Pedro Echeverría V.
1. La primera semana de diciembre, de tanto ver y escuchar los discursos y análisis de Fernández Noroña, Julio Hernández y Carmen Aristegui, me emocioné pensando en que la masiva batalla que daríamos contra la Ley de Seguridad Interna (LSI) que el gobierno buscaba aprobar con la cámara de senadores después que lo hiciera en el congreso con los diputados. Desesperado por viajar a la CDMX para colaborar con la gente y observar los avances de las luchas políticas, estuve allí desde el sábado 9 y tuve que regresar el miércoles siempre decepcionado, desanimado, pero explicándome seriamente la real situación; las batallas de protesta, de oposición, no marchan como uno quisiera, responden a condiciones muy concretas.
2. De prisa, sin suéter y sólo una simple sudadera y dos playeras abordé el avión menos caro y dormí en el edificio de la CNTE, no sin platicar con dos de los trabajadores del gobierno de la CDMX que en número de 1000 (mil) realizan un plantón bloqueando las dos calles de Donceles y dos de Allende del centro histórico bloqueando el edifico de la Asamblea Legislativa de la CDMX. Mientras yo me moría de frío esos mil trabajadores sufrirían más bajo sus tiendas de campaña de lona. El sábado y el domingo pude charlar ampliamente con mi amigo Gabriel, profesor de biología de la sección X de la CNTE, a quien le correspondía la guardia toda la noche, además que estaba armado con una pequeña computadora que registraba las actividades políticas de la CNTE.
3. Mi entusiasmo terminó cuando llegue el domingo a solidarizarme con los 200 o 300 combatientes de varias partes del país que se estarían movilizando. Llegué a las 11 y esperé y nadie llegó; lo mismo hice el lunes y ninguna persona y sólo fue hasta el martes a esa misma hora cuando me encontré a 100 personas divididos en dos grupos para bloquear la entrada de los senadores. Noroña, el líder indiscutible del movimiento contra la LSI, cuando llegué y dos horas después me dijeron que había querido hablar con los senadores y estaba “encapsulado” por las fuerzas armadas. Nosotros desde fuera gritamos consignas pero nadie estaba dispuesto siquiera a mover las rejas que bloqueaban la calle; pero sólo me hicieron ver que eran pacifistas.
4. La realidad es que estas pequeñas protestas ya nadie les hace caso. Decenas o cientos de miles de ciudadanos bajaban de los metrobuses, autobuses y combis y nadie se detenía para preguntar nada. Con 100 personas protestando sólo se hace el ridículo, se provoca más burlas del gobierno y mucho más si no están dispuestos a confrontarse exigiendo la apertura de la calle reclamando el derecho de tránsito. Si por lo menos hubiésemos bloqueado tres horas el cruce de Reforma e Insurgentes, hubiese sido algo. Este tipo de estrategia ya me da vergüenza porque sólo somos una especie de hazme reír. Mientras tanto en La Jornada ese mismo martes se publicaba que el bloque del PRI, PAN y lo que será el Frente, estaban de acuerdo con la LSI.
5. Algunos diputados comentaron que se le harán a la LSI cinco o seis cambios, pero ninguno de ellos toca ninguna estructura. Sólo falta –como desde hace un siglo se ha repetido- que esos cambios son “resultado de la movilización o presión de las masas” cuando son estrategias elementales de la burguesía para seguir jugándole el dedo en la boca a “la oposición”. Yo he dicho mil veces y puedo demostrarlo, que las masas no ganan una. Que de los mil dulces con los que se queda la clase dominante les da uno a la masa para que se entretenga y digan que se lo ganaron con sus luchas. Lo gravísimo no sería no conseguir aumentos de salarios y bienestar material, pero si no se logra el avance de la conciencia, el fortalecimiento de las luchas, son puras chupadas.
6. Cuando discutía o analizaba con los plantados que me decían que “ante este chingado gobierno de corruptos la solución son los votos y López Obrador”, al subrayarles que lo importante era desarrollar la conciencia de lucha, de organización, de rebeldía, ante cualquier hecho de injusticia capitalista; aunque reconocí varias veces que AMLO era lo único valioso que quedaba en la cosa electoral, al hablar de la conciencia sentí que hablaba en el vacío porque me reclamaban que debería estar con AMLO y ser como Noroña y Hackeman, el articulista de La Jornada. Por ello me pareció más valioso estar en la Feria del Libro y escuchar a un novelista y a mi conocido el periodista Luis Hernández que nos reiteraron las luchas por la libertad de prensa y la defensa de los periodistas perseguidos.
7. Así como el poeta Borges señaló alguna vez que lo importante no es lo que ha escrito sino lo que ha leído, yo afirmo que lo importante no es lo que he leído, si no el haber estado en diez mil luchas sociales de oposición. Por ello y por conocer los fracasos de los llamados “socialismos”, puedo explicarme mi pesimismo de los últimos diez años; pero también por ello –a pesar de que mis esperanzas por un cambio radical de México y el mundo se sitúan por cien años más- sigo pensando en que mientras más piedras pongamos para frenar y evitar la explotación y la desigualdad, contribuimos con algo. Por ello digo, que aunque los gobiernos nos sigan reprimiendo y asesinando, las luchas sociales siempre estarán en primer lugar humano. (13/XII/17)
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