Daniela Villegas
El viceprimer ministro turco Bülent Arinç y el monje Jorge de Burgos,
personaje ficticio de la novela El nombre de la Rosa de Umberto Eco,
parecen compartir la misma animadversión: la risa.
Mientras que en la novela de Eco, el anciano y ciego benedictino
se empeña en tener bajo resguardo la Segunda parte de la Poética en
donde el filósofo Aristóteles legitima la risa como algo favorable, lo
que para los preceptos de la Iglesia de esa época es desestabilizador
al generar que los seres humanos no tengan temor de Dios, -uno de los
fundamentos de la orden benedictina-, en la actualidad y fuera de la
ficción el político turco ha anunciado que las mujeres no deben reírse
en público.
El 28 de julio Bülent Arinç describió su ideal del hombre y
mujer castos, poniendo especial énfasis en las mujeres: "Ella no va a
reír en público. Ella no va a estar invitando en sus actitudes y
protegerá su castidad", en suma señaló que la gente hoy en día había
abandonado sus valores.
Y agregó "¿Dónde están nuestras niñas, que se ruborizan, bajan
la cabeza, y apartan la mirada cuando nos fijamos en su rostro,
convirtiéndose en el símbolo de la castidad?".
Ante tales señalamientos de Arinç, el viceprimer ministro,
aliado del primer ministro turco Recep Tayyip Erdoğan la ola de rechazo
a las recientes declaraciones no han parado de circular, principalmente
en las redes sociales como Twitter e Instagram, donde miles de mujeres
han publicado fotos de sí mismas riendo y sonriendo. Ha habido más de
300 mil tuits utilizando el término "kahkaha" -la palabra turca para
"risa"- y en los hashtags "Resista la Risa" (#direnkahkaha) y "Resistir
Mujer" (#direnkadin).
"Fue una declaración muy indignante y conservadora", dice la
escritora y comentarista política Ece Temelkuran. Ella fue uno de los
primeros en tuitear una imagen de sí misma sonriendo - y animó a otras
mujeres a hacer lo mismo.
La actriz británica Emma Watson
conocida por su papel como Hermione Granger en la serie de películas de
Harry Potter y que recientemente fue nombrada embajadora de buena
voluntad de ONU Mujeres, se ha unido a la campaña de Twitter en
solidaridad con miles de mujeres que publican sus fotos de sí mismos
riendo.
La risa ese elemento tan intrínseco a los seres humanos se
convierte en un dispositivo de rebeldía y metáfora de la transformación
para pensar en el cambio cultural. Las mujeres que se han indignado por
las declaraciones conservadoras y violentas del político turco a través
de la risa, esa herramienta contestataria a la que tanto teme Arinç y
seguamente también Erdogan de ser un goce privado, se vuelve no sólo
público y global sino también solidario.
Se politiza la risa como primera y comunal respuesta y así reír
se convierte en estrategia subversiva de liberación de las mujeres a
quienes se les sigue vedando el espacio de lo público.
¿A qué le temen esos políticos? ¿A que las mujeres no tengamos más miedos?
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