Bernardo Barranco
Frederic Martel publicó un
libro en que sostiene que 80 por ciento del clero de la curia romana es
homosexual. Paradójicamente esta mayoría homosexual en Roma es homófoba.
La utilizada como una máscara para encubrirse. El 21 de febrero en
Roma, justo en el inicio de la cumbre antipederastia convocada por el
papa Francisco, se presentó este libro titulado Sodoma,
traducido a varias lenguas. Tuve la oportunidad de estar presente en la
sala internacional de periodistas donde el autor explicó la naturaleza
de su investigación. Cuatro años de trabajo, mil quinientas entrevistas,
30 países visitados, 80 investigadores de apoyo y traducción en
diversos países y 14 abogados que lo defiendan de posibles demandas. Sin
duda, el libro es no sólo una bomba, sino un éxito editorial por un
enfoque no explorado. Su lanzamiento internacional es orquestado como un
producto global. Es fruto de una paciente investigación cualitativa que
despierta sorpresas en su contenido y cierto morbo, en los países
católicos, como secuela de los escándalos de abuso sexual de clérigos a
menores.
Sodoma, título del libro, fue una ciudad situada a orillas del mar
Muerto según los textos del Antiguo Testamento. Junto a Gomorra, fue
destruida por Yavhé. Sodoma, según los relatos, era lugar de perversión,
vicios y perdición, castigada con violencia divina por una implacable
lluvia de fuego y azufre.
La tesis central del libro es la incongruencia del discurso homófobo
de los más altos jerarcas de la Iglesia católica de cara a su práctica y
vida homosexual. El posicionamiento público de los jerarcas romanos
contradice su comportamiento secreto y privado. Hay una suerte de
hipocresía patológica, según el autor, pues existe una discordancia
profunda entre su rechazo tajante y visceral ante todo lo homosexual con
sus propios secretos íntimos. Mientras más críticos son con la
homosexualidad, más lujuriosa es su vida oculta como gays, opina el
autor. ¿Cómo explicar que cardenales homosexuales ataquen con todo al
papa Francisco? Un gay friendly, es decir, tolerante y hasta
condescendiente con los homosexuales. Sin embargo, el investigador
francés no vincula la homosexualidad con el abuso pederasta del clero.
Nos introduce a una manera alternativa para interpretar los laberintos
vaticanos del poder. Martel reinterpreta a lo largo de sus más de 600
páginas la renuncia de Benedicto XVI, la crisis de Vatileaks, la
lucha de poder entre camarillas y redes de clérigos homosexuales, entre
otros episodios. Reinterpreta con nuevos parámetros los pontificados de
Paulo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Circulan en la lectura
personajes siniestros como Marcial Maciel, Fernando Karadima (Chile),
Alfonso López Trujillo, cardenal colombiano que le declaró la guerra
frontal a la teología de la liberación. También aparecen como cabezas de
clóset homosexual los secretarios de Estado Angelo Sodano y Tarcisio
Bertone. Retrata las redes de complicidades palaciegas que son
consecuencia, entre la corrupción, la cobertura y el chantaje. Hay
relatos abrumadores de una extraña relación de atracción-repulsión de
actores eclesiásticos que se han envilecido.
En la conferencia de prensa en el centro histórico de Roma, diversos
vaticanistas lo encararon, reprochando la falta de seriedad y rigor en
su investigación. Es un análisis de entrevistas y hasta chismes, muchos
sin posibilidad de corroborar. Con humor, Martel respondió que sólo un
investigador gay como él podría hacer un trabajo de tal envergadura
porque conoce los códigos de las comunidades homosexuales. Recapituló
que recibió información en entrevistas de 41 cardenales, 52 obispos, 45
nuncios apostólicos, periodistas, embajadores extranjeros y más de 200
sacerdotes y seminaristas para develar el secreto mejor guardado en la
Iglesia: la homosexualidad como sistema dominante. Incluso se ufanó de
haber usado la seducción para adquirir información, aportación
novedosaa la metodología científica. Y reprochó a los vaticanistas:
Ustedes no entienden nada de lo que ocurre en el Vaticano, o peor, son cómplices de los secretos de alcoba de los altos monseñores.
Bajo esta lupa, Martel analiza la crisis de vocaciones sacerdotales.
Antes el sacerdocio era una salida digna para un joven homosexual. Con
la apertura y mayor comprensión social a la condición, ahora la Iglesia
resulta poco atractiva. Porque se ha convertido en un espacio de
homosexualidad unas veces casta, otras veces, la mayoría manifiesta y
promiscua, pero siempre teñida de homofobia
En el diario Francés Le Figaro, el dominico
Thierry-Dominique Humbrecht ofrece una lectura crítica del libro.
Reconoce revelaciones impactantes, pero ante todo increpa que es un
trabajo militante. Un periodista miembro de la comunidad gay reprocha al
Vaticano y a la Iglesia vivir no sólo una identidad homosexual
retorcida, es decir, esquizofrénica, escondida y reprimida, sino también
una sistemática agresión a las comunidades gays reales que viven con
libertad su condición. El dominico reconoce que Martel pretende forzar a
la Iglesia a evolucionar sobre la homosexualidad.
Martel, en Sodoma, nos introduce a las entrañas del Vaticano
con diferentes claves de lectura. Ahí su originalidad. Exhibe espesuras
fangosas desconocidas de la institución eclesiástica y un embarazoso
sistema. Bajo una ley no escrita, lo que él llama
el código Maritain, clave que posibilita comprender los cimientos, actitudes y comportamientos de los actores no sólo del Vaticano, sino de muchas Iglesias locales. La Iglesia mexicana no escapa de esta investigación provocación. No sólo existe Maciel, no es él un accidente aislado, hay muchos otros actores agazapados en el clóset. Seguro vendrán nuevas pesquisas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario