Miguel Pallares / enviadoLunes, 28 de enero de 2013
El presidente del Consejo Coordinador Empresarial del Caribe, Francisco Córdova, afirmó que un convenio con exenciones de impuestos y apoyos es excluyente. La presidenta de la Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias capítulo Cancún, Leslie Hendricks, coincidió en la iniquidad en el apoyo a empresarios extranjeros y locales, por lo que pidió igualdad de condiciones para las iniciativas mexicanas. El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado solicitó hacer una evaluación seria y urgente del proyecto. Dragon Mart no sólo se enfrenta a la inconformidad del sector empresarial mexicano, sino que el Instituto Nacional de Antropología e Historia presume la existencia de elementos arqueológicos e históricos en el predio. |
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Editorial La Jornada
El
Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) alertó ayer
sobre la posibilidad de que el proyecto Dragon Mart en Cancún no se
encuentre dirigido al mercado mexicano, sino que sea, en realidad, un
antecedente para triangular el comercio internacional, a fin de
crear un acceso preferencial al mercado de Estados Unidosy usar a nuestro país como trampolín hacia la nación vecina, aprovechando la posición de México como integrante del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En ese caso, sostiene el organismo,
estamos en la antesala de una pérdida de capacidades productivas y creación de comercio.
Frente a semejante perspectiva, el CEESP pidió una investigación
gubernamental urgente, a fin de desechar la posibilidad de que el
proyectado centro de acopio, exhibición y distribución de la industria
china en nuestro país sea una fachada de prácticas desleales de
importación, pues
no podemos ponerle la mesa del libre comercio regional a una economía que no practica nuestros mismos principios sobre la base de una competencia real. En el mismo documento, el CEESP afirma, sin embargo, que
el libre comercio, como generador de crecimiento, progreso material y bienestar de las naciones, es un postulado no sujeto a mayor cuestionamiento.
Por lo que puede verse, el organismo de la iniciativa privada olvida
que los cuestionamientos mayores al modelo de libertinaje comercial
impuesto por el neoliberalismo en la mayor parte de los países
–cuestionamientos que sí existen y que se han expresado masivamente en
buen número de naciones– vienen señalando desde hace por lo menos tres
lustros los desastres sociales y los peligros económicos que entraña la
aplicación indiscriminada y acrítica de tal postulado: la competencia
comercial real es imposible entre economías y sociedades tan dispares y
asimétricas como las de Estados Unidos y México. Por eso, a mediados de
los años 90 del siglo pasado la industria nacional resultó
prácticamente aniquilada por la incapacidad de competir con los
productos extranjeros; otro tanto ha venido ocurriendo con la
producción agrícola y los servicios financieros, y el país padece ya
los efectos negativos en el sector comercial de la apertura a rajatabla
iniciada por el gobierno de Carlos Salinas y continuada por los de
Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Además
de una perceptible bonanza para ciertos sectores minoritarios, esos
fenómenos han dado lugar a un drama social extendido y profundo:
devastación del agro, crecimiento desmesurado de la marginalidad en las
ciudades y un incremento exasperante de las desigualdades sociales.
Tales consecuencias del libre comercio –entendido como se aplicó en
México, es decir, como entrega de los mercados internos a cambio de
nada– ha sido, junto con otros lineamientos del programa neoliberal,
uno de los factores que permiten explicar el auge explosivo de la
delincuencia y la inseguridad.
Por lo demás, con el telón de fondo de una economía globalizada, ha
resultado inevitable que la apertura comercial hacia Estados Unidos y
Canadá haya sido acompañada de una invasión del mercado mexicano por
productos asiáticos y un consiguiente debilitamiento adicional de los
productores nacionales.
Los riesgos del establecimiento del Dragon Mart en Cancún, aludidos
por el CEESP en su más reciente boletín, son sin duda reales, y es de
lamentar que el organismo no mencione los peligros que ese proyecto
entraña para otros ámbitos, además del comercial, como el ecológico y
el social. De la misma forma, resulta desolador que el pensamiento
empresarial y corporativo aún no sea capaz de establecer la relación
causal entre la apertura comercial indiscriminada emprendida por los
sucesivos gobiernos desde 1988 y algunos de los conflictos sociales que
hoy padece el país. Tal vez esa cortedad de miras se explique por el
papel del sector privado como el principal promotor ideológico y
político del libre comercio, papel que no se niega en el
posicionamiento comentado.
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