilizar la comunicación afectiva y asertiva con las supervivientes
- No presentar los hechos de una manera fría
- Ofrecer análisis e informes sobre la estructura de la violencia
- Presentar la guerra detrás de los megaproyectos
Notas:
i Buenaventura entre el desplazamiento interno y la muerte. http://www.rebelion.org/noticias/2014/2/181274.pdf
ii ¿Qué es el Proceso de Comunidades Negras? http://www.prensarural.org/recorre/pcn.htm
iii Nombre cambiado a petición de la persona.
iv Es un colombianismo que se usa coloquialmente y reemplaza al anglicismo shorts
v Nombre cambiado a petición de la persona.
vi La violencia sexual en Colombia, un arma de guerra. https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/bp-sexual-violence-colombia-sp.pdf
vii
“Hay un sistema de creencias y de prácticas alrededor de la violencia
sexual donde se termina revictimizando a la víctima”, Natalie Sánchez
http://linkis.com/radiomacondo.fm/Hay_un_sistema_de_cr.html
viii Denuncian amenazas contra dos líderes sociales en Buenaventura http://www.elpais.com.co/elpais/judicial/noticias/denuncian-amenazas-contra-dos-lideres-sociales-buenaventura
ix Buenaventura: Genocidio invisible ante nuestros ojos.
http://www.es.lapluma.net/index.php?option=com_content&view=article&id=6068:colombia-buenaventura-genocidio-invisible-ante-nuestros-ojos&catid=116:debates&Itemid=490
x
“Hay un sistema de creencias y de prácticas alrededor de la violencia
sexual donde se termina revictimizando a la víctima”, Natalie Sánchez http://linkis.com/ye9XI
xi Programa de Atención Psicosocial y salud integral a víctimas (Papsivi) https://www.minsalud.gov.co/proteccionsocial/Paginas/Victimas_PAPSIVI.aspx
xii
Son recursos y esfuerzos, cognitivos y de comportamiento, orientados
a resolver el problema, reducir o eliminar la respuesta emocional o a
modificar la evaluación inicial de la situación.
xiii
Entre las acciones que adelantan están difusión de la Ley 1257,
violencia contra la mujer, la Ley 1620, convivencia escolar, y derechos
humanos, con una mirada integral e integradora, que incluye otras
afectaciones relacionadas con la violencia como es el consumo de
psicoactivos.
xiv El Viche http://llegoelviche.blogspot.com.co Lea también: http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/w3-article-316577.html
Fernanda Sánchez Jaramillo, periodista, maestra en relaciones internacionales y trabajadora comunitaria
@vozdisidente
- Cuarta publicación de la beca periodismo y salud mental del Centro Carter. En este texto violencia sexual y salud mental en Buenaventura (Colombia).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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