Según un informe publicado el pasado 16 de agosto por la RNDDH, el enfrentamiento entre los grupos delictivos se desató debido a una disputa por los territorios. En palabras de la Red Nacional, los ataques cometidos el mes anterior dejaron ver que tanto la pandilla G-9 an Fanmi e Alye –liderada por el ex policía Jimmy Chérizier– como el grupo G-Pèp han alcanzado niveles de violencia sumamente elevados.
Muestra de ello son los 52 testimonios que la RNDDH recuperó en su investigación. Dichos relatos pertenecen a mujeres y adolescentes sobrevivientes de la violencia sexual perpetrada por los grupos delictivos; las víctimas son mujeres de entre 14 y 55 años de edad, muchas de las cuales son madres.
A partir de estos testimonios, la red identificó diferentes patrones de violencia. Uno de ellos es el asesinato de las parejas de las mujeres violentadas, ya sea frente a ellas (en el caso de seis de las víctimas) o en días anteriores a las agresiones sexuales. Además, dos de las víctimas relataron que los delincuentes secuestraron a sus esposos tras irrumpir violentamente en sus casas y desde entonces no han vuelto a verlos.
Otro patrón descrito es la violación frente a las hijas y los hijos de 20 de las mujeres; la mayoría de ellos eran menores de edad, incluyendo a bebés de apenas unos cuantos meses. Además, cuatro de las víctimas vivían un embarazo cuando sufrieron la agresión sexual.
Por otro lado, los actos violentos fueron perpetrados por grupos de dos a seis agresores –aunque hay relatos en los que las mujeres comparten que no recuerdan la cantidad de hombres que las violentaron–. Además, en diversas ocasiones estos agresores acusaron verbalmente a sus víctimas de ser esposas de Gabriel Jean Pierre, líder de la banda criminal G-Pèp.
Violencia en Cité Soleil deja a las mujeres en situación de vulnerabilidad extrema
Entre las mujeres atacadas por los grupos delictivos se encuentran comerciantes y madres que viven solas, quienes tuvieron que asumir el cuidado de sus familias tras el asesinato de sus parejas. Algunas de ellas fueron agredidas al salir de sus casas o refugios en busca de comida para sus hijas e hijos; otras, cuando intentaban escapar de la violencia desatada en Cité Soleil.
Por otro lado, según el informe de la RNDDH, la mayoría de las víctimas no pudo recibir atención médica tras la agresión. Esto, debido a que no podían trasladarse a un centro médico por la violencia generalizada en su comunidad o en otros casos, por desconocimiento y miedo a tomar nuevamente un tratamiento como la profilaxis antirretroviral para evitar contraer el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). A causa de esto, algunas de las mujeres violentadas temen haber contraído enfermedades de transmisión sexual o presentar un embarazo.
En su publicación, la RNDDH afirma que las mujeres y niñas son de los grupos más vulnerables y afectados por los constantes ataques entre las células delictivias que se disputan los barrios de Cité Soleil. A esto se suma la protección que ciertos sectores de la Policía Nacional de Haití ofrece al grupo G-9 an Fanmi e Alye; también, la falta de acción de las autoridades.
De acuerdo con la Red Nacional para la Defensa de los Derechos Humanos, estos factores han motivado las violaciones colectivas por parte de los delincuentes, quienes se sienten protegidos por la impunidad. Ante esto, el organismo exige que el Estado abandone la pasividad y profunda indiferencia que hasta hoy ha mostrado respecto al respeto a la vida de las y los haitianos; también solicita que se ofrezca atención médica y psicológica a las sobrevivientes de violencia sexual de la región, un país donde –además– el aborto está prohibido bajo cualquier circunstancia.
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