Pedro Miguel
Oportunidad:
sazón, coyuntura, conveniencia de tiempo y de lugaro bien
sección de un comercio en la que se ofrecen artículos a un precio más bajo del que normalmente tienen, define la Real Academia. María Moliner propone:
cualidad de oportuno; “Aprovechar, Ofrecer[se], Presentarse, Surgir, momento o circunstancia oportunos para cierta cosa: ‘Aprovecharé la primera oportunidad para hablarle’”, o bien
venta de existencias a precios más bajos.
Esto, oportunidades, es precisamente lo que han prometido en forma
explícita los gobiernos neoliberales desde que Salinas de Gortari fue
incrustado en la silla presidencial (1988) y ha de reconocerse que él y
sus sucesores hasta Peña Nieto han honrado su palabra y han cumplido el
ofrecimiento. El propio Salinas ofreció a los ejidatarios la
oportunidad de vender sus tierras; dio a los consumidores la
oportunidad de comprar agua importada de Francia, baratijas
electrónicas asiáticas y prendas estadunidenses; a unos cuantos
potentados les otorgó la oportunidad de adquirir bienes nacionales
a un precio más bajo del que normalmente tienen. A los habitantes de zonas pobres y marginadas les dio las oportunidades de recibir material de construcción y otras ayudas y de expresar su agradecimiento votando por el PRI; a los industriales les brindó la oportunidad de cerrar sus fábricas, despedir a sus trabajadores y mover sus capitales al comercio, la importación y la especulación. También dio al país la oportunidad de desembarazarse de potestades y de transferirlas a un marco trilateral dominado por Estados Unidos y Canadá.
Zedillo será recordado por haber dado a la población en general la
oportunidad de pagar las deudas de los banqueros privados; la de
librarse del molesto ruido de los ferrocarriles; la de buscar casas y
trabajos tras perder los que tenía en la crisis de 1994-1995 y la de
votar por el PAN en las elecciones de 2000. A ese partido le dio la
oportunidad de llegar a la Presidencia y a los zapatistas de Chiapas
les ofreció, una y otra vez a lo largo de seis años, diversas
oportunidades de firmar su rendición incondicional. Zedillo y sus
sucesores continuaron con la estrategia salinista de repartir pequeñas
prebendas entre algunos de los sectores más pobres de la población.
Fox fue particularmente pródigo en prometer oportunidades para
todos: vocho, changarro, tele y lavadora (no de dos patas). A sus
allegados les ofreció oportunidades de hacerse ricos en forma rápida
mediante el otorgamiento de contratos y la adjudicación de bienes del
Fobaproa-Ipab a precios, sobra decirlo, de verdadera oportunidad.
También dio a miles de estudiantes la oportunidad de conocer las
computadoras y los proyectores digitales, aunque fuera empacados en sus
cajas, y de ser testigos (al menos en la virtualidad de los anuncios
oficiales) de una conexión a Internet. Al país entero le brindó la de
convertirse en un potencial protectorado militar estadunidense al
uncirlo a la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del
Norte (ASPAN) y a Felipe Calderón, la de ahorrarse el engorroso trámite
de ganar una elección para asumir la Presidencia.
Calderón
siguió con la práctica de repartir oportunidades de enriquecimiento
rápido entre los amigos y compinches; ofreció a Washington la de
decidir las políticas internas de seguridad y de hacerse con toda la
información de inteligencia nacional; brindó la oportunidad de ejercer
el control territorial de diversas zonas del país a varias
organizaciones delictivas –muchos dijeron que favorecía sólo a una de
ellas–, y dio a decenas de miles de trabajadores electricistas de Luz y
Fuerza del Centro la oportunidad de empezar una nueva vida tras perder
su fuente de trabajo.
Con estos antecedentes nada de raro tiene el que la secretaria de
Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga (a quien Salinas le dio la
oportunidad, en la intimidad de su despacho, de probarse la banda
presidencial), haya advertido que el programa
Oportunidades ya no va a beneficiar a las que tengan muchos hijos, sino que va a apoyar a las que tengan pocos hijos. Simplemente, retirará a las familias prolíficas el reparto de
momentos o circunstancias oportunos para cierta cosa. No hay en sus palabras violación de ningún derecho, porque los derechos no tienen nada que ver con las oportunidades. Por eso el programa así llamado y otros de corte similar pueden ser operados en forma discrecional, propagandística, discriminatoria y electorera.
Las barbaridades de Robles Berlanga son representativas de la
mentalidad oportunista que ha imperado en las instituciones durante el
ciclo neoliberal pero no dejan de ser anecdóticas. Lo relevante es que
esta proliferación de oportunidades ha destruido a México. Es necesario
mandar al carajo el modelo de país de oportunidades y construir o
reconstruir un país de derechos.
Twitter: @Navegaciones
No hay comentarios.:
Publicar un comentario