Gloria López
Entrevista con Luz Patricia Mejía Guerrero
Madrid, 27 junio. 17. Amecopress. Luz
Patricia Mejía Guerrero es feminista, jurista y ha ocupado diversos
cargos institucionales en Venezuela y en la región latinoamericana. Hoy
estará en La Casa Encendida, invitada por la Asociación de Mujeres de
Guatemala, para visibilizar los avances y retrocesos en materia de
derechos humanos de las mujeres y las niñas en el contexto venezolano.
Ponderar las contradicciones existentes y abordar miradas de futuro es
un enorme desafío, tal y como ha dejado claro en una entrevista con
AmecoPress.
El movimiento feminista en Venezuela ha sido siempre muy combativo,
con muchas perspectivas ideológicas, pero con agendas comunes muy
claras. Y eso ha hecho que, si bien la polarización de la política
venezolana haga mucho más difícil el encuentro, los grandes tópicos de
las luchas feministas están en la agenda común, en ambas miradas.
Ha sido un proceso. En el 2008 se aprobó la Ley del derecho de las
mujeres a vivir una vida libre de violencia y el establecimiento de un
sistema de administración de justicia que debe responder a esta ley y
que incorpora la perspectiva de género como un eje transversal del
acceso a la justicia en general y en particular una legislación
específica para los casos de violencia machista. Así, Venezuela logra
una ley que reconoce diversos tipos de violencia y además, junto a
Guatemala, el desarrollo de esta jurisdicción especial. Después se
entendió la necesidad de contar con un Ministerio Público especializado,
con fiscales y fiscalas convencidas de aplicar estas normas, porque
hubo muchas resistencias.
Sabemos que 60.000 mujeres han solicitado medidas de protección
especial y que se han concedido en un 50 por ciento de los casos. Pero
hay un gran vacío estadístico que impide saber con certeza la situación
que viven las mujeres y la violencia a la que se enfrentan.
Aun contando con esas infraestructuras judiciales para la
protección de los derechos de las mujeres y de las niñas, ¿son estos
derechos invisibilizados en el marco del conflicto político venezolano?
En todos los conflictos sociales, políticos y económicos las capas
más afectadas son las más vulnerables, donde, por supuesto, entran las
mujeres. Y dentro de la diversidad de las mujeres, hay situaciones de
mayor complejidad. Por ejemplo, las mujeres que están migrando, con más
posibilidades de ser captadas por las redes de trata.
También el cuestionamiento de las instituciones que tienen
jurisprudencia sobre estos temas, hace que el desafío de denunciar, por
ejemplo, tome proporciones enormes. Hablamos de una sociedad
profundamente patriarcal, en la que no es fácil reconocer y denunciar la
violencia por parte de una mujer. Si además, lo que se está diciendo es
que la justicia no funciona, que los tribunales no sirven para nada, la
dificultad es mayor.
La situación de violencia, de pobreza. ¿Ha hecho crecer la trata y la explotación de las mujeres?
Sí, a mayor violencia, mayor violencia contra las mujeres, a mayor pobreza, mayor feminización de la pobreza
El aborto criminaliza la pobreza de las mujeres
Usted ha impulsado de cerca campañas por el Derecho al Aborto
Legal, Seguro y Gratuito desde instituciones como la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y ha sostenido que “la
penalización del aborto es un problema del que no se habla y que
criminaliza la pobreza de las mujeres”. ¿Se ha avanzado en la región?
¿Cómo explica que haya mujeres encarceladas en algunos países por el
hecho de haber abortado, incluso de un modo natural?
La situación del aborto en Venezuela y en el resto de la región sigue
siendo un desafío en cuanto a los derechos de las mujeres y sobre todo,
en cuanto al derecho a la vida de las mujeres y hay una marcada
diferencia según el estrato socioeconómico.
Uruguay ha logrado reducir prácticamente a cero la mortalidad materna,
mientras otros países con desarrollo medio mantienen tasas de mortalidad
maternas muy altas.
Si a las condiciones de pobreza le sumas las normas legales que
obstaculizan el aborto, y las normas sociales que, aún habiendo normas
legales que lo permitan, también obstaculizan el aborto, estamos en una
sociedad discriminatoria respecto a algo que solo afecta a las mujeres.
En la región Americana, en todo lo que tiene que ver con derechos
sexuales y de salud reproductiva hay unos abismos donde muchas veces
ideologías de izquierda y derecha comulgan a la hora de limitar y
obstaculizar los derechos de las mujeres.
Agenda común
También desde el punto de vista internacional, la solidaridad
se reduce porque queda subordinada a la conflictividad social y
política de un Estado en crisis. Hay tanta violencia generalizada, que
quedan invisibilizadas violencias específicas hacia las mujeres. La
visión de “bandos” que se ha impuesto como análisis fácil de una
realidad compleja, ¿perjudica de manera especial a las mujeres? ¿Qué
propuestas ha venido a defender y a difundir?
Creo que en primer lugar es necesario visibilizar cuestiones que no
se saben. Invisibilizar los logros del movimiento feminista venezolano
es negar una militancia feminista que ha sido muy fuerte de los últimos
40 años.
Visibilizar lo que existe ahorita en términos positivos es urgente.
Reconocer la legislación, jurisdicción y decisiones jurídicas que se han
tomado en Venezuela y que son muy avanzadas, son importantes.
Pero también reconocer que, a pesar de ello, existe una brecha amplia
que sufren las mujeres y niñas y que el desprestigio enorme de las
instituciones hace que las mujeres no acudan a ellas. Es decir, el
reconocimiento de estos esfuerzos, pero también el reconocimiento de que
no han tenido el impacto deseado en las mujeres que lo necesitan.
Necesitamos también seguir visibilizando una agenda común. A pesar de
la polarización, ninguna mujer, en ninguno de los dos bandos, que yo
creo que son más, va a olvidar que los derechos sexuales y reproductivos
de las mujeres en Venezuela siguen siendo un desafío, que el tema de la
participación política de las mujeres sigue siendo un desafío, y la
necesidad de fortalecer el sistema de justicia para la protección de los
derechos de las mujeres.
Además de estos tres elementos. ¿Qué aspectos incluiría en esa agenda común?
Pienso que la situación con el aborto es fundamental. Y otro tema es
la violencia sexual y el embarazo infantil. Venezuela es uno de los
países con más índice de embarazo infantil de la región. Está prohibido
legalmente, pero según las estadísticas, la cifra es muy alta, mientras
solo se han juzgado dos casos. Lo que indica que el índice de impunidad
es muy alto, del 99 por ciento.
¿El movimiento feminista dialoga con las diferentes posturas
políticas para enfatizar en las prioridades de las mujeres y la agenda
común?
Yo diría que hay una nueva generación de feministas. Y hay elementos
compartidos por los bandos, como la ley de participación política de las
mujeres. También se debate abiertamente acerca del aborto. Pero hay
posiciones y temas que no se hablan tanto, como la feminización de la
pobreza, la precariedad laboral de las mujeres, el acceso a la educación
de las mujeres, cómo afecta el contexto conflictivo de manera
específica a las mujeres; por ejemplo, cómo se ha cerrado el acceso a
los medios anticonceptivos en medio de la crisis de abastecimiento.
Es indudable también que la división y radicalización ha llegado
también al movimiento feminista. Pero tengo la esperanza de que podamos
dialogar.
Fotos AmecoPress
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