Entrevista a Abelardo Mariña Flores, activista
político y Jefe del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma
Metropolitana-Azcapotzalco
Periódico En lucha / Diari En lluita
LP: ¿Cuáles son las causas de los asesinatos y desapariciones forzadas de los estudiantes de Ayotzinapa en Iguala?
AMF:
Las raíces de largo plazo de la violencia en México pueden encontrarse
en el Estado autoritario que se consolidó en México después del
gobierno de Cárdenas. Aun durante el auge de la posguerra y del llamado
milagro mexicano, la represión de los movimientos sociales, laborales,
progresistas y de izquierda fue permanente y sistemática. Algunos
ejemplos de ellos son los movimientos de mineros, ferrocarrileros y
electricistas, maestros y médicos del sector público y estudiantes. Las
investigaciones sobre las masacres de estudiantes en 1968 y 1971 y la
guerra sucia de los setenta y ochenta en contra de las guerrillas
rurales y urbanas no han resultado en el enjuiciamiento de ninguno de
los culpables. Los fraudes electorales en contra de coaliciones de
izquierda en 1988, 2006 y 2012 confirman la naturaleza autoritaria del
Estado mexicano. Las raíces de mediano plazo pueden rastrearse en los
procesos de restructuración neoliberal llevados a cabo en México que
han implicado no solo una persistente guerra en contra la población por
conducto del estancamiento económico, la expropiación de la riqueza
pública, social y privada, un generalizado desempleo y precarización
laboral, sino también la consolidación de las actividades criminales
como parte de la operación cotidiana del Estado. La causa de corto
plazo es la llamada guerra contra las drogas llevada a cabo en los
últimos 10 años como un elemento de las estrategias de
contrainsurgencia, y que ha resultado en las militarización del país y
en la generalización de la violencia: alrededor de 150.000 asesinatos y
25.000 desaparecidos, incluyendo miles de activistas sociales y
políticos.
LP: ¿Cuál es la base social de estas actividades criminales?
AMF:
En el país muchos trabajadores desempleados y subempleados son atraídos
a la economía criminal porque no tienen ninguna otra perspectiva. El
negocio de las drogas floreció precisamente después de la imposición de
las reformas neoliberales. Debe entenderse claramente que es una
verdadera industria. La industria de las drogas y otras industrias
asociadas, como el tráfico de personas, son parte de un negocio
globalizado, cuyo centro puede encontrarse principalmente en los países
desarrollados, comenzando con los Estados Unidos. Los EEUU son el mayor
mercado para las drogas ilegales y también el lugar desde el que la
industria se organiza mundialmente. Esta industria no puede operar sin
el lavado de dinero, que es llevado a cabo por los grandes bancos. En
México esta industria se desarrolló desde la segunda mitad de los
ochentas en competencia con Colombia. Floreció en México porque
proporciona empleo en el nivel local en la producción agrícola, pero
también en el nivel nacional en el comercio y distribución de drogas,
así como en el lavado de dinero. En un país donde no hay muchas otras
oportunidades de empleo éste ha sido un floreciente sector.
LP: Y además está la guerra contra las drogas…
AMF:
La guerra contra las drogas es parte de una estrategia contrainsurgente
dirigida por los Estados Unidos, no solo en México sino mundialmente.
Es una excusa para la intervención militar. En México al final de los
noventa el gobierno lanzó el Plan Puebla Panamá con el apoyo de
los EEUU. En perspectiva, ésta fue una de los bases del inicio de
guerra contra las drogas. En términos de seguridad, se tiene un
constante incremento de la militarización de esta guerra. Los EEUU
siempre juegan en ambos lados: proporcionan apoyo militar a las fuerzas
policíacas y militares que están luchando, supuestamente, contra el
narcotráfico, pero también provee armas a las bandas criminales. Esto
ha sucedido también en países como Colombia. Para los EEUU es
importante mantener la violencia en todo el país porque éste es el
perfecto contexto para reprimir cualquier tipo de actividad política
militante.
LP: En recientes años, vastas partes del territorio
mexicano han sido cedidas a multinacionales occidentales, con profundas
impactos sobre las comunidades rurales. ¿Está relacionada la estrategia
contrainsurgente con este proceso de expropiación y resistencia en el
campo?
AMF: Sí, por supuesto. Desde el gobierno de
Salinas ha habido un conjunto de contrarreformas agrarias dirigidas a
la privatización de la tierra, atacando a los ejidos y formas
comunales de propiedad. Las multinacionales han estado expropiando
tierra desde los noventa, y ésta es una de las raíces del descontento
social y político en el campo. Las reformas energética y minera de 2013
están reforzando la expropiación de tierras porque conllevan la
privatización de la tierra.
LP: Más específicamente acerca de las normales…
AMF: Las normales
fueron fundadas desde 1921, pero recibieron un gran apoyo en los
treinta durante el gobierno de Cárdenas. En el contexto de
confrontación con el fascismo, Cárdenas desarrolló una política de
frente popular. El partido comunista fue legalizado en esos años y
operaba abiertamente. Cárdenas incluso desarrolló la llamada educación
socialista para confrontar a las fuerzas conservadoras. Ésta fue
especialmente importante en el campo para contrarrestar el poder
conservador de la iglesia. La educación en general y, en particular, la
educación socialista fueron medios para enfrentar las ideologías de
derecha y las normales conservan ese objetivo. Se han enfocado,
todavía en la actualidad, en los sectores más pobres de la población
rural y proveen a sus estudiantes una sólida formación política
socialista.
LP: Y por lo tanto también han sido objeto de ataques específicos y represión…
AMF:
Sí, en los años del neoliberalismo ha habido un ataque general en
contra de la educación pública. Específicamente, el Estado ha intentado
desaparecer a las normales. Casi la mitad de ellas han sido
cerradas en el país y las que permanecen han estado luchando por su
supervivencia. Siempre están movilizándose por su contenido y formación
política, vinculados con las luchas populares y los movimientos
sociales rurales. Pero también se movilizan permanentemente para
obtener apoyo financiero del gobierno para prevenir su desaparición.
LP:
¿Entonces entiendes los eventos del 26 y 27 de septiembre en el marco
de este proceso más amplio de criminalización y represión de los
movimientos sociales?
AMF: Sí. El otro factor ha sido
la simbiosis que se ha desarrollado en los últimos 15 años entre el
poder político y el narcotráfico. Esta articulación se ha desplegado en
todos niveles en todo el país. En el campo tal vez sea más visible
porque los grupos criminales locales venden protección, de tipo
mafioso, no solo a las personas en general sino también a funcionarios
de los gobiernos locales. Al principio se desarrolló una especie de
infiltración, pero hay un momento en que se establecen acuerdos
bilaterales que se han propagado en todo el país. Crecientemente, las
elecciones locales son decididas por las bandas de narcotraficantes,
cuyos candidatos ganan las elecciones; las bandas otorgan protección y
eliminan adversarios políticos. A cambio, reciben apoyo de las fuerzas
policíacas en sus luchas competitivas en contra de otras bandas. Éste
es un fenómeno generalizado. Ha ocurrido notoriamente en el Norte: en
Chihuahua, Durango, Sinaloa, y Tamaulipas; en el Centro: en Veracruz y
Jalisco; en el Sur: en Oaxaca y Guerrero, aunque no con la misma
virulencia en todos los estados de México. Más recientemente hemos
presenciado el casi completo colapso de gobiernos estatales, por esta
generalizada articulación de los gobiernos locales con el narcotráfico,
en Michoacán y ahora en Guerrero. Esta simbiosis también existe en los
nivel macro y federal. Como ya dije antes, la industria de las drogas
no puede existir sin el lavado de dinero. Y las cantidades de dinero
circulando no pueden ser explicadas sin el involucramiento de grandes
corporaciones y bancos, no solo en México sino también en los EEUU.
LP: ¿Qué piensas acerca de testimonios que involucran al ejército en los asesinatos y desapariciones de Iguala?
AMF:
En este tipo de acuerdos el ejército está también implicado en la
corrupción y en la industria de las drogas. Fuerzas militares locales y
regionales también venden protección a bandas específicas por lo que
están implicadas localmente en la economía criminal.
LP: Entonces, ¿piensas que es posible que hayan intervenido concretamente en el asesinato y desaparición de los estudiantes?
AMF:
Ésta es una pregunta crucial. Ésta es una de los cosas que queremos
saber. Hay evidencia clara de que, al menos, el ejército sabía lo que
estaba sucediendo con los estudiantes de Ayotzinapa. Los asesinatos y
desapariciones forzadas se llevaron a cabo a unos cuantos cientos de
metros de la base militar local. Existe información de que los
militares sabían con anticipación los movimientos de los estudiantes y
de que estaban presentes cuando se llevó a cabo la primera balacera. En
vez de intentar prevenir lo que estaba sucediendo hostigaron a los
estudiantes e impidieron que los heridos recibieran asistencia médica.
Por lo tanto, ciertamente que estuvieron implicados. No sabemos si
participaron en la desaparición de los estudiantes. Eso es lo queremos
saber.
LP: ¿Quién se está movilizando ahora en contra el Estado?
AMF:
Las movilizaciones comenzaron casi inmediatamente entre los
estudiantes. Los ataques criminales en Iguala sucedieron en el contexto
de una serie de huelgas en el Instituto Politécnico Nacional, una de
las escuelas de educación superior más grandes de México. Estas huelgas
se generalizaron al final de septiembre hasta llegar a una huelga
general que continuó hasta diciembre. Además, los estudiantes de
Ayotzinapa estaban recolectando dinero para viajar a la Ciudad de
México a conmemorar la masacre de estudiantes del 2 de octubre de 1968.
Entonces, había movilización estudiantil llevándose a cabo: en apoyo a
las huelgas en el Politécnico y para preparar la conmemoración anual
del 2 de octubre. Cuando comenzó a filtrarse la información sobre
Ayotzinapa, los estudiantes fueron los primeros en movilizarse:
inmediatamente se organizaron manifestaciones que demandaban la
aparición de los 43 estudiantes. Desde entonces, el movimiento
estudiantil ha liderado las movilizaciones. Los estudiantes han estado
manifestándose y organizándose en todo el país. Han construido una
coordinación entre universidades, la asamblea interuniversitaria, con
representantes de alrededor de 80-90 escuelas de todo el país. Han sido
el sector crucial en la organización de todas las protestas. Pero
crecientemente ha habido participación de nuevos segmentos. En
Guerrero, Chiapas, Oaxaca y otros Estados los maestros democráticos del
sector público están bien organizados. En 2013 hubo una movilización
general de maestros en contra de la reforma de la educación pública del
nivel básico, incluyendo un plantón de cuatro meses en el Zócalo de la
Ciudad de México. Estos maestros organizados se han incorporado al
movimiento. Otro sector que también ha comenzado a incorporarse es el
de las organizaciones campesinas. Pero todas estas organizaciones se
encuentran debilitadas después de 30 años de neoliberalismo. Una
Asamblea Popular Nacional se ha conformado, con reuniones en
Ayotzinapa, en la que estos grupos han comenzado a coordinar un plan de
acción más amplio.
LP: ¿Y los sindicatos y trabajadores organizados?
AMF:
La organización de los trabajadores en México es muy débil. En todos
estos años de neoliberalismo han sido el sector que más ha sido atacado
porque la restructuración neoliberal ha implicado el cierre de
industrias completas. La mayor parte de las industrias que se
desarrollaron durante el proceso de substitución de importaciones
desaparecieron; miles de trabajadores han sido despedidos y los
derechos sindicales han sido ampliamente eliminados. Esto fue reforzado
con la privatización de las empresas públicas. Asimismo, desde los
cincuenta la mayoría de los sindicatos fueron incorporados dentro de un
sistema corporativo, a través del partido oficial, subordinado al
gobierno. Como cualquier tipo de activismo democrático dentro de los
sindicatos oficiales o fuera de ellos fue reprimido, existen muy pocos
sindicatos independientes, la mayoría de ellos muy pequeños. La
excepción son algunos sindicatos universitarios que son grandes pero no
muy militantes.
LP: Pero algunos sindicatos participaron en la marcha del 20 de noviembre…
AMF:
Sí, principalmente sindicatos universitarios, algunos segmentos
democráticos y activistas de sindicatos del sector público y los
miembros remanentes del sindicato de la compañía pública de
electricidad que operaba en el centro del país y que fue cerrada hace
cuatro años. Sí hay participación, pero el movimiento es débil. Muchos
de los sindicatos que han participado en las manifestaciones son parte
del que llamamos un sindicalismo neo-corporativo; no están directamente
vinculados y subordinados al gobierno, pero están subordinados a los
empleadores. El mejor ejemplo es el sindicato de la compañía telefónica
(TELMEX). Cuando la compañía telefónica fue privatizada, el sindicato
hizo un buen trato con los nuevos dueños impidiendo los despidos.
Después, la compañía ha crecido principalmente a través de la
subcontratación, que el sindicato acepta. Por tanto, el sindicato ha
sido eficiente en términos de la defensa de los salarios, prestaciones
y empleo de sus trabajadores afiliados, pero se ha transformado en un
sindicato neo-corporativo vinculado a las estrategias de los dueños de
la empresa. Así, en muchas manifestaciones el sindicato protesta contra
las políticas económicas nacionales pero al mismo tiempo apoya a la
compañía y a la familia de Carlos Slim. Éste es un claro ejemplo de
este tipo de sindicalismo neo-corporativista.
LP: Vamos ahora
a dos preguntas estrechamente interrelacionadas. ¿Cuál es el balance
del movimiento, en tu opinión? ¿Y piensas que estamos siendo testigos
de una crisis del Estado mexicano?
AMF: Considero que
el balance del movimiento es bueno. Hemos estado protestando por más de
dos meses y las protestas se están extendiendo. Se observan nuevos
sectores incorporándose al movimiento: como señalé antes, maestros,
campesinos, algunos trabajadores urbanos y también segmentos de la
llamada clase media. La población está crecientemente informada acerca
de lo que ha estado sucediendo en el país. Pienso que esto es un gran
éxito. Éxitos menores han sido la detención de algunas de las personas
implicadas (alrededor de 60) en los crímenes de Ayotzinapa, aunque no
son los únicos culpables, así como el retiro del gobernador de Guerrero
(quién recibió, sin embargo, una vía de salida). Pero pienso que el
avance más importante del movimiento es que ha logrado profundizar el
deterioro de la legitimidad, no solo del Estado y el gobierno federal,
sino del sistema político en su conjunto.
Esto está muy
relacionado con la segunda pregunta. Sí, pienso que el Estado mexicano
está en una crisis, en una crisis de legitimidad. La principal
contradicción es que las distintas instituciones gubernamentales y
políticas no pueden decir la verdad, toda la verdad, porque si se
llevara a cabo una investigación real muchas personas serían
incriminadas. Funcionarios locales, estatales y federales, los poderes
ejecutivo, judicial y legislativo, así como el ejército y dirigentes de
los principales partidos políticos (PRI, PAN y PRD) están implicados
por acción u omisión en lo que sucedió con los estudiantes de
Ayotzinapa, no solo en los eventos inmediatos sino también en sus
antecedentes. Las actividades criminales del alcalde de Iguala
(narcotráfico y asesinato) eran conocidas por distintas autoridades
locales, estatales y federales y por dirigentes de los principales
partidos políticos; y nadie hizo nada al respecto. Este es un gran
problema para el Estado en su conjunto: demandamos saber toda la
verdad, que se investigue a todos los responsables y que todos los
culpables sean castigados. Pero si esto fuera llevado a cabo, el
sistema perdería abiertamente toda su credibilidad. Esto muestra una
crisis del Estado debido al hecho de que ninguna investigación
realmente profunda es posible. Esta es una situación difícil. La otra
solución es la represión abierta. Aquí, un asunto muy importante es la
visibilidad internacional de los crímenes de Ayotzinapa y de las
manifestaciones en México. Esta visibilidad internacional ha sido el
factor principal que ha impedido que el gobierno federal haya desatado
una represión generalizada con asesinatos y arrestos masivos.
LP: Entonces, en tu opinión, ésta es ciertamente una crisis del Estado
AMF:
Sí, yo pienso que ésta es una crisis del Estado mexicano. Pero quiero
dejar claro que esta crisis no necesariamente significa que el Estado
sea débil. Entiendo esta crisis como una crisis en el balance entre
violencia y consenso. El balance existente, deteriorado en los últimos
años, no está operando en la actualidad. La situación necesariamente va
a cambiar. Si continuamos la lucha, pienso que puede cambiar este
balance en la dirección de una mayor democratización, un ataque a la
impunidad, el avance en el logro de justicia y en contra de la
violencia estatal. Va a ser una larga lucha que puede resultar en un
movimiento progresista general. Pero el riesgo de un cambio del balance
en la dirección de una represión abierta está también presente.
LP: ¿Cuáles son los retos para el movimiento? ¿las cuestiones estratégicas que necesita enfrentar?
AMF:
Pienso que el principal asunto es organizativo, no solo de organización
formal sino también de la organización intelectual y de la conciencia.
En México, como en todo el mundo, el poder de los medios de
comunicación es muy fuerte. Pero en un país pobre –en el que las
personas reciben información principalmente de la TV y radio privados,
en que muchas personas no tienen acceso al Internet– la población, en
general, no está muy bien informada acerca de lo que está sucediendo.
Tenemos que involucrar a más personas difundiendo información en el
nivel local, en el campo, en los barrios; necesitamos discutir la
coyuntura de México en perspectiva histórica y sumando a la gente a la
lucha. Todos hemos sido afectados por la violencia estatal en México.
Pero cuando no se está bien organizado ni bien informado, el miedo se
impone, y el miedo sufrido individualmente paraliza a las personas. Por
lo tanto, pienso que un asunto muy importante es organizar el
descontento intelectualmente, a través de la información y discusión,
junto con la organización formal.
LP: ¿Qué entiendes por
organización formal? ¿Crees que existe una fuerte presencia de
horizontalidad dentro del movimiento (pienso en particular en la
herencia del movimiento Zapatista) y observas nuevas formas de
organización emergiendo?
AMF: En primer lugar, en
México, aunque atacadas por el neoliberalismo, las formas comunales
tradicionales de solidaridad son todavía muy fuertes. Especialmente en
el campo, pero también en las ciudades tenemos una larga tradición
comunitaria que todavía sobrevive. Cuando los trabajadores pierden su
empleo saben que encontrarán apoyo en su familia ampliada; esto sucede
de manera generalizada. Políticamente, en sus inicios el movimiento
Zapatista implicó un cambio real, no solo en México sino en todo el
mundo, por su reivindicación de formas horizontales de organización.
Esta reivindicación ha sido muy importante como inspiración política
para muchos movimientos organizados en México. La huelga en la UNAM
hace quince años, lo mismo que el movimiento 132 de hace dos años
siempre reivindicaron, no siempre muy exitosamente, la horizontalidad
como uno de sus principales aspectos. Entonces sí, estamos observando
actualmente el desarrollo de formas horizontales de organización, entre
estudiantes evidentemente, pero también los académicos están comenzando
a hacerlo. La idea de la horizontalidad para confrontar un Estado
autoritario está muy generalizada. Pienso que debemos enfocarnos en el
desarrollo de estas formas de organización en todos los sectores,
incluso en el movimiento laboral, que es muy débil, en las clases
medias, etc. Una referencia que es importante es la experiencia de
España, del movimiento 15M, que fue muy fuerte en el nivel local con
esta idea de horizontalidad. Debemos explorar y analizar todas estas
formas. Otro importante asunto es la crisis de los partidos políticos.
Las más recientes reformas neoliberales aprobadas en los dos últimos
años fueron apoyadas por los tres principales partidos (PRI, PAN, PRD)
a través del llamado Pacto por México. Morena, el nuevo partido de
izquierda que apenas consiguió su registro legal en julio de 2014 y,
por lo tanto, no ha participado aún en ninguna elección, ha jugado un
importante papel con su oposición frontal al gobierno federal y su
crítica radical a los otros partidos. Organizado en un año, tiene más
de 600.000 afiliados en todo el país. Si es capaz de asumir formas
horizontales de organización y acción, Morena puede constituirse como
una plataforma electoral alternativa para los movimientos sociales. De
hecho, muchas personas que están manifestándose actualmente son
miembros de Morena. Pienso que una prioridad principal ahora debe ser
el desarrollo de formas horizontales de organización, no de la sociedad
civil en abstracto, sino de sectores (económicos) concretos, segmentos
de la población (trabajadores, estudiantes, mujeres) y regiones. Todos
estos deberían articular sus demandas específicas hacia la
transformación social y política general de México.
LP: Una
última pregunta acerca de los retos del movimiento y su relación con
los partidos políticos. Una de las principales posiciones que han
emergido de este movimiento es que el Estado es responsable de los
crímenes de Ayotzinapa y otros más. La demanda implícita es, por lo
tanto, no solo por el cambio de gobierno, sino por un cambio más
radical. ¿Qué piensas de esto?
AMF: La gran tarea es
iniciar la construcción de un programa alternativo que debe pasar por
el cambio de gobierno pero que debe contemplar la necesidad de delinear
un conjunto de normas legales y constitucionales orientadas a construir
un tipo diferente de Estado. La tarea es muy difícil porque la crítica
del Estado es todavía muy intuitiva y por la falta de organizaciones
fuertes. La posibilidad de que esta crítica evolucione hacia propuestas
políticas no es fácil. La horizontalidad tiene sus ventajas pero para
poder confrontar al Estado existente esta horizontalidad también
debería desarrollar formas de articulación desde el nivel local hasta
el nacional y, evidentemente, vinculaciones con los movimientos
internacionales no sólo en términos de solidaridad sino también de
acciones conjuntas. Entonces, como dije antes, la lucha va a ser
difícil y larga, pero pienso que todas estas cuestiones deben ser
abordadas lo más pronto posible. De hecho, están siendo abordadas pero
la lucha debe enfocarse en una perspectiva radical más amplia.
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