9/09/2015

En vísperas de 2018





Por: Carmen R. Ponce Meléndez*


Con miras a las elecciones presidenciales de 2018, el presidente Enrique Peña Nieto presentó su informe en el tercer año de su gobierno.
 
El espíritu de este informe es garantizar que su partido continúe en el poder para 2018, como también lo fueron los cambios realizados en el gabinete, cambios para que todo siga igual, tanto en el ámbito político como en lo económico: el mismo partido en el poder.
 
Un informe a la defensiva, lleno de autoelogios, como respuesta ante las amenazas que represento y representa la creciente desaprobación empresarial y de la opinión pública, debidamente documentadas en las encuestas del Inegi, así como en las de Parametría o Buendía y Laredo. 
 
Un porcentaje muy alto de la población (63 por ciento) opina que ha hecho menos de lo que se esperaba y también desaprueban su gestión. Según la encuesta de Parametría, los peores rubros son: generación de empleos, el combate a la delincuencia, al narcotráfico y a la pobreza.
 
Por su parte Inegi, para el mes de agosto, reporta una disminución en la confianza empresarial y la del consumidor. Sus expectativas sobre el comportamiento de los precios es mala, pese a los reportes del Banco de México (Banxico), y lo mismo sucede con las expectativas del empleo o de compra de bienes duraderos e inmuebles.
 
En suma, la percepción económica es mala. Sin embargo, en el informe durante dos horas se detallaron las actividades con cifras edulcoradas, tramposas, logrando que la realidad del país tenga un divorcio enorme respecto a este reporte.
 
La brecha abismal entre lo que vive la ciudadanía de a pie –en particular las mujeres– y este mensaje presidencial es tal, que pareciera un monólogo, o bien una diálogo entre el “petit comité” de la élite en el poder, ni siquiera empresarial, porque para los pequeños y medianos empresarios tampoco es su realidad.
 
En varios sentidos es un mensaje demagógico y populista –justo lo que se critica–, sin promesas cumplidas, con mentiras y con falsas expectativas, ya sean políticas o económicas.
 
Es falso que se combata la corrupción; para mejor ejemplo, el asunto de la “Casa Blanca” y la “exoneración” por parte de Virgilio Andrade. Un asunto que involucra a funcionarios de primerísimo nivel, nada menos que al propio presidente, su esposa y al secretario de Hacienda. Y la corrupción es un obstáculo para el desarrollo económico.
 
También es falso que la violencia contra las mujeres haya disminuido, todo lo contrario, de seguir con esta tendencia será necesario decretar Alertas de Género en las 32 entidades del país.
Han sido tres años de mucha violencia.
 
Se dijo que se protegería a la inversión igual que al gasto social, la primera prueba de ácido que tendrá esta afirmación está en el paquete económico para 2016; ahí se verán los recortes de gasto público, tanto para la inversión como para el gasto social, así como para el gasto para la equidad de género, que también es política pública. De hecho para 2015 ya se recortó la inversión pública.
 
Un plus de dos millones de pobres en dos años y una tasa de pobreza femenina superior a la masculina, 46.3 por ciento versus 46.0. Son 28.5 millones de mujeres en pobreza y respecto a 2012 creció 3.2 por ciento (datos del informe bianual de Coneval 2012-2014).
 
Estas cifras no son para presumir, sino para proponer cambios en la política social y económica, y no hubo ninguna propuesta. Esa es otra característica del informe presidencial, mucho diagnóstico y pocas propuestas; faltó ser más propositivo o más ejecutivo, cuando el entorno económico se dibuja tan preocupante.
 
Durante estos tres años, el crecimiento del PIB difícilmente alcanzará 1.9 por ciento en promedio, muy por debajo de las promesas de campaña y de las propuestas oficiales del 3.9 por ciento (datos de Inegi al segundo trimestre).
 
El peso se ha depreciado de diciembre de 2012 a la fecha en más de 31 por ciento (ver gráfica), pese a las subastas de Banxico, que aprovechan los especuladores y que le cuestan a la ciudadanía.
 
Cuando les conviene, que se deje al “libre juego de las fuerzas del mercado”, cuando no, entonces sí que intervenga el Estado, al fin está a su servicio.


Para este año la encuesta que realiza Banxico en el sector privado sitúa la expectativa de crecimiento del PIB en tan sólo 2.34 puntos porcentuales.
 
El escenario para los precios del petróleo sigue siendo a la baja, combinado con la reducción en el volumen de exportación que provoca menores ingresos en dólares para el país, y repercute en la reforma energética.
 
Se suponía que uno de sus principales beneficios era que llegaría una importante inversión extranjera y no es así, basta ver el fracaso de la Ronda Uno.
 
Todo este escenario económico desfavorable afecta principalmente a las mujeres, debido a que pese a lo que se dijo en el informe el empleo para  ellas sigue siendo muy precario: informal, con muy bajos salarios y sobrerrepresentadas en el desempleo. Por eso están en la base de la pirámide económica, en la pobreza y con una creciente desigualdad.
 
Datos de Inegi al mes de julio reportan un desempleo masculino de 5.3, frente al femenino de 5.6, la informalidad alcanza 58.5 por ciento.
 
No obstante el gran ausente de este informe fue el salario y la política salarial: más de la mitad de las trabajadoras apenas gana tres salarios mínimos, ahí no hay cambios.
 
Para el presidente en ese tema todo marcha sobre ruedas y según él es cuestión de echarle ganas, ese es el precio de la famosa “estabilidad macroeconómica”.
 
Para desgracia, pero también por fortuna, todavía faltan tres años para 2018 y del plato a la boca se cae la sopa.
 
Twitter: @ramonaponce
 
*Economista especializada en temas de género.

Cimacnoticias | México, DF.- 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario