8/15/2014

México, huevo sin yema?


Detrás de la noticia
Ricardo Rocha 
Por muy diversas razones, me he venido construyendo una imagen de cómo veo este país a partir de las reformas constitucionales de los meses recientes. Como si cada una fuese una pieza cóncava o convexa, según se vea, y paulatinamente se ensamblaran una a otra para ir armando un huevo gigantesco. Ni cómo menospreciar la educativa, la fiscal, la política, la de telecomunicaciones y la apenas aprobada madre de todas ellas: la energética. Sí, era la pieza que faltaba y ciertamente el tamaño del huevo es ahora descomunal. El problema es que está vacío. O sea, es el puro cascarón. Y me pregunto cuánto puede durar así: durísimo cuando se le presiona en sus elipses y fragilísimo cuando se le golpea por la mitad.
¿Cuánto más ha de resistir este país sin un núcleo poderoso que lo cohesione y lo haga más homogéneo? ¿Menos desigual? A ver: de los 110 millones que somos, 60 millones están bajo la línea de la pobreza; 25 o 30 millones —según la vara con que se mida— padecen hambre cada día; hay 8 millones de jóvenes ninis a los que les hemos cancelado el futuro y 6 millones de analfabetas que nos restriegan en la cara nuestro subdesarrollo; seis de cada diez que trabajan, sobreviven en la economía informal sin pagar impuestos pero con cero prestaciones sociales. Y el problema no es de falta de recursos, que va: en el pobrísimo 2013, cuando apenas crecimos
1.1%, los 46 bancos comerciales que operan en México reportaron ganancias a la Bolsa Mexicana de Valores por más de 107 mil millones de pesos; los cinco principales se llevan 84% de esas utilidades; en el primer semestre de este 2014, una semana sí y otra también, el FMI, el Banco Mundial, el Banco de México, las calificadoras internacionales y ahora la CEPAL, nos tunden con una caída sistemática de las perspectivas de crecimiento para este año, reducidas ya a 2.5% según los optimistas y a menos de dos según los realistas. Pero he aquí que en el mismo periodo tan sólo una minera, Grupo México, captó 15 mil 320 millones de pesos en utilidades. Así que la pregunta obligada es ¿por qué estos Goliats financieros, industriales y comerciales obtienen ganancias riquísimas en un país cada vez más pobre? 
Es que el caduco sistema neoliberal que aquí aplicamos a ultranza durante los cinco sexenios recientes priístas y panistas así está diseñado: cada vez menos que tienen más y cada vez más que tienen menos. El ejemplo más dramático, en este periodo, es la caída en 73% del poder adquisitivo de los trabajadores de este país; es decir, ahora hay que pagar 10 pesos por lo que antes costaba sólo tres. Tiene razón el jefe de Gobierno Miguel Angel Mancera cuando propone elevar el salario mínimo; porque cada día hay más mexicanos a los que simplemente ya no les alcanza para atender las necesidades mínimas de sus familias. 
Pero hace falta mucho más: una enorme voluntad política y un consenso inédito e histórico entre gobierno, iniciativa privada, partidos y legisladores, para cambiar un modelo económico que ya está agotado y eleva cada vez más el riesgo de un estallido social; el destino nos está alcanzando y probablemente lo haga antes de que las dichosas reformas se traduzcan en más dinero en el bolsillo de los mexicanos. Y no es un asunto de conmiseración sino de conveniencia; a nadie le conviene que haya más pobres, porque luego quién compra. Así que dentro del cascarón de las reformas es imperativo desarrollar un núcleo, un modelo propio que nos de la sustancia necesaria. Tener el valor de construir un modelo mexicano de crecimiento Tenemos aquí dentro un enorme mercado potencial interno que necesita ser reactivado urgentemente. Ya sé que algunos argumentarán el riesgo de inflación. Sobre eso deberían estar trabajando los geniecillos de Hacienda y el Banco de México. Necesitamos un huevo completo. O mejor dos. 

ddn_rocha@hotmail.com

Periodista

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