6/30/2017

Las trampas del presidencialismo


Black Magazine

El presidencialismo es una manera de acercarse al sistema político mexicano en dónde la figura del presidente es central, y sobresale sobre otras instituciones que se subordinan a él. El ejecutivo se vuelve el poder más fuerte, frente al legislativo y judicial. El presidente como mediador supremo, con la legitimidad del voto directo y con el poder de dar solución a los problemas sociales, se convirtió en parte central de la dominación posrevolucionaria, y perdura hasta hoy.
El presidencialismo no se reducía a la centralidad de un líder carismático, era una institución, la del presidente, que se presentaba como la parte más visible de pactos y alianzas entre clases y grupos sociales. Pactos que quedaron sellados en instituciones, derechos, plasmados la Constitución de 1917. Así mismo, la acción de justicia social y de trasformación radical, con mayor fuerza en el cardenismo, ligo al pueblo con la figura presidencial. El “Tata Cárdenas” ejemplifica este reconocimiento, que desborda el carisma, y que habla de alianzas clasistas y de grupo.
La fuerza del presidencialismo, sin embargo, no era total, partía de procesos de consulta y negociación con distintos sectores y con la misma clase política. ¿Qué de esto queda en nuestros días?
En la actualidad la figura del presidente está por los suelos, Peña Nieto tiene la más baja aprobación como presidente de toda la historia. Culminación de un proceso de pérdida de legitimidad de la figura presidencial paulatina pero constante. El pacto entre clases y grupos, ha sido transformado en el neoliberalismo, rompiéndose el pacto constitucional en los aspectos sociales (las reformas “estructurales”), quedando un remedo de corporativismo corrupto. Al tiempo que se hicieron nuevas alianzas con grupos económicos dominantes nacionales e internacionales, la iglesia católica y el vecino norte. El poder presidencial, un poder real, está supeditado, en mayor grado que antes, al interés de una minoría, al gran capital y a la influencia de los EUA.
El presidencialismo se ha convertido en una herramienta para la imposición del proyecto neoliberal. Para tejer alianzas como el “Pacto por México”, para controlar a la oposición, para imponer reformas, para “ganar elecciones”. Pero su legitimidad social, está por los suelos, es una herramienta de dominación carente de brillo y de aprobación, pero que aún funciona.
El poder presidencial es hoy usado para beneficio de unos pocos, para el saqueo y la pérdida de derechos. Pero es un poder que existe, que permite hacer, de ahí que las disputas políticas más importantes se den por la presidencia de la república. Es está la importancia histórica del 2018.
Sin embargo, hay trampas a las que nos puede llevar la idea del presidencialismo. La primera es entender la lucha política centrada en la conquista de la presidencia y así usar este poder para transformar la sociedad, postergando la democratización del poder. Situación riesgosa que haría de cualquier transformación algo débil y con riesgos de desviarse o burocratizarse. Este es una trampa presente en una situación de cambio y de trasformación social.
La otra trampa tiene que ver con aspectos ideológicos de la dominación neoliberal. Una lectura de la realidad en que el presidente funciona como “chivo expiatorio”, concentrando la culpa y el hartazgo social de un modelo del que es parte. Así la culpa del estado de cosas pasa por la figura presidencial y no por aspectos estructurales de un modelo fallido. Concentrando las esperanzas en otro hombre y no en una alternativa al modelo neoliberal.
El análisis sobre el presidencialismo puede acarrear trampas, que hay que desmontar, para avanzar hacia una democracia verdadera.
Publicada por primera vez en Black Magazinehttp://www.blackmagazine.mx/la-democracia-mexicana/

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