En la manifestación de este 13 de agosto, las mujeres protestaron por el acceso a la educación más allá del sexto grado. También levantaron la voz para acceder a espacios de trabajo que les han sido negados desde las medidas gubernamentales. Sin embargo, el régimen reprimió la manifestación con disparos que obligaron a las mujeres a dispersarse.
Una de las participantes en la protesta publicó un video en Twitter en el que se aprecia que tanto ella como otras compañeras suyas permanecieron encerradas en una farmacia luego de huir de los disparos.
Mujeres afganas en pie de lucha
La manifestación del pasado 13 de agosto no es la primera organizada por mujeres en contra del régimen actual. A inicios de este año, el 16 de enero, cerca de 20 mujeres protestaron frente a la Universidad de Kabul por las restricciones generales que el Gobierno talibán ha implementado en Afganistán.
Las asistentes también alzaron la voz por el asesinato de Zainab Abdullahi, quien murió días antes, cuando un grupo de hombres del talibán disparó contra su vehículo mientras la joven regresaba de una boda. Zainab ya había pasado los puestos de revisión cuando las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra su automóvil.
Dos meses después, el 26 de marzo, otro grupo de aproximadamente 20 mujeres volvió a protestar en una plaza pública de Kabul por el derecho a la educación de niñas, adolescentes y jóvenes. Esto, luego de que el régimen diera marcha atrás a su promesa de permitir que las mujeres acudieran a la escuela junto con los hombres. La movilización también fue reprimida con disparos de armas de fuego.
Otra de las manifestaciones tuvo lugar el 10 de mayo, cuando las mujeres se reunieron para oponerse al uso obligatorio del burka, un tipo de velo que las cubre de pies a cabeza y, en algunos casos, es impuesto como modo de esconder sus cuerpos en el espacio público.
Estos ejemplos son muestra de la resistencia frente a un régimen que prometió garantizar los derechos de mujeres y niñas pero que, por el contrario, continúa cerrándoles espacios en la sociedad afgana. Ante el panorama, las afganas siguen manifestándose e incluso arriesgan sus vidas con diferentes actividades a favor de niñas, adolescentes y adultas.
Afganistán, un país donde educar e informar ponen en riesgo a las mujeres
Con su nueva toma del poder, el Gobierno talibán ha prohibido que las niñas accedan a la educación más allá del sexto grado. Además, no permite que las mujeres desempeñen cargos públicos y, en el caso de las periodistas, las profesionistas no pueden trabajar para medios de comunicación estatales; si laboran en medios privados, entonces deben aparecer ante el público con el rostro cubierto.
Entre otras medidas, el régimen también ha retirado publicidad de las calles en donde aparecían mujeres con el rostro descubierto y maquilladas. De igual forma, la presencia de las mujeres en la televisión ha disminuido.
Frente a estas restricciones, diversas activistas se han organizado para ofrecer alternativas que no frenen el desarrollo de niñas y jóvenes. Una de ellas es Pashtana Durrani, quien lidera una asociación de escuelas que ofrecen educación a cerca de 400 niñas. Además, Durrani capacita a parteras en zonas rurales de Afganistán para reducir el índice de mortalidad materna en el país.
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Por su parte, la presentadora de noticias Sonia Niazi optó por cubrirse el rostro como lo ordenó el Gobierno antes de ceder su lugar en el espacio de trabajo. Esta es otra forma de resistir ante la presión del talibán por recluir a las mujeres al espacio doméstico.
Estas acciones, sin embargo, pueden poner en riesgo la vida de las afganas. Tras las manifestaciones del 16 de enero, por ejemplo, Parwana Ibrahimkhel y Tamana Zaryabi Paryani desaparecieron luego de que hombres armados las sacaran a la fuerza de sus domicilios. Las y los familiares de las dos mujeres reportaron que fueron liberadas días después, aunque no sin repercusiones en su salud mental y emocional.
A pesar de esto, las activistas y defensoras afganas continúan en la organización y protesta en contra de las violencias hacia sus derechos y pierden la esperanza de ganar terreno frente a la opresión de un gobierno abiertamente misógino.
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