Pedro Echeverría V.
1. El pragmatismo en política ha dominado en las últimas tres décadas. Parece ser resultado de una dinámica social mucho más intensa y complicada que impone soluciones inmediatas. Hasta las décadas de los años setenta en la izquierda quizá nos “indigestábamos” de tanto marxismo, y leninismo, y maoísmo, y trotskismo, que mucho nos dividían y enfrentaban, pero que nos obligaba a discutir a pesar de que quizá muchas veces no lo comprendimos como era necesario. Antes de participar en acción política alguna discutimos siempre el por qué y el para qué, cómo se servía a los intereses de los explotados o, por el contrario, si acaso no seríamos usados por la burguesía. La desconfianza era extrema y la crítica abierta. Hoy parece suceder lo contrario: da la impresión de que se tiene clara la búsqueda del poder por la vía electoral y mediante negociaciones, y las movilizaciones parecen dirigirse por el mismo camino. No se ve muy necesario leer, quizá porque los medios de información, el Internet y el pragmatismo político estén proporcionando la información indispensable en cada momento. Por ello me ha interesado realizar algunas reflexiones.
2. La política mexicana, después de la revolución 1910/17, no ha tenido una sola dirección. La Convención de Aguascalientes de 1914 buscó unificar a los revolucionarios seguidores de las fracciones de Carranza/Obregón, por un lado, y de Villa y Zapata, por otro lado: pero en vez de la unidad de las tres corrientes resultó un gran rompimiento que en diferentes momentos llevaron al asesinato de esos cuatro personajes. La Convención fue buena idea, pero no se podía unir a los representantes de la burguesía con los líderes de campesinos y sectores populares. Al final, como siempre sucede en las revoluciones burguesas, estos últimos fueron barridos por quienes más instrumentos armados, más poder económico y más poderosos aliados tenían. La revolución pudo destruir las relaciones semifeudales de producción, liberar fuerzas productivas, pero para construir una sociedad burguesa moderna que preparó las bases del capitalismo mexicano. Después del asesinato de Carranza vendría la conformación del nuevo Estado mexicano y su partido político que duraría más de 70 años en el poder.
3. La política mexicana (como se ha analizado siempre) se integra con tres grandes posiciones: el Centro, la Derecha y la Izquierda. El PRI fue un partido de centro desde que nació como PNR en 1929, se inclinó a la izquierda con Cárdenas de 1933 a 1939, a partir de 1940 volvió al centro y desde 1982, con De la Madrid, Salinas, Zedillo y el neoliberalismo, se ubicó a la derecha. Se mantuvo 71 años en el poder porque supo jugar con sus discursos y concesiones “populistas” a campesinos y obreros; al mismo tiempo que beneficiaba con sus políticas al sector empresarial. Con esa política de concesiones, hasta 1982, el PRI pudo absorber y casi nulificar a los partidos y grupos de derecha y de izquierda. Los gobiernos del PRI, a pesar de acudir en varias ocasiones a la represión, como los casos de Nueva Rosita, de los campesinos de Guerrero, de los ferrocarrileros, los médicos, los estudiantes de 1968, etcétera, su política no fue esencialmente represiva sino mediatizadora. El priísmo pudo estar durante décadas en el poder por su política corporativa y engañosamente popular.
4. La derecha política, la verdadera derecha, fue muy poderosa antes de la Revolución. Estuvo conformada por los más grandes hacendados terratenientes, por el alto clero y los militares. La Revolución pareció aplastarla, pero sobrevivió mediante alianzas, familiarismos y con protección de una nueva derecha que nació de la misma revolución: aquellos que se disfrazaron de revolucionarios cuando se combatía a la dictadura de Díaz una vez en el poder acumularon riquezas y volvieran su odio contra el pueblo. La derecha original continuó haciendo negocios bajo la protección del partido de Estado. Bajo el cobijo de los diferentes gobiernos la derecha política mexicana aprovechó la revolución mexicana hasta que en 1939 (sin sacrificio alguno) nació como partido político: el PAN. Frente a los llamados “gobiernos de la revolución mexicana” de clara tendencia centrista pendular, el PAN nunca pudo desarrollarse. Tomó el camino de integrarse a los organismos empresariales para desde allí negociar con secretarías de Estado e influir en ellos.
5. La derecha mexicana ha sido representada desde entonces por el PAN. Ese partido durante muchos años fue muy consecuente en su programa político que, al plantear la lucha contra la intervención del Estado en la economía, así como combatir a las organizaciones sindicales y al estar en desacuerdo con el laicismo (defendiendo la educación religiosa) se colocó en la defensa de los intereses empresariales y de la iglesia católica. Dentro del PAN militan corrientes ultra conservadoras y otras menos retrógradas, pero en esencial la posición originaria trazada por los terratenientes, empresarios y clérigos, fue la determinante. El PAN se mantuvo durante sus primeros 40 años con actividad política mínima, la necesaria para firmar acuerdos con el gobierno; se contentaba con ser una fuerza de presión para lograr subsidios del gobierno y recibir las ayudas más fuertes de la clase empresarial. No luchaba más que por tener un diputado por ahí o un presidente municipal. Fue sólo a partir de 1882 con De la Madrid, pero sobre todo con el apoyo de Salinas, cuando obtuvo fuerza. Este último fue su más grande benefactor.
6. La izquierda tampoco estuvo muy presente en sus primeros 60 años de vida (cuando en 1919 la Tercera Internacional propuso desde Moscú la creación del PCM) a pesar de momentos importantes en los que fue brutalmente reprimida. La izquierda social radicalizada fue marginal en cuestiones electorales, pero estuvo presente en muchos sindicatos, en las calles del DF y varias ciudades. En 1977 el gobierno de López Portillo, por propia necesidad de impulsar la participación de “otras fuerzas”, legalizó a partidos de derecha y a la centro izquierda; le abrió las puertas del parlamento, de los procesos electorales, de los medios de información y comenzó a otorgarle subsidios y cargos. Si bien el PCM fue fundado a solo dos años de haberse proclamado la Carta Magna, fue sólo 60 largos años después cuando logró lo que quería, pero subordinado a otras organizaciones. La izquierda social se integró en parte a la “reforma electoral”, pero la mayoría permaneció al margen y hoy parece obtener una fuerte presencia entre los campesinos, obreros y sectores populares.
7. El PRD, aunque ha sido desde que nació en 1989 un partido socialdemócrata, no podrá decirse que no pertenece a la amplia izquierda. La realidad es que el PRD surgió, (dirigido por Cárdenas, Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez) como un partido esencialmente electoral de centroizquierda con la tarea de ganar elecciones; solamente fueron algunos sectores de izquierda quienes pensaron que podría radicalizarse y convertirse en un instrumento de las luchas sociales. Con la estrecha alianza entre el PRI salinista y el PAN en la derecha, el PRD se movió hacia la izquierda y con el desafuero, la campaña presidencial y el fraude contra López Obrador las corrientes de izquierda empujaron más hacia las luchas sociales. Pero la realidad es que el aparato del PRD no se movió; por el contrario, continuó pensando solamente en lo electoral. Por ese motivo la corriente Nueva Izquierda encabezada por los llamados “chuchos”, se ha fortalecido dentro del aparato y se prevé que podría fortalecerse aún más porque es un partido que ha atendido únicamente lo electoral.
8. El lópezobradorismo es la otra fuerza dentro del PRD. Si el PRD durante varias elecciones fue un partido de 16 por ciento de votos con López Obrador como candidato obtuvo el doble. Originalmente AMLO es socialdemócrata, es decir, confía sólo en la vía electoral, sigue en busca de la Presidencia por esta vía y en la práctica su combativa gira de denuncias contra el presidente ilegítimo en toda la República, así como las formas de organización que aconseja, sólo tienen que ver con lo electoral. Muchos de sus métodos movilizadores se acercan a las estrategias de la lucha social, pero sus discursos no rebasan las denuncias. No demostró interés por hacer un frente contra la represión en Atenco, en Oaxaca o la sufrida por los mineros; mucho menos para formar frentes de lucha social. Aunque debe reconocerse que no ha dejado de insistir en la defensa del petróleo y la electricidad (valiéndose de movilizaciones) para evitar su privatización, su discurso no supera los límites de la oposición dentro del sistema. Se vislumbra que por eso el PRD no podrá dividirse, porque casi todos sus militantes son socialdemócratas, es decir, sólo buscan cargos y poder por la vía electoral.
9. Ser socialdemócrata no es ser traidor; es simplemente pensar que los cambios “en beneficio de las mayorías” sólo podrán lograrse ganando espacios en el gobierno y en los distintos poderes mediante el uso de las negociaciones, las elecciones y las presiones; es más, usando “dentro de la ley” el movimiento de masas. En Alemania Willy Brandt, en Suecia Olof Palme, en Francia Miterrand, en España Felipe González, son modelos de gobiernos socialdemócratas y parlamentarios de “primer mundo”. Estos “socialistas” (como les dicen popularmente) estuvieron muchos años en el gobierno de sus países ensanchando las bases de la explotación capitalista y sin favorecer en nada al socialismo. Las condiciones de aquellos países son extremadamente diferentes a las de América Latina por eso allí los cambios pueden esperar otros 100 años de capitalismo. ¿Estaremos en México en las condiciones para esperar cuánto? Mientras la socialdemocracia perredista moderna, decente, disciplinada es vista con buenos ojos por medios de información y los intelectuales a su servicio, a los lopezobradoristas radicalizados se les desprestigia y persigue. ¿Qué esperar?
10. Pero, afortunadamente, el PRD no es toda la izquierda, aunque sí es el aparato socialdemócrata más grande. En la “amplia izquierda” o centroizquierda mexicana hay un ancho abanico que va desde algunos miembros de los partidos registrados: PRI, Socialdemócrata (antes Alternativa) y Convergencia, hasta los grupos guerrilleros como el EPR, EZLN, pasando por el PT, PRD, PRT, corrientes marxista/leninistas, maoístas, guevaristas, de lucha popular, intelectuales progresistas y derechos humanos. Todos están en el abanico de moderados, por un lado, y radicales por otro, que coinciden en la transformación del país en beneficio de los trabajadores y contra la explotación capitalista, así como en luchar (de alguna manera) contra los gobiernos de derecha. Los grupos más radicales están comprometidos con las luchas sociales y las reivindicaciones más sentidas de los trabajadores explotados. Suelen participar en procesos electorales pero no les tienen confianza a los partidos, a los políticos y a las elecciones. Su perspectiva es el movimiento de masas en las calles, en los sindicatos y entre los campesinos e indígenas.
11. ¿Qué perspectivas se presentan para hacer crecer las luchas sociales en México después de ocho años de gobiernos panistas, abiertamente de derecha y más de 26 años de neoliberalismo? La realidad es que aunque la izquierda indudablemente ha crecido parece que la derecha se ha fortalecido mucho más, sobre todo después de 1982. La derecha, junto con el centro priísta, parecen moverse muy bien dentro del campo electoral. La izquierda, además de sufrir inmensas campañas de calumnias en los medios de información, tiene muchas dificultades para competir electoralmente porque sus tendencias están más ubicadas en la movilización. Sin embargo también parece estar creciendo en el país las tendencias socialdemócratas esperanzadas en lo electoral. El problema se presentaría cuando se compruebe que esa centroizquierda es más de lo mismo, es decir, es idéntica a los partidos de derecha en la represión de las protestas y el descontento social; que se repita lo que desde hace muchas décadas se vive en Europa: cambiar el gobierno para que todo siga igual.
pedroe@cablered.net.mx
1. El pragmatismo en política ha dominado en las últimas tres décadas. Parece ser resultado de una dinámica social mucho más intensa y complicada que impone soluciones inmediatas. Hasta las décadas de los años setenta en la izquierda quizá nos “indigestábamos” de tanto marxismo, y leninismo, y maoísmo, y trotskismo, que mucho nos dividían y enfrentaban, pero que nos obligaba a discutir a pesar de que quizá muchas veces no lo comprendimos como era necesario. Antes de participar en acción política alguna discutimos siempre el por qué y el para qué, cómo se servía a los intereses de los explotados o, por el contrario, si acaso no seríamos usados por la burguesía. La desconfianza era extrema y la crítica abierta. Hoy parece suceder lo contrario: da la impresión de que se tiene clara la búsqueda del poder por la vía electoral y mediante negociaciones, y las movilizaciones parecen dirigirse por el mismo camino. No se ve muy necesario leer, quizá porque los medios de información, el Internet y el pragmatismo político estén proporcionando la información indispensable en cada momento. Por ello me ha interesado realizar algunas reflexiones.
2. La política mexicana, después de la revolución 1910/17, no ha tenido una sola dirección. La Convención de Aguascalientes de 1914 buscó unificar a los revolucionarios seguidores de las fracciones de Carranza/Obregón, por un lado, y de Villa y Zapata, por otro lado: pero en vez de la unidad de las tres corrientes resultó un gran rompimiento que en diferentes momentos llevaron al asesinato de esos cuatro personajes. La Convención fue buena idea, pero no se podía unir a los representantes de la burguesía con los líderes de campesinos y sectores populares. Al final, como siempre sucede en las revoluciones burguesas, estos últimos fueron barridos por quienes más instrumentos armados, más poder económico y más poderosos aliados tenían. La revolución pudo destruir las relaciones semifeudales de producción, liberar fuerzas productivas, pero para construir una sociedad burguesa moderna que preparó las bases del capitalismo mexicano. Después del asesinato de Carranza vendría la conformación del nuevo Estado mexicano y su partido político que duraría más de 70 años en el poder.
3. La política mexicana (como se ha analizado siempre) se integra con tres grandes posiciones: el Centro, la Derecha y la Izquierda. El PRI fue un partido de centro desde que nació como PNR en 1929, se inclinó a la izquierda con Cárdenas de 1933 a 1939, a partir de 1940 volvió al centro y desde 1982, con De la Madrid, Salinas, Zedillo y el neoliberalismo, se ubicó a la derecha. Se mantuvo 71 años en el poder porque supo jugar con sus discursos y concesiones “populistas” a campesinos y obreros; al mismo tiempo que beneficiaba con sus políticas al sector empresarial. Con esa política de concesiones, hasta 1982, el PRI pudo absorber y casi nulificar a los partidos y grupos de derecha y de izquierda. Los gobiernos del PRI, a pesar de acudir en varias ocasiones a la represión, como los casos de Nueva Rosita, de los campesinos de Guerrero, de los ferrocarrileros, los médicos, los estudiantes de 1968, etcétera, su política no fue esencialmente represiva sino mediatizadora. El priísmo pudo estar durante décadas en el poder por su política corporativa y engañosamente popular.
4. La derecha política, la verdadera derecha, fue muy poderosa antes de la Revolución. Estuvo conformada por los más grandes hacendados terratenientes, por el alto clero y los militares. La Revolución pareció aplastarla, pero sobrevivió mediante alianzas, familiarismos y con protección de una nueva derecha que nació de la misma revolución: aquellos que se disfrazaron de revolucionarios cuando se combatía a la dictadura de Díaz una vez en el poder acumularon riquezas y volvieran su odio contra el pueblo. La derecha original continuó haciendo negocios bajo la protección del partido de Estado. Bajo el cobijo de los diferentes gobiernos la derecha política mexicana aprovechó la revolución mexicana hasta que en 1939 (sin sacrificio alguno) nació como partido político: el PAN. Frente a los llamados “gobiernos de la revolución mexicana” de clara tendencia centrista pendular, el PAN nunca pudo desarrollarse. Tomó el camino de integrarse a los organismos empresariales para desde allí negociar con secretarías de Estado e influir en ellos.
5. La derecha mexicana ha sido representada desde entonces por el PAN. Ese partido durante muchos años fue muy consecuente en su programa político que, al plantear la lucha contra la intervención del Estado en la economía, así como combatir a las organizaciones sindicales y al estar en desacuerdo con el laicismo (defendiendo la educación religiosa) se colocó en la defensa de los intereses empresariales y de la iglesia católica. Dentro del PAN militan corrientes ultra conservadoras y otras menos retrógradas, pero en esencial la posición originaria trazada por los terratenientes, empresarios y clérigos, fue la determinante. El PAN se mantuvo durante sus primeros 40 años con actividad política mínima, la necesaria para firmar acuerdos con el gobierno; se contentaba con ser una fuerza de presión para lograr subsidios del gobierno y recibir las ayudas más fuertes de la clase empresarial. No luchaba más que por tener un diputado por ahí o un presidente municipal. Fue sólo a partir de 1882 con De la Madrid, pero sobre todo con el apoyo de Salinas, cuando obtuvo fuerza. Este último fue su más grande benefactor.
6. La izquierda tampoco estuvo muy presente en sus primeros 60 años de vida (cuando en 1919 la Tercera Internacional propuso desde Moscú la creación del PCM) a pesar de momentos importantes en los que fue brutalmente reprimida. La izquierda social radicalizada fue marginal en cuestiones electorales, pero estuvo presente en muchos sindicatos, en las calles del DF y varias ciudades. En 1977 el gobierno de López Portillo, por propia necesidad de impulsar la participación de “otras fuerzas”, legalizó a partidos de derecha y a la centro izquierda; le abrió las puertas del parlamento, de los procesos electorales, de los medios de información y comenzó a otorgarle subsidios y cargos. Si bien el PCM fue fundado a solo dos años de haberse proclamado la Carta Magna, fue sólo 60 largos años después cuando logró lo que quería, pero subordinado a otras organizaciones. La izquierda social se integró en parte a la “reforma electoral”, pero la mayoría permaneció al margen y hoy parece obtener una fuerte presencia entre los campesinos, obreros y sectores populares.
7. El PRD, aunque ha sido desde que nació en 1989 un partido socialdemócrata, no podrá decirse que no pertenece a la amplia izquierda. La realidad es que el PRD surgió, (dirigido por Cárdenas, Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez) como un partido esencialmente electoral de centroizquierda con la tarea de ganar elecciones; solamente fueron algunos sectores de izquierda quienes pensaron que podría radicalizarse y convertirse en un instrumento de las luchas sociales. Con la estrecha alianza entre el PRI salinista y el PAN en la derecha, el PRD se movió hacia la izquierda y con el desafuero, la campaña presidencial y el fraude contra López Obrador las corrientes de izquierda empujaron más hacia las luchas sociales. Pero la realidad es que el aparato del PRD no se movió; por el contrario, continuó pensando solamente en lo electoral. Por ese motivo la corriente Nueva Izquierda encabezada por los llamados “chuchos”, se ha fortalecido dentro del aparato y se prevé que podría fortalecerse aún más porque es un partido que ha atendido únicamente lo electoral.
8. El lópezobradorismo es la otra fuerza dentro del PRD. Si el PRD durante varias elecciones fue un partido de 16 por ciento de votos con López Obrador como candidato obtuvo el doble. Originalmente AMLO es socialdemócrata, es decir, confía sólo en la vía electoral, sigue en busca de la Presidencia por esta vía y en la práctica su combativa gira de denuncias contra el presidente ilegítimo en toda la República, así como las formas de organización que aconseja, sólo tienen que ver con lo electoral. Muchos de sus métodos movilizadores se acercan a las estrategias de la lucha social, pero sus discursos no rebasan las denuncias. No demostró interés por hacer un frente contra la represión en Atenco, en Oaxaca o la sufrida por los mineros; mucho menos para formar frentes de lucha social. Aunque debe reconocerse que no ha dejado de insistir en la defensa del petróleo y la electricidad (valiéndose de movilizaciones) para evitar su privatización, su discurso no supera los límites de la oposición dentro del sistema. Se vislumbra que por eso el PRD no podrá dividirse, porque casi todos sus militantes son socialdemócratas, es decir, sólo buscan cargos y poder por la vía electoral.
9. Ser socialdemócrata no es ser traidor; es simplemente pensar que los cambios “en beneficio de las mayorías” sólo podrán lograrse ganando espacios en el gobierno y en los distintos poderes mediante el uso de las negociaciones, las elecciones y las presiones; es más, usando “dentro de la ley” el movimiento de masas. En Alemania Willy Brandt, en Suecia Olof Palme, en Francia Miterrand, en España Felipe González, son modelos de gobiernos socialdemócratas y parlamentarios de “primer mundo”. Estos “socialistas” (como les dicen popularmente) estuvieron muchos años en el gobierno de sus países ensanchando las bases de la explotación capitalista y sin favorecer en nada al socialismo. Las condiciones de aquellos países son extremadamente diferentes a las de América Latina por eso allí los cambios pueden esperar otros 100 años de capitalismo. ¿Estaremos en México en las condiciones para esperar cuánto? Mientras la socialdemocracia perredista moderna, decente, disciplinada es vista con buenos ojos por medios de información y los intelectuales a su servicio, a los lopezobradoristas radicalizados se les desprestigia y persigue. ¿Qué esperar?
10. Pero, afortunadamente, el PRD no es toda la izquierda, aunque sí es el aparato socialdemócrata más grande. En la “amplia izquierda” o centroizquierda mexicana hay un ancho abanico que va desde algunos miembros de los partidos registrados: PRI, Socialdemócrata (antes Alternativa) y Convergencia, hasta los grupos guerrilleros como el EPR, EZLN, pasando por el PT, PRD, PRT, corrientes marxista/leninistas, maoístas, guevaristas, de lucha popular, intelectuales progresistas y derechos humanos. Todos están en el abanico de moderados, por un lado, y radicales por otro, que coinciden en la transformación del país en beneficio de los trabajadores y contra la explotación capitalista, así como en luchar (de alguna manera) contra los gobiernos de derecha. Los grupos más radicales están comprometidos con las luchas sociales y las reivindicaciones más sentidas de los trabajadores explotados. Suelen participar en procesos electorales pero no les tienen confianza a los partidos, a los políticos y a las elecciones. Su perspectiva es el movimiento de masas en las calles, en los sindicatos y entre los campesinos e indígenas.
11. ¿Qué perspectivas se presentan para hacer crecer las luchas sociales en México después de ocho años de gobiernos panistas, abiertamente de derecha y más de 26 años de neoliberalismo? La realidad es que aunque la izquierda indudablemente ha crecido parece que la derecha se ha fortalecido mucho más, sobre todo después de 1982. La derecha, junto con el centro priísta, parecen moverse muy bien dentro del campo electoral. La izquierda, además de sufrir inmensas campañas de calumnias en los medios de información, tiene muchas dificultades para competir electoralmente porque sus tendencias están más ubicadas en la movilización. Sin embargo también parece estar creciendo en el país las tendencias socialdemócratas esperanzadas en lo electoral. El problema se presentaría cuando se compruebe que esa centroizquierda es más de lo mismo, es decir, es idéntica a los partidos de derecha en la represión de las protestas y el descontento social; que se repita lo que desde hace muchas décadas se vive en Europa: cambiar el gobierno para que todo siga igual.
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