En
el marco de la CELAC, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto anunció
una reunión con el Ministro del Interior francés, Jean Marc Ayrault,
donde se habría dado inicio diplomático a la importación a México del
modelo galo de Gendarmería Nacional, tal cual el nuevo Gobierno
mexicano la quiere para el país y que fuera promesa del PRI durante las
elecciones presidenciales del 2012.
La intención, según su plataforma, es crear un mando único de policía que se encargue de las labores de seguridad pública rural y semiurbana (y urbana, cuando sea requerida) en el marco de la guerra contra el narcotráfico que actualmente está en manos del Ejército. Esto supondría la desincorporación paulatina de las Fuerzas Armadas de las tareas de vigilancia, propias de la aún existente Policía Federal, para que pasen a manos de los presuntos gendarmes que, según el modelo francés, seguirían siendo militares, pero a las órdenes de la Secretaría de Gobernación.
Gatopardismo policiaco, pues continuarían siendo escuadrones del Ejército los encargados de las tareas que de por sí ya realizan y que tanto desprestigio les ha causado en las calles de varias capitales mexicanas, incluida la periferia de la Ciudad de México, donde han tenido lugar los más recientes reportes de muertes relacionadas al crimen organizado. Sin embargo, más allá del simple cambio de uniformes, las estadísticas no juegan a favor de la milicia cuando de cuidar la seguridad de la población se trata.
El cable 09CIUDADJUAREZ22 desclasificado por Wikileaks , muestra un ascenso en los números por delitos cometidos en Ciudad Juárez, Chihuahua, del año 2007 al 2008, cuando fuera implementado el llamado Operativo Conjunto Chihuahua y que marcara el arribo de efectivos del Ejército a esta ciudad fronteriza.
De acuerdo con las estadísticas, los homicidios en Juárez pasaron de
308 cometidos en 2007, a 1,633 en 2008.
Robo de bancos: De 8 en 2007, a 86 en 2008.
Robo de autos: De 9,163 en 2007, a 16,929 en 2008.
Asalto de autos: De 327 en 2007, a 1,650 en 2008.
Y así, las extorsiones aumentaron en 563 casos,
el secuestro a 31 casos
y los incendios grandes a 22 casos
en el año que entró el Ejército a esa ciudad, sin detallar que activistas y madres de hijas desaparecidas acusan a militares de proteger a los responsables de asesinatos que tan sólo en la primera mitad del 2012 sumaron 183 niñas (contadas por miles a lo largo de 19 años de impunidad) y cuyos restos pretenden ser olvidados en las morgues de la ciudad o en el gigantesco cementerio clandestino en el cual se ha convertido el Valle de Juárez.
Pero con la Gendarmería Nacional se pretende tener en observación las acciones militares a su encargo. Lo cual avizora para los especialistas, no necesariamente el control de las nuevas fuerzas de reacción, sino con ellas implementar la reestructuración de la vieja estrategia priísta de ocupar la estructura de seguridad pública para operaciones políticas. En otras palabras: revivir la ex Dirección Federal de Seguridad (DFS) bajo otras siglas, y convertirla en una especie de CIA mexicana, según lo ha reconocido el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong y para lo cual ya sostuvo reuniones con autoridades de Estados Unidos, Colombia, Francia, Inglaterra, España y Centroamérica.
Algo atroz si así se confirmara, pues la historia de la DFS mexicana es impresentable. De 1960 hasta su desaparición en 1989 fue la responsable de la mayoría de los Crímenes de Estado cometidos en la nación. Sus labores de contención y reacción incluían detenciones ilegales, desapariciones forzadas y espionaje contra luchadores sociales, líderes opositores, políticos, empresarios y periodistas, uno de ellos, el mítico Manuel Buendía, asesinado en 1984 por obra intelectual del exjefe de la dependencia, José Antonio Zorrilla Pérez.
Y no es tras la desaparición de la DFS que tales crímenes ya no se hayan cometido. El Comité de Familiares de detenidos-desaparecidos "Hasta Encontrarlos" inculpa al Estado mexicano por la detención y desaparición por motivos políticos de más de 13,000 personas y 45,000 ejecuciones extrajudiciales a lo largo de los últimos doce años, sumados a los 100,000muertos calculados por la llamada "guerra contra el narco" y 200,000 desplazados debido a ella.
¿Cómo la nueva Gendarmería Nacional cambiaría esta horrenda realidad?
Y es que aún falta por conocer la implementación de las recomendaciones a esta nueva Gendarmería mexicana de parte del exjefe de la Policía Nacional de Colombia, el general Oscar Naranjo Trujillo, quien en la previa electoral fuera presentado como la guía de Peña Nieto en materia de seguridad pública y que se hiciera famoso por la articulación de "Grupos de choque" contra "grupos armados" en Colombia, lo que de igual forma recomendó para México. Sin aclarar que, en el caso colombiano, tales "grupos de choque", a la postre se convirtieron en los "Escuadrones de la muerte", uno de los principales violadores de derechos humanos de ese país, que lo mismo atacan a narcos que a campesinos.
El PRI tiene mucho poder en sus manos ahora. Las decisiones que tome con base a la protección política y administrativa que le ha jurado a quienes le patrocinaron su vuelta al poder, serán determinantes en el inmediato curso del país. ¿Abatir la violencia en México? Nadie podría estar en desacuerdo ¿Hacerlo con fuego y palos, pero sin tocar un tramo de la larguísima telaraña de corrupción política-económica que avala el negocio de la violencia en el país? Las consecuencias, además de fatales para el pueblo, terminarían por enterrar a México en una tumba de saqueo y miseria tan profunda, que ni gendarmes, ni instituciones algunas podrían rescatarlo.
Sólo, quizá, hasta que sus propios muertos se levanten.
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