Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
Kuwait ha presentado a Qatar una lista de demandas de cuatro naciones
árabes con las que cortó lazos a principios de junio de 2017. En la
imagen una mujer qatari camina por las calles de DohaFoto Ap
Se manejan muchas causales –unas rocambolescas,
otras muy peregrinas– sobre la ruptura dramática de la coalición de
varios países árabes poderosos –encabezados por Arabia Saudita (AS), la
mayor potencia económica de la región, y Egipto, todavía la mayor fuerza
militar del mundo árabe hoy dislocado– con Qatar, diminuto país (con
una superficie de 11 mil 581 kilómetros cuadrados) con el segundo mayor
PIB per cápita del mundo (129 mil 700 dólares, detrás del paraíso fiscal
europeo Liechtenstein) gracias a ostentar la principal exportación de
gas natural licuado (LNG, por sus siglas en inglés) del planeta y a su
ínfimo número de habitantes autóctonos (¡11.6 por ciento de la población
total de 2 millones 258 mil!), encapsulados por la aplastante mayoría
de trabajadores residentes primordialmente provenientes del
subcontinente indio.
The Hill asevera que detrás la crisis de Qatar se encuentra
la telenovela del pago de un rescate por mil millones de dólares de 26
personajes, con varios miembros de la familia real, que andaban de caza
en Irak, secuestrados por Al Qaeda y cuya mitad fue pagada al gobierno
de Bagdad (https://goo.gl/jsgnVs).
Otros novelistas británicos con pretensiones geopolíticas, afirman
que se trata de una venganza del otrora empresario Trump por el
desprecio a sus inversiones inmobiliarias y de casinos mafiosos en
Qatar.
Seré más estructural con la profundidad geopolítica de la crisis que
ha fracturado al Golfo Pérsico –enfrentando a las cinco potencias
regionales del Medio Oriente: por un lado, AS, Egipto (e Israel en forma
subrepticia), y por otro, a Turquía e Irán que apoyan a Qatar– sin
contar la división interna del Consejo de Cooperación del Golfo cuando
Kuwait (con una notable población chiíta de 40 por ciento) y Omán se han
inclinado por una plausible cuan elusiva salida diplomática– no se diga
la neutralidad de Argelia y Marruecos en el mundo árabe y, sobre todo,
en el mundo islámico no-árabe, la ecuanimidad, que no nimiedad, de
Pakistán: único país musulmán dotado de 130 bombas nucleares que
comparte una frontera de 959 kilómetros con Irán y cuenta con una
pletórica población chiíta (20 por ciento) inmersa en sus 200 millones
de habitantes de mayoría sunita.
Muchos factores han acercado a la potencia sunnita no-árabe de
Turquía con la potencia chiíta persa de Irán cuando destacan su mutuo
apoyo a Qatar y su común aversión a la creación de un estado
independiente kurdo.
Todavía no redacto las causales estructurales, a mi juicio, cuando ya
brilla en todo su resplandor la hipercomplejidad de la grave crisis que
enfrentan AS y Qatar que ha puesto de cabeza tanto al mundo árabe como
al mundo islámico para el schadenfreude –placer que provoca el
mal ajeno– de Israel, cuyo anhelo es balcanizarlos con el fin de
prevalecer sola con su máximo de 400 bombas nucleares clandestinas.
El gobierno alemán –usualmente parco y prudente en sus apreciaciones
globales– teme la detonación de una guerra regional en el Golfo Pérsico.
No es un asunto menor, que tiene como epicentro a Qatar y coloca en
relieve dos simultáneas guerras estructurales: 1. La del petróleo
(encabezado por AS) contra el gas (el componente LNG de Qatar) y, 2. La
del dólar de EU con el renminbi chino.
Entre las 13 exigencias perentorias, transmitidas por la loable
intermediación de Kuwait, que han exigido cuatro países árabes –AS,
Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin– para que cumpla Qatar en un
plazo de 10 días, destaca
el alineamiento (sic) militar, político, social y económico (¡supersic!) con los otros países del Golfo y el mundo árabe, en línea (sic) con el acuerdo logrado con AS en 2014.
Más que
alineamientoparece más bien la
alienacióny la capitulación de Qatar.
Pese a la asfixia en sus únicos 87 kilómetros de frontera terrestre
con AS que encabeza un boicot por cielo, mar y tierra –sin contar la
pérdida de 13 mil millones de dólares en sus activos bursátiles y la
obligada importación de alimentos de Turquía, Irán y Omán–, Qatar cuenta
con cartas nada desdeñables: desde sus prósperos Fondos Soberanos de
Riqueza (https://goo.gl/Txfs57)
–que le han permitido invertir en grandes empresas de Gran Bretaña y
Alemania–, pasando por la principal base militar de EU en la zona, hasta
la nueva base militar de Turquía.
Alá ha deseado que Qatar comparta geográficamente con Irán su
mayor fuente de ingreso de su pletórico yacimiento gasero en el Golfo
Pérsico (los contiguos
Campo Nortede Doha y el
Campo Pars Surde Teherán) y cuyas transacciones son retribuidas con la divisa china renminbi debido a las sanciones cada vez más asfixiantes de Trump contra la antigua Persia al haber adoptado sin rubor la irredentista política exterior del primer israelí Netanyahu acoplado con el
ultraortodoxo judíoJared Kushner, yerno del polémico empresario-presidente.
Tal como pintan las cosas al corte de caja de hoy, se ha gestado la
competencia de dos estratégicos oleogasoductos para desembocar en el mar
Mediterráneo con mira en el relevante mercado europeo: 1:El de
AS-Jordania-Israel, y 2-El de Qatar-Irán-Siria-Turquía.
Ya habrá tiempo para detallar la guerra del petróleo de AS y del LNG
de Qatar para centrarme en forma sucinta en el primer centro regional
del renminbi en Doha.
Desde hace dos años opera en Qatar un Centro de Compensaciones &
Liquidaciones con la divisa china renminbi, según Economist Intelligence
Unit, propalado por HSBC (https://goo.gl/xq7jmR),
lo cual, a mi juicio, no podía quedar sin respuesta disuasiva por EU
que lleva en su conciencia a dos cadáveres conspicuos que intentaron
fugarse de los grilletes globales del dólar-centrismo petrolero –el
ahorcado iraquí Saddam Hussein, quien se atrevió a formular la
permutación de petrodólares por petroeuros,y el libio sodomizado
(literal) Muamar Kahadfi quien pretendió lanzar el
dinar-oroen lugar de la chatarra del billete verde–, sin contar el extraño
accidenteaéreo en Rusia de Christophe de Margerie, jerarca de la petrolera gala Total, quien pensaba realizar sus transacciones en petro-rublos en lugar de dólares (https://goo.gl/ZLNH36).
El Centro Renminbi de Qatar es operado por el banco chino ICBC, el mayor del planeta que
ayudará en teoría a facilitar los flujos comerciales de China con Qatar y la región.
Hoy las petroleras estatales chinas CNOOC y PetroChina son
recipiendarias de las cada vez más crecientes importaciones de LNG
qatarí (con la estatal QatarGas,la mayor del mundo), detrás de Japón,
Surcorea e India.
La Autoridad de Inversiones de Qatar diversifica sus Fondos Soberanos
de Riqueza y ya empezó a invertir en empresas chinas: ICBC, Banco
Agrícola de China, Citic Capital (22 por ciento) y Lifestyle
International (20 por ciento), mientras la constructora China Harbour
Engineering Company y Sinohydro participan en la infraestructura de
Qatar que apoyó en forma entusiasta la creación del legendario banco
AIIB de patrocinio chino (https://goo.gl/ASe5ho).
El Centro Renminbi de Qatar epitomiza el desplazamiento del
dólar en su otrora feudo inexpugnable del Golfo Pérsico, hoy fracturado,
cuando se vislumbra la muy riesgosa fase del advenimiento del
petroyuan.
¿Dejarán celebrar la Copa Mundial de Futbol en 2022 en Qatar?
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