El 68
no fue solamente la Noche de Tlatelolco. No fue solamente el 2 de
octubre. La Operación Galeana, como se le nombró a la misión del
Ejército Mexicano en la Plaza de las Tres Culturas hace 50 años, fue
apenas el inicio de una brutal represión contra los estudiantes
organizados.
El
embate no se circunscribió a los planteles de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en
la capital del país. La furia militar se dirigió, semanas y meses
posteriores, hacia los estados de la República. Y se ensañó con aquellos
alumnos que podían darle un sentido realmente nacional al movimiento
estudiantil: los normalistas rurales.
Documentos hoy bajo custodia del Archivo
General de la Nación y provenientes de los archivos de las policías
políticas del país (principalmente de la Dirección Federal de Seguridad,
DFS, y de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales, DIPS)
dan cuenta de la brutal represión contra las Escuelas Normales Rurales y
su Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM).
Gustavo Díaz Ordaz ya tenía sangre en las manos
por el 2 de octubre, pero no se contuvo. Mandó efectivos castrenses y
agentes de la DFS contra un estudiantado que se negaba a desalojar sus
escuelas. Los jóvenes –junto con pobladores de las comunidades aledañas a
sus planteles– resistieron cuanto pudieron; finalmente las
instituciones fueron ocupadas por tropas militares. No hay recuento de
los muertos, desaparecidos y heridos. Pero al final del sexenio, en
1970, el 50 por ciento de las escuelas normales rurales había sido
cerrado definitivamente.
En ese momento la FECSM tuvo que pasar a
la clandestinidad total. En 1972 se convirtió en una organización
semiclandestina, condición que mantiene hasta hoy, gracias al permanente
acoso policiaco-militar que viven estas escuelas.
Ningún otro gobierno pudo asestar golpe
más grande al proyecto de educación rural del país. De acuerdo con los
documentos consultados, en 1964, al inicio del sexenio diazordacista, un
total de 37 escuelas estaban organizadas en torno a la FECSM: 29
normales rurales, dos centros normales regionales, tres normales urbanas
federales y tres normales urbanas federalizadas. Al final de su mandato
sólo sobrevivían 15. El golpe mayúsculo fue posterior al 2 de octubre
de 1968. No sólo provocó la desafiliación de escuelas de la organización
sino que cerró 13 normales rurales.
En aquellos años la DFS estaba comandada
por el capitán Fernando Gutiérrez Barrios. Los archivos, organizados en
una versión pública –a solicitud de Contralínea, con folio 0495000006008–, suman 10 mil 3 fojas contenidas en 31 legajos.
La información recabada por los agentes
policiacos, y sistematizada por los analistas de Gutiérrez Barrios, se
encuentra en tarjetas y hojas tamaños oficio y carta. Permite advertir
que la intención gubernamental fue cerrar todas las escuelas normales
rurales. Al final, el gobierno federal cerró las que pudo: la mitad. No
hubo razones académicas o de desarrollo regional para ello, como después
se quiso justificar. Las normales rurales cerradas fueron finalmente
las que no pudieron resistir el embate policiaco y militar.
Los 43 que nos faltan también son
normalistas rurales. También son integrantes de la FECSM. Y también se
movilizaban contra la desaparición de su escuela. A 50 años de la más
famosa masacre cometida contra alumnos, no olvidar que continúa la
represión sistemática contra los estudiantes campesinos socialistas. Y
que de Saucillo, Chihuahua, a Hecelchakán, Campeche, hoy resisten 16
escuelas normales rurales.
Zósimo Camacho
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