MÉXICO,
D.F. (apro).- Creada para velar por “salarios dignos” de los
trabajadores y sus familias, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos
(Conasami) prácticamente “ha navegado de muertito” en los últimos 27
años.
Los integrantes de ese órgano descentralizado en el que participan
líderes sindicales, representantes de la cúpula empresarial y del
gobierno se reúnen el último mes del año desde 1987, para firmar los
simbólicos incrementos salariales fijados de acuerdo con la inflación
anual.
Para el investigador del Instituto de Investigaciones Económicas
(IIE) de la UNAM y especialista en derecho laboral, Alfonso Bouzas, la
Conasami ha tenido un papel gris, en el que ni siquiera se discute el
monto salarial de los trabajadores.
Entrevistado por Apro, el miembro del Sistema
Nacional de Investigadores (SNI) nivel III asegura que el papel de la
Comisión ha sido en las tres últimas décadas “decorativo”. “Simplemente
son firmones, les llega la definición salarial que se establece desde
la Secretaría de Economía, la Secretaría del Trabajo… año con año han
venido revisando el monto del salario mínimo, sin ninguna negociación,
forcejeo o auténtica conciliación”.
La Conasami, en efecto, fue creada en 1962 con el propósito de
garantizar que el salario mantenga el suficiente poder para que el jefe
de familia pueda cubrir las necesidades básicas amparadas en la
Constitución, como alimento, vestido y educación, pero que en la
realidad actualmente nos e cumple.
Mucho menos contribuye a elevar el nivel de vida de los
trabajadores, a abatir los niveles de pobreza y a apoyar el logro de
los objetivos “del nuevo modelo de crecimiento con calidad”, como rezan
sus objetivos.
En otras palabras, la Conasami no abona al bienestar de los trabajadores ni a la disminución de la pobreza, resume Bouzas.
La Conasami con las manos atadas
En los años ochenta, los gobiernos de José López Portillo y de
Miguel de la Madrid utilizaron el salario de manera artificial,
incrementándolo más del 1000%, para compensar los elevados precios de
los alimentos, de los bienes y servicios de consumo generalizado que
subían todos los días; a veces varias veces en el mismo día, aumentando
de manera súbita la inflación de aquellas épocas.
Fue en 1987 cuando el Banco de México (Banxico) actuó para abatir los elevados índices inflacionarios.
“Dicha tarea no ha sido fácil. A las dificultades provenientes de un
entorno externo que con frecuencia ha sido desfavorable y a las propias
de remover las causas fundamentales de la inflación –los déficit
públicos financiados con crédito primario del Banco México– se han
aunado las de vencer lo que se conoce técnicamente como inercia
inflacionaria”, explica el banco central en su portal de Internet.
Añade que “como se sabe, la concertación partió del principio de que
los distintos grupos de la sociedad –gobierno, empresarios, obreros–
llegaran a acuerdos operativos, a fin de imponer disciplina a la
evolución tanto de los precios, como de los salarios y del tipo de
cambio”.
En suma, el banco central disciplinó la casa, pero dejó sin
funciones a la Conasami ya que los salarios se fijarían a partir de la
inflación.
El director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el
Crecimiento Económico (IDIC) y especialista en Economía, José Luis de
la Cruz, lo resume de la siguiente manera:
“La Comisión perdió su razón de ser cuando la evolución del salario
mínimo quedó atada a la expectativa de inflación del Banco de México;
cuando el salario mínimo está evolucionando, de acuerdo a lo que se
espera que sea la inflación… ya la Conasami no tiene que hacer mucho
porque ya no influye en la tasa de incremento”.
El exdirector del Centro de Investigación en Economía y Negocios del
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus
Estado de México agrega:
“En el momento en que se retome este papel económico, social que
implica el salario, el salario en general y particularmente el mínimo,
que debe garantizar ‘mínimas condiciones de bienestar’, en ese momento
la Conasami tendrá trabajo, porque lo que tendrá que hacer es diseñar
una ruta crítica para la recuperación del poder adquisitivo”.
Conasami, ente administrativo.
El organismo que lleva las riendas en cuanto al salario es el Banco
de México, sin embargo, la Conasami es un órgano administrativo
presidido por Basilio González, que desde 1991 ocupa ese lugar, sin que
el salario de los mexicanos recupere su poder adquisitivo que le
permita comprar por lo menos una canasta básica alimentaria.
El secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida reveló que el
titular de la Conasami tiene un salario bruto de 173 mil 513 pesos
mensuales o lo que es lo mismo, dos millones 82 mil 156 pesos anuales,
según una nota del periódico La Jornadadel pasado 8 de abril.
Ya descontando impuestos, Basilio González gana 4 mil 100 pesos
diarios, cuando el salario mínimo promedio es de 65.58 pesos al día… 63
veces más que quien recibe un salario en alguna fábrica, obra o en el
campo.
De acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación 2014, a la
Conasami se le otorgaron 41 millones 414 mil 55 pesos, cuyo destino se
desconoce.
La construcción de una verdadera comisión de salarios.
Para Alfonso Bouzas, autor del libro Análisis sucinto de los tópicos más importantes de las iniciativas de reforma laboral PAN y PRD, la fijación del salario debe realizarse “bajo reglas de equidad”.
A su juicio, “la definición de salario mínimo tendría que ser hecha
por una instancia con competencia, con conocimiento, y esa instancia
responder al Poder Legislativo, particularmente al Senado”.
El abogado quien fue galardonado con el “Premio de Investigación Laboral” en el 2000 por su obra Legislación laboral para el nuevo milenio,
va más allá y asegura que la Conasami debe ser una instancia autónoma
al poder ejecutivo con bases científicas muy serias que le permitieran
desdoblar la economía durante un año y poder distribuir el crecimiento
de tal forma.
José Luis de la Cruz coincide con Bouzas y sostiene que se necesita
ampliar una comisión de salarios con una estrategia vinculada al
sistema productivo, con la acción de gobierno, la sociedad civil y
universidades que “permita encontrar una estrategia que fortalezca el
salario, sin generar efectos colaterales que lo hagan insustentable en
el mediano plazo”.
Para el 2014, la Conasami incluyó en su plan de trabajo elevar los
niveles de vida de los trabajadores asalariados y al combate a la
pobreza. Sin embargo, han pasado siete meses y no se ven resultados.
Mientras tanto, el secretario del Trabajo alardeó del trabajo de la
Comisión al declarar que “con mucha voluntad, siempre han procurado que
haya una estabilidad y paz laboral y que las fuentes de trabajo se
preserven, al margen de las posiciones críticas que existen al
respecto, eso es un hecho”.
Pero eso no es suficiente, asegura el mejor profesor investigador
del Tecnológico de Monterrey en el 2010, quien apremia: “Es momento de
un acuerdo por el momento productivo y social del país. El pacto por
México fue un pacto entre políticos y se entendía en ese momento, pero
quien mueve la economía son las familias, las empresas y la acción del
gobierno que fortalezca a los otros”.
Si bien, en los años ochenta se realizó un pacto para estabilizar
los precios, los salarios y el tipo de cambio, José Luis de la Cruz
advierte que es necesaria una vuelta de tuerca en el tema:
“Es momento en que se forme una agenda donde estos esfuerzos
empiecen a caminar en este sentido y que se tenga una estrategia, que
por su naturaleza no será en el corto plazo”
Estar a este nivel (de precarización salarial) nos ha llevado más de
30 años, no podemos aspirar en salir en cinco, advierte el especialista.
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