Por
El
gusto de haber recuperado la gubernatura de San Luis Potosí hace cinco
años le durará muy poco al PRI. La fallida administración del doctor
Fernando Toranzo, a quien los mismos priistas definen como “el
gobernador gris”, ha colocado al viejo partido en franca desventaja en
las encuestas que en estos momentos apuntan a que el PAN recuperará en
2015 el gobierno estatal y con ello, el estado potosino volvería a ser
un bastión importante para el partido blanquiazul.
El senador del PAN, Octavio Pedroza Gaitán, ex alcalde de la
capital, es actualmente el puntero en las encuestas rumbo a los
comicios potosinos de 2015 y aparece muy por arriba de cualquiera de
los aspirantes del PRI que no logran despuntar, en parte por la falta
de un perfil fuerte en el priismo local y en parte por el pesado fardo
en que se ha convertido el gobernador Toranzo y su anodina personalidad.
El panista Pedroza Gaitán supera por casi dos a uno en intención del
voto al priista mejor posicionado que es el alcalde de la ciudad de San
Luis, Mario García Valdez, quien a pesar de ocupar la segunda posición
política del estado, después de la gubernatura, tampoco ha tenido un
desempeño significativo y a su falta de trayectoria se le suman
denuncias de presunta corrupción y la carencia de un equipo político
fuerte que lo ayude en su proyecto.
Y si el alcalde potosino no pinta, peor están otros aspirantes del
PRI. Uno de ellos es el secretario de Gobierno, Cándido Ochoa, un
jurista reconocido pero con poca presencia política. A pesar de su
posición son conocidos sus desencuentros con el gobernador, aunque se
dice que su influencia real la ejerce con la señora María Luisa Ramos,
esposa de Toranzo, y cuya injerencia en los asuntos públicos le ha
ganado en la prensa local el mote de “la señora gobernadora”.
Pero si la “señora gobernadora” tiene su gallo con el secretario de
Gobierno, el señor gobernador también tiene el suyo con el secretario
de Desarrollo Social, Fernando Chávez Méndez, hombre de todas las
confianzas de Fernando Toranzo, con buena presencia en los medios
locales pero, dicen incluso sus amigos periodistas, “con poco carisma y
con un perfil muy polémico” para la conservadora sociedad potosina.
Detrás de ellos aparecen varios priistas más con pocas posibilidades de
figurar: Juan Manuel Carrera, secretario de Educación estatal; Jesús
Ramírez Stabros, coordinador de Vinculación de la Presidencia de la
República, cercano al presidente Peña Nieto pero con poca presencia
local en San Luis Potosí y Fernando Pérez Espinoza, presidente del
Congreso local.
Por el lado del PAN, si bien el senador Pedroza Gaitán lidera en las
encuestas, también se han apuntado la senadora Sonia Mendoza Díaz y el
diputado local Juan Pablo Escobar, ambos con fuerte presencia en el
panismo estatal pero sin los niveles de popularidad del senador Octavio
Pedroza, y el eterno aspirante panista a la gubernatura, Alejandro
Zapata Perogordo, quien a pesar de su cercanía con Gustavo Madero,
arrastra la derrota de 2009 cuando perdió contra Fernando Toranzo.
Así que, en el escenario de 2015, de por sí complicado para el PRI a
nivel federal por el mal manejo de la economía del país, San Luis
Potosí podría convertirse en un descalabro más para el priismo y para
el presidente Peña Nieto. Porque si, como se ve venir ahora en las
encuestas, el estado potosino se vuelve a pintar de azul, no sólo sería
un signo de recuperación del panismo, sino una señal de retroceso del
priismo a la mitad del sexenio en el que recuperaron el poder.
NOTAS INDISCRETAS… A confesión no pedida, acusación manifiesta, es
el comentario que se escucha en los corrillos políticos ahora que al ex
presidente Felipe Calderón le dio por salir a hablar en entrevistas de
lo que hizo y no hizo en su sexenio, a propósito de su libro Los retos que enfrentamos, los retos de México y las políticas públicas para resolverlo.
Y es que Calderón ha hecho comentarios que no han caído nada bien en la
opinión pública porque, lejos de explicar sus fallas, parece intentar
justificar sus carencias. Una de ellas tiene que ver con su dicho de
que a él le “faltó una oposición constructiva para aprobar las
reformas”, en alusión a las iniciativas del presidente Peña Nieto que
recién se aprobaron en el Congreso.
Lo que Calderón no dijo es que, más que una oposición distinta, le
faltó talento político y buenos operadores para negociar con el
Congreso, además de no haber sido un presidente tan intolerante con sus
opositores. La otra declaración del ex presidente que causó polémica
tuvo que ver con Michoacán: “Nosotros sabíamos que había autoridades
coludidas con el crimen”, dijo Calderón y reveló detalles de cómo
operaban en complicidad autoridades y narcotraficantes. Pero la gran
pregunta que todos le hicieron ayer en internet fue ¿y por qué no actuó
y aplicó la ley? Porque la única vez que lo intentó con el
“Michoacanazo”, terminó en un ridículo monumental cuando su procurador
no pudo sustentar las acusaciones contra alcaldes y diputados
michoacanos. Y entonces ¿Calderón explica o justifica las ineptitudes
de su administración?… Los dados cierran semana. Escalera.
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