La llegada de Andrés Manuel
López Obrador a la Presidencia de México tuvo una importante repercusión
en el impulso a las luchas antineoliberales en América Latina y el
Caribe (ALC). En la medida en que se acercaban las elecciones
presidenciales y crecía su candidatura fue causa de alegría y esperanza
en los círculos revolucionarios y progresistas de nuestra América.
Hagamos un poco de historia.
Cuando se realiza la elección presidencial mexicana (7/2018), nuestra
región sufría una importante regresión política hacia la derecha y
hacia la hegemonía del neoliberalismo a consecuencia de los éxitos
temporales cosechados por una desbocada ofensiva imperialista
oligárquica, que continúa. Al batacazo que significó la derrota
electoral de la izquierda argentina en 2015, se sumó en 2016 el golpe
parlamentario-judicial-mediático contra la presidenta de Brasil, Dilma
Rousseff, y el establecimiento de un gobierno títere de Estados Unidos
en ese país, hecho que marcó un gran giro a la derecha en la correlación
regional de fuerzas. Luego vino el encarcelamiento de Lula para
impedirle competir en los comicios brasileños de octubre de 2018, donde
habría sido el seguro vencedor, medida indispensable para consolidar el
retorno neoliberal. Esto, acompañado por una monumental campaña de
descrédito contra el Partido de los Trabajadores, muchos de cuyos
miembros fueron a dar a la cárcel, procesados como Lula con total
ausencia de pruebas. Otro gigantesco fraude en Honduras impidió en 2017
el regreso al gobierno de las fuerzas progresistas y permitió la
permanencia en el cargo del delincuente y agente del imperialismo Juan
Orlando Hernández. La judicialización de la política o lawfare
se extendía hasta Argentina, donde Cristina Fernández de Kirchner y
varios de sus colaboradores eran objeto de feroz persecución judicial y
varios de ellos fueron a dar a la cárcel con causas inventadas.
A todas estas, poco después de que Trump asumió la presidencia de
Estados Unidos desencadenó una embestida extraordinaria por su
ferocidad, cinismo e irracionalidad contra las revoluciones cubana y
bolivariana, como si hubiesen sido pocas las medidas punitivas y
unilaterales antivenezolanas de Obama y las que Cuba continuó sufriendo
luego de la discreta apertura del mandatario afroestadunidense. El
objetivo es matar de hambre y enfermedades a cubanas y cubanos,
venezolanas y venezolanos, no castigar a sus gobernantes como
desvergonzadamente afirman los voceros del imperio.
En este cuadro, la victorial electoral de AMLO fue motivo de un
enorme júbilo en la izquierda de ALC, que con toda razón festejó el
acontecimiento como propio. Así también la ejecutoria en contra de las
políticas neoliberales en su primer año de gobierno, con una
extraordinaria transferencia de recursos económicos a grandes sectores
desfavorecidos de la población, particularmente a los pueblos
originarios, el rescate del sector energético de la ruina y entrega a
las trasnacionales en que lo dejaron los neoliberales, la defensa de la
soberanía, la no intervención y otros principios muy importantes de
política exterior consagrados en la Constitución mexicana, son medidas
que han ejercido un estímulo muy importante en el desencadenamiento de
la actual rebelión antineoliberal de los pueblos de nuestra América. No
es que el gobierno mexicano se lo haya propuesto ni haya tenido que ver
con la organización de las protestas en curso. Muy lejos de eso. Lo que
ha hecho México es simplemente dar el ejemplo de que se puede emprender
un camino alternativo al neoliberal en un momento en que desde la
derecha y autores autodenominados de izquierda daban por clausurado el
llamado ciclo progresista en ALC. Supuestamente entraríamos en una etapa
interminable de restauración conservadora, pero lo que estamos viendo
es una eclosión de rebeldía frente a la brutal represión de los
neoliberales. Prueba importante, unida a todo lo que hemos mencionado,
es la victoria electoral del binomio Fernández-Fernández en un país de
la importancia de Argentina.
Un hecho que ha engrandecido y ganado un enorme respeto en nuestras
tierras americanas al gobierno de México ha sido la admirable operación
de rescate y asilo político en México a Evo Morales y Álvaro García
Linera, presidente y vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia,
derrocados por un golpe de Estado fascista. AMLO ha sido muy claro:
Evo no sólo es nuestro hermano que representa con dignidad al pueblo mayoritariamente indígena de Bolivia. Evo fue víctima de un golpe de Estado. Y desde México para el mundo, sostenemos: democracia sí, militarismo no.Un dato no menor es que la primera visita de Estado de un presidente a México en la 4T fue la del cubano Miguel Díaz-Canel.
Es de gran importancia para nuestra América que México asumirá la
presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños a
partir de enero de 2020, pues constituye una garantía de que
reverdecerán la unidad e integración de nuestra región.
Twitter: @aguerraguerra
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