lasillarota
El único poder que puede resistir los embates de los intereses extranjeros es el dominio del Estado sobre los recursos naturales.
La
historia de México se compone de diversos capítulos, unos trágicos,
otros gloriosos, cada uno de ellos sufrido o conquistado por mexicanas
y mexicanos que, hartos de la opresión y en medio de un profundo
descontento social, decidieron que valía la pena resistir en contra de
los enemigos del país, nacionales o extranjeros; de esta manera nuestra
Independencia, la Revolución y la Reforma, fueron construyendo nuestra
vida nacional.
Sin embargo, uno de nuestros mayores referentes
históricos y económicos, fue derribado en tan solo dos semanas, a manos
de un puñado de traidores que representan los intereses de unos
cuantos, y que lograron imponerlos por encima de todas las personas
mexicanas, incluso de aquellas que depositaron en ellos su confianza a
través del voto.
Aunque al mirar por las calles nos parezca que
las cosas sigan igual, no lo son. La desesperanza, las preocupaciones
constantes de todas las familias por la falta de empleo, por la falta
de educación y por la falta de desarrollo económico, que agobian a la
gran e inmensa mayoría de nuestro país no desaparecerán en mucho
tiempo, ¿Y cómo podrían?, si hemos sido despojados de nuestra mayor
fuente de ingresos, de nuestro petróleo, que ahora será explotado y
controlado por las empresas trasnacionales que usufructuarán la
principal fuente de riqueza de nuestra nación.
A lo largo de 5
días y horas, y con un acuerdo que limitó en todo momento el verdadero
debate, haciendo imposible discutir seriamente y de fondo uno de los
temas más importantes para el país, se le dio línea a las legisladoras
y legisladores del PRI, PAN, Partido Verde y Nueva Alianza sobre el
sentido de su voto, y ni una sola persona perteneciente a tan
entreguistas bancadas fue capaz de rebatir, con hechos comprobables,
que nuestros argumentos en contra no eran verídicos.
Nuestras
objeciones en contra no carecían de cimientos, por el contrario, fueron
expuestas a lo largo de diversas sesiones en comisiones en donde
funcionarios del gobierno federal explicaron que no se compartiría la
renta petrolera. En ese momento los desmentimos, porque desde que
iniciaron las discusiones en materia energética sabíamos que las
empresas privadas extranjeras no llegarían a nuestro país con el fin de
regalar su trabajo sin percibir por él parte de nuestra riqueza. ¿Usted
invertiría en un negocio en el que no percibirá ganancias? Nadie lo
haría, mucho menos las empresas trasnacionales.
Sabemos además
que Hacienda no va a poder fiscalizar adecuadamente a las petroleras,
como tampoco ha podido hacerlo ningún otro país, incluso los que
tienen mayor capacidad fiscalizadora.
Esto se agudiza aún más si
consideramos que nuestra capacidad recaudadora es muy inferior a la de
otros países, por ejemplo, en Brasil se recauda el 30% del Producto
Interno Bruto, mientras que en nuestro país tan sólo se recauda el 10%
y aun así, con mucho mayor poder, no pudieron fiscalizar a las
petroleras, por lo que se decidió que los yacimientos debían ser
operados por Petrobras, la empresa estatal.
Las modificaciones
legales también lastiman al campo, permitiendo que las empresas
trasnacionales “ocupen” un terreno para su exploración o explotación, y
después regresen ese terreno a sus legítimos dueños cuando ya no
sirvan, cuando estén marchitos. De nada servirá a los campesinos ser
dueños de una tierra que ya no es fértil, o que se encuentra
envenenada por técnicas como el fracking (fractura hidráulica) tierra
que ya nunca podrán trabajar.
Además, se consolidó un gran
rescate como el de FOBAPROA o el rescate carretero, convirtiendo en
deuda pública los derroches de la cúpula sindical petrolera acumulados
en una gigantesco pasivo laboral que ahora todos deberemos pagar. Lo
que el PRI y el PAN nunca remediaron, ahora deberá ser pagado por todas
y todos los mexicanos, aún por quienes no han nacido.
Estas
reformas son las actas de defunción de PEMEX y de la CFE, ya que se
busca quebrarlas y repartir los pedazos entre los empresarios. A la CFE
le quedará la tarea de transportar y distribuir la energía, mientras
que a Pemex se le dejará la exploración y explotación, dejando en un
papel totalmente secundario: La transformación y la petroquímica, en el
caso de PEMEX, y la generación de electricidad, tratándose de CFE.
Por
todo lo anterior, el gobierno no quiere comprometerse a ninguna cifra
de ingreso fiscal, medido en dólares por barril, para los barriles que
extraigan las empresas privadas, están conscientes de todas las
facilidades que están dando para que seamos robados de nuestros
recursos.
Ningún legislador de la mayoría mecánica se
comprometió a una baja de precios en luz, gas o gasolina, incluso
cuando se "discutía" el último dictamen di a conocer el Gasolinazo
número 21 en este periodo gubernamental. Nadie respaldó a Enrique Peña
Nieto, ninguno de los integrantes de los partidos que lo llevaron a la
presidencia dieron su palabra para apoyarlo en este tema. Saben que
esas promesas sólo fueron hechas para conducir al pueblo a emitir un
voto con engaños.
El General Lázaro Cárdenas entendió en 1938,
que el único poder que puede resistir los embates de los intereses
extranjeros es el dominio del Estado sobre los recursos naturales, y
que éstos estén siempre al servicio del pueblo.
¿Qué seguridad
nacional podemos garantizar a las mexicanas y los mexicanos durante los
próximos años si esto ya no es así? Sin duda alguna, una crisis fiscal
se avecina, y tal vez esa crisis será tan grave, que sólo a través del
pueblo organizado se logre iniciar un nuevo capítulo, en donde los
nuevos opresores que detentan el poder dejen de lastimar al pueblo.
El
2 de agosto se consumó la última de las reformas neoliberales: La
privatización corrupta de nuestro petróleo, nuestros hidrocarburos y
nuestra electricidad, para entregárselos a los extranjeros. El periodo
extraordinario de sesiones será recordado como los días de la traición
a la patria, un capítulo equivalente a aquellos días negros cuando
Antonio López de Santa Anna entregó la mitad del territorio nacional.
Antes fue una gran parte del territorio, en estos días fueron nuestros
recursos más preciados. No obstante, a partir de este momento iniciamos
la lucha para revertir estas contrarreformas conservadoras y volver a
recuperar nuestro destino y nuestro desarrollo soberano.
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