Por Ricardo Monreal Ávila
adnpolitico
Los
legisladores mexicanos somos de los mejores pagados del mundo. Dietas,
prestaciones, compensaciones y subvenciones, algunas de ellas libres de
impuestos, forman parte de un ingreso más que suficiente para vivir de
manera digna.
En algunos países como Noruega, Francia, Chile o
Japón, la distancia entre el ingreso de los ciudadanos que ganan el
mínimo y sus representantes en el Parlamento (que suelen llegar en
metro o en taxi a sus oficinas), no rebasa las 20 veces. Aquí es de 75
veces.
Las subvenciones complementan el ingreso de los diputados
mexicanos. Son recursos financieros que se asignan a los grupos
parlamentarios para apoyar el desarrollo de sus actividades
legislativas, de gestoría y de traslados que de manera permanente
realizan durante la Legislatura.
Las subvenciones que actualmente
se otorgan en San Lázaro están especificadas en la ley y son de cuatro
tipos: subvenciones ordinarias fijas, subvenciones ordinarias
variables, subvenciones de apoyos legislativos y subvenciones de
honorarios. Legalmente, no existe la denominación “subvenciones
extraordinarias”.
Eventualmente, se llegan a contemplar
“subvenciones específicas”, no extraordinarias, y son aprobadas por la
Junta de Coordinación Política, no por el Comité de Administración,
teniendo que especificar el fin y la duración de esta subvención.
En
mis más de 17 años de carrera parlamentaria, no había escuchado este
concepto, hasta ahora que he fungido como coordinador del Grupo
Parlamentario de Movimiento Ciudadano en la LXII Legislatura.
En
el contexto de la aprobación de las reformas estructurales, empezaron a
ser depositadas desde el año pasado, en la cuenta del Grupo
Parlamentario, diversas cantidades por concepto de “subvención
extraordinaria”. Siete millones de pesos el 15 de octubre; cinco
millones el 20 de marzo de este año y tres millones más el pasado 30 de
julio, para dar un total de 15 millones de pesos.
Al no encontrar
justificación ni sustento a estas aportaciones extras, busqué
regresarlas primero a la Tesorería de la Cámara, y posteriormente a la
Tesorería de la Federación, sin que fueran recibidas porque se trataba
de una devolución inédita, sin un antecedente procedimental.
Si
bien esta Legislatura ha sido una de la más productivas en términos de
reformas, modificaciones y aprobaciones de leyes (con jornadas
extenuantes y debates de más de 60 horas de duración); ello no debe dar
pauta para recibir subvenciones extraordinarias ni, mucho menos, bonos
de marcha de millón de pesos por legislador, como se plantea otorgar el
próximo año, cuando concluya este trienio.
Ya son muchos los
agravios acumulados que ha recibido la ciudadanía de parte de la clase
política en general, como para ahora prodigarle una bofetada al sentido
común desde la que se supone es la casa de los representantes del
pueblo y de la sociedad mexicana.
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