El gobierno alienta a las mujeres a seguir en su trabajo y tener hijos
El Primer Ministro nipón quiere incentivar las ayudas para que las madres puedan pagar cuidadoras para sus hijos mientras trabajan
Jonathan Soble
Tokio,
12 ene. 15. AmecoPress.- Cuando estaba embarazada del primero de sus
tres hijos, Chiaki Kitajima, ejecutiva de publicidad de Tokio, en vez
de aceptar una reducción de su horario de trabajo y un descenso de
categoría después de que diera a luz, hizo una presentación con las
razones por las cuales la empresa tenía que subsidiar el cuidado y la
atención de su hijo. Sus jefes se quedaron azorados.
"Tuve que
luchar para convencerlos de que apoyar mi maternidad era una buena
inversión", dice Kitajima. La ejecutiva tiene ahora 47 años y es
directora creativa de su propia agencia de publicidad, pero dice que en
su rama profesional las mujeres que son madres son escasas.
El primer
ministro japonés, Shinzo Abe, tiene ahora intenciones de cambiar esa
situación. Y dice tener la solución para los problemas que enfrenta la
economía de Japón: las supermamás.
En estos días,
el premier alentó a las mujeres japonesas a no renunciar a nada: una
exitosa carrera e hijos; cuantos más, mejor. En un país donde conjugar
trabajo y familia siempre fue especialmente difícil, Abe prometió
facilitar las cosas para las mujeres como Kitajima a través de más
subsidios para el cuidado de chicos y otras medidas destinadas a
fomentar "una sociedad en la que todas las mujeres puedan brillar".
Enfrentar el
problema de la reducción poblacional y de la mano de obra alentando el
trabajo femenino es parte de un esfuerzo más amplio para inyectar
vitalidad a la economía, que muestra signos de creciente inestabilidad,
sobre todo después de que Japón entrara en recesión, durante el último
trimestre.
Las promesas
del premier, sin embargo, serán difíciles de llevar a la práctica, dada
la imbricación de ciertas normas sociales y corporativas. Si bien el
porcentaje de mujeres que trabajan viene creciendo de manera sostenida
-y actualmente excede los niveles de Estados Unidos-, las mujeres ganan
significativamente menos que los hombres. Las madres, en especial,
tienden a abandonar el mercado laboral.
Abe deberá
enfrentar una afianzada cultura corporativa que premia los horarios de
trabajo largos e inflexibles, que favorece a los hombres, y es más que
improbable que el partido conservador del primer ministro se convierta
en adalid del trabajo femenino.
Hace una
década, uno de sus predecesores, Yoshiro Mori, dijo que las mujeres que
postergaban la maternidad para trabajar disfrutaban egoístamente de una
"libertad exultante", dejando entrever que las mujeres sin hijos no
debían tener derecho a las pensiones del Estado.
En septiembre,
la jefa del FMI, Christine Lagarde, dijo que dar pasos significativos
para achicar la brecha entre los géneros podía potenciar el crecimiento
económico de Japón en un cuarto de punto porcentual. No es poco, en un
país que promedió menos de un 1% de crecimiento en las últimas dos
décadas.
"Japón sólo
está usando a la mitad de su población, ¿así que cómo va a competir
internacionalmente?, dijo Mikiko Fujiwara, ex banquera de inversiones
que ahora coordina seminarios profesionales para mujeres trabajadoras
en empresas. Fujiwara dice que la demanda de mujeres creció desde que
Abe empezó a presionar a los ejecutivos de las corporaciones con su
discurso de dar poder a las mujeres. "Antes creían que no era buena
inversión capacitar específicamente a las mujeres, pero eso cambió."
En ese
sentido, el historial de Abe, hasta el momento, es desparejo. En
septiembre pasado, nombró a cinco mujeres en su gabinete, el mayor
porcentaje del que se tengan registros. Sin embargo, la mayoría
pertenecía al ala socialmente más conservadora de su partido, que se
opone a la causa feminista, como modificar la sucesión real
exclusivamente masculina que rige en Japón, o permitir que los maridos
y las esposas conserven sus respectivos apellidos de solteras.
Una de las
primeras propuestas de Abe recibió fuertes críticas. Presentó un
anteproyecto para extender la licencia por maternidad sin goce de
sueldo hasta un máximo de tres años, una idea que parecía reflejar la
creencia, antes muy extendida en Japón, de que las mujeres debían
"estar apegadas a sus hijos" hasta que dejan de ser bebes.
Los objetivos
de Abe son ambiciosos: reflotar una antigua y casi olvidada meta de
hace una década que proponía que las mujeres ocuparan el 30% de los
"puestos de supervisores" en las empresas y el gobierno, y cumplirlo
para el año 2020. También está presionando a las empresas que cotizan
en bolsa para que nombren a por lo menos una mujer dentro de sus
directorios.
Algunas
empresas tomaron la iniciativa, terminando con la estricta división que
en Japón limita las oportunidades de ascenso para el personal
administrativo y otros puestos "no profesionales", un grupo integrado
mayoritariamente por mujeres.
Foto: Archivo AmecoPress.
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