@RicardoMonrealA
El discurso más conocido y citado sobre la expropiación petrolera es el del presidente Lázaro Cárdenas. Muy recordado en estos días de aprobación de las leyes energéticas.
Sin
embargo, hay otra intervención histórica, poco referida en los anales,
que con motivo de la reforma eléctrica ha resultado no solo de
actualidad sino premonitoria. Son las palabras del presidente de origen mexiquense Adolfo López Mateos, el 27 de septiembre de 1960, al anunciar la nacionalización de esta industria.
“Pueblo
de México: Les devuelvo la energía eléctrica, que es de la exclusiva
propiedad de la Nación, pero no se confíen porque en años futuros
algunos malos mexicanos identificados con las peores causas del país
intentarán por medios sutiles entregar de nuevo el petróleo y nuestros
recursos a los inversionistas extranjeros”.
En caso de que esos
futuros “malos mexicanos” cumplieran sus propósitos de entregar el
petróleo y la electricidad, López Mateos explícitamente concitaba a la
desobediencia cívica:
“Pueblo de México, los dispenso de toda
obediencia a sus futuros gobernantes que pretendan entregar nuestros
recursos energéticos a intereses ajenos a la Nación que conformamos”.
Y
para todos aquellos que ayer como hoy señalaban que el país necesita de
manera ineludible del capital y la tecnología extranjera para alcanzar
su desarrollo energético, el expresidente nacido en Atizapán, Estado de
México (en ese municipio está registrada su acta de nacimiento)
advertía claramente:
“Sería necio afirmar que México no requiere
de la capacitación tecnológica en materia eléctrica y petrolera. Pero
para ello ningún extranjero necesita convertirse en accionista de las
empresas públicas para apoyarnos”.
Ese día, el entonces
presidente de México reveló públicamente la posición que sostenía
frente a otros mandatarios que en sus encuentros oficiales sondeaban la
posibilidad de abrir la industria nacional energética:
“Cuando un
gobernante extranjero me pregunta si hay posibilidad de entrar al
negocio de los energéticos o a la electricidad, le respondo que apena
estamos independizándonos de las invasiones extranjeras que nos
vaciaron el país. Pero que en tanto, los mexicanos sí queremos invertir
en el petróleo americano o en su producción de energía eléctrica, por
si requieren un socio extranjero”.
¿Y qué respondía a quienes
planteaban desde entonces la reforma del artículo 27 constitucional, en
especial lo relativo a la propiedad exclusiva de los recursos del
subsuelo por parte de la Nación?
“En México, la Constitución es
muy clara: los recursos energéticos y los yacimientos petroleros son a
perpetuidad propiedad única y exclusiva del pueblo mexicano...
Industrializar el país no implica una subasta pública de nuestros
recursos naturales, ni la entrega indiscriminada del patrimonio de la
patria”.
Y remataba de la siguiente manera, letra por letra, palabra por palabra:
“Sólo un traidor entrega su país a los extranjeros”.
Escrito hace 54 años, aquel discurso de López Mateos es hoy el mejor epíteto de la reforma energética.
El
expresidente lo había imaginado todo, menos que su profecía de entrega
y traición la hicieran realidad aquellos que dicen ser sus seguidores y
admiradores políticos.
La vida tiene sorpresas.
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