Proyecto productivo empodera a mujeres oaxaqueñas
Antes
del mes de mayo Rosa Linda Hernández Martínez se dedicaba únicamente al
hogar. Ahora, si alguien le pregunta qué hace, con orgullo responde
“soy muñequera”.
De ese mes a la fecha ha cosido, bordado y armado 10 muñecas de trapo
que vistió como ella: blusa de encaje, enredo de tela cuadriculada,
mandil coloreado con flores y pañoleta en la cabeza, indumentaria
distintiva de las indígenas zapotecas de este municipio del Valle de
Tlacolula, a 40 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, capital del estado.
Aquí las mujeres son mayoría porque el flujo migratorio ha alejado a
los hombres. Casadas o no, hacer tortillas, coser ropa y trabajar el
campo para el autoconsumo o comercializar en el mercado de la cabecera
distrital, son las escasas actividades que les ayudan al sustento
diario.
Pero
el panorama puede empezar a cambiar, al menos para las familias de 30
mujeres que, como Rosa Linda, en mayo empezaron a ser parte del taller
de muñequería de Dolores Leycegui, veracruzana creadora del proyecto de
muñecas Friduskas, el cual ahora replica en este municipio indígena
enseñando a incorporar la identidad y esencia de las mujeres de
Quialana en muñecas artesanales nombradas con las palabras zapotecas
“gui velo” (azucena del cerro).
“Siempre me llamó la atención su traje muy colorido”, explica Dolores
Leycegui mostrando con orgullo el traje plisado de encaje y el mandil
que porta aun sin ser originaria de este municipio.
Atraída por lo que es común para las mujeres que aquí nacen, Dolores
decidió solicitar a la autoridad municipal que le permitiera impartir
un taller las tardes de los miércoles, jueves y viernes, sin pago de
por medio.
Empezó “de la nada”, llevando el material para que las mujeres
empezaran a elaborar sus primeras muñecas, como antes había instruido a
otras mujeres en los estados de Yucatán, Quintana Roo, Chihuahua,
Sonora y Querétaro, con la diferencia de que contagió a quienes
instruye para que tengan una meta en común: rescatar la indumentaria de
las mujeres indígenas, que en vez de rebozo utilizan una pañoleta
colorida y floreada que cubre sus cabellos.
“Hay que hacer detalladamente las muñecas”, advierte Rosa Linda
Hernández, quien en la pasada fiesta patronal vendió sus dos primeras
piezas artesanales, bajo la guía de Dolores Leycegui que las motivó a
exponer sus trabajos.
“Me
pagaron 200 pesos por una de tamaño chica y 500 pesos por una más
grande”, detalla antes de recordar que “desde niña me gustaban las
muñecas”, pero la que tuvo fue una elaborada por su madre Isabel con un
retazo de la tela para un enredo, al igual que su hermana Nancy, quien
ya no vive en este municipio desde hace un año porque “su esposo la
mandó a llamar a Estados Unidos”.
Por la migración, Quialana ha visto disminuir su población a 2 mil 500
habitantes. Fortino Gómez Sánchez, presidente electo por usos y
costumbres en este pueblo cuyo nombre zapoteco significa “piedra
tiznada”, sólo las personas de mayor edad son las que se quedan. “La
juventud se traslada a otros lados por necesidad para conseguir un
sustento para la familia”, explica, puesto que la economía depende de
la agricultura de temporal.
Cuando las lluvias son generosas, además de cosechar maíz para elaborar
sus tortillas, mujeres como Rosa Gómez pueden ir al mercado de
Tlacolula a vender calabazas y otras verduras que le dan “algo de
dinero”, aunque ella se ha animado a vender también la ropa típica que
como otras mujeres se confecciona para uso diario.
“Mi mamá ya tiene tiempo que hacía vestidos y le dije por qué no
vendemos; hace 10 años empezamos a vender, pero apenas hace tres meses
empecé a ir a Tlacolula”, cuenta mientras tensa el aro de costura en el
que metió una diminuta blusa que bordará con flores guinda que dibujó a
réplica de la vestimenta que ella usa.
Proyecto productivo empodera a mujeres oaxaqueñas
Hacen muñecas para detener migración en comunidad indígena
Foto: Nadia Altamirano Díaz, corresponsal
Por: Nadia Altamirano Díaz, corresponsal
Cimacnoticias | San Bartolomé Quialana, Oax.- 08/09/2015
Antes
del mes de mayo Rosa Linda Hernández Martínez se dedicaba únicamente al
hogar. Ahora, si alguien le pregunta qué hace, con orgullo responde
“soy muñequera”.
De ese mes a la fecha ha cosido, bordado y armado 10 muñecas de trapo
que vistió como ella: blusa de encaje, enredo de tela cuadriculada,
mandil coloreado con flores y pañoleta en la cabeza, indumentaria
distintiva de las indígenas zapotecas de este municipio del Valle de
Tlacolula, a 40 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, capital del estado.
Aquí las mujeres son mayoría porque el flujo migratorio ha alejado a
los hombres. Casadas o no, hacer tortillas, coser ropa y trabajar el
campo para el autoconsumo o comercializar en el mercado de la cabecera
distrital, son las escasas actividades que les ayudan al sustento
diario.
Pero
el panorama puede empezar a cambiar, al menos para las familias de 30
mujeres que, como Rosa Linda, en mayo empezaron a ser parte del taller
de muñequería de Dolores Leycegui, veracruzana creadora del proyecto de
muñecas Friduskas, el cual ahora replica en este municipio indígena
enseñando a incorporar la identidad y esencia de las mujeres de
Quialana en muñecas artesanales nombradas con las palabras zapotecas
“gui velo” (azucena del cerro).
“Siempre me llamó la atención su traje muy colorido”, explica Dolores
Leycegui mostrando con orgullo el traje plisado de encaje y el mandil
que porta aun sin ser originaria de este municipio.
Atraída por lo que es común para las mujeres que aquí nacen, Dolores
decidió solicitar a la autoridad municipal que le permitiera impartir
un taller las tardes de los miércoles, jueves y viernes, sin pago de
por medio.
Empezó “de la nada”, llevando el material para que las mujeres
empezaran a elaborar sus primeras muñecas, como antes había instruido a
otras mujeres en los estados de Yucatán, Quintana Roo, Chihuahua,
Sonora y Querétaro, con la diferencia de que contagió a quienes
instruye para que tengan una meta en común: rescatar la indumentaria de
las mujeres indígenas, que en vez de rebozo utilizan una pañoleta
colorida y floreada que cubre sus cabellos.
“Hay que hacer detalladamente las muñecas”, advierte Rosa Linda
Hernández, quien en la pasada fiesta patronal vendió sus dos primeras
piezas artesanales, bajo la guía de Dolores Leycegui que las motivó a
exponer sus trabajos.
“Me
pagaron 200 pesos por una de tamaño chica y 500 pesos por una más
grande”, detalla antes de recordar que “desde niña me gustaban las
muñecas”, pero la que tuvo fue una elaborada por su madre Isabel con un
retazo de la tela para un enredo, al igual que su hermana Nancy, quien
ya no vive en este municipio desde hace un año porque “su esposo la
mandó a llamar a Estados Unidos”.
Por la migración, Quialana ha visto disminuir su población a 2 mil 500
habitantes. Fortino Gómez Sánchez, presidente electo por usos y
costumbres en este pueblo cuyo nombre zapoteco significa “piedra
tiznada”, sólo las personas de mayor edad son las que se quedan. “La
juventud se traslada a otros lados por necesidad para conseguir un
sustento para la familia”, explica, puesto que la economía depende de
la agricultura de temporal.
Cuando las lluvias son generosas, además de cosechar maíz para elaborar
sus tortillas, mujeres como Rosa Gómez pueden ir al mercado de
Tlacolula a vender calabazas y otras verduras que le dan “algo de
dinero”, aunque ella se ha animado a vender también la ropa típica que
como otras mujeres se confecciona para uso diario.
“Mi mamá ya tiene tiempo que hacía vestidos y le dije por qué no
vendemos; hace 10 años empezamos a vender, pero apenas hace tres meses
empecé a ir a Tlacolula”, cuenta mientras tensa el aro de costura en el
que metió una diminuta blusa que bordará con flores guinda que dibujó a
réplica de la vestimenta que ella usa.
Rosa Gómez y Rosa Linda perfeccionan la manera en que elaboran muñecas
artesanales, a las cuales dedican hasta una semana. Junto con ellas,
Matea Sánchez también aprendió a trazar y coser muñecas, con la
diferencia de que cada tarde la acompaña su hija Norma, de 10 años,
quien ya suma cuatro muñecas hechas con la destreza de sus dedos.
Para
Lourdes Gómez Hernández, una joven muñequera de Quialana que ha
acompañado a Dolores y las autoridades municipales a pedir informes en
las dependencias de gobierno para conocer los trámites con los que
deben cumplir, lograr que las muñecas estén protegidas bajo una marca
les traerá beneficios para toda la comunidad y contener de alguna
manera la migración.
“Nos ayudaría porque aquí hay personas que hacen blusas, mandiles y
vestidos, así puede haber más trabajo para ellos y no irse a otras
partes del estado, a la Ciudad de México o fuera del país”, detalla
antes de recalcar la emoción que le dio al ver su primera muñeca
terminada.
A diferencia de las muñecas que son ensambladas en serie, para Josefina
Hernández Sánchez, mujer de 45 años que pone empeño para que sus
quehaceres de la casa no le impidan ir al taller, no hay como la
alegría que recién ha descubierto de ver que el juguete que elaboró le
gustó a alguien. “Están vestidas como nosotras, así como nosotras
fuimos de chiquitas, así las estamos haciendo”, festeja.
Rosa Gómez y Rosa Linda perfeccionan la manera en que elaboran muñecas
artesanales, a las cuales dedican hasta una semana. Junto con ellas,
Matea Sánchez también aprendió a trazar y coser muñecas, con la
diferencia de que cada tarde la acompaña su hija Norma, de 10 años,
quien ya suma cuatro muñecas hechas con la destreza de sus dedos.
Para
Lourdes Gómez Hernández, una joven muñequera de Quialana que ha
acompañado a Dolores y las autoridades municipales a pedir informes en
las dependencias de gobierno para conocer los trámites con los que
deben cumplir, lograr que las muñecas estén protegidas bajo una marca
les traerá beneficios para toda la comunidad y contener de alguna
manera la migración.
“Nos ayudaría porque aquí hay personas que hacen blusas, mandiles y
vestidos, así puede haber más trabajo para ellos y no irse a otras
partes del estado, a la Ciudad de México o fuera del país”, detalla
antes de recalcar la emoción que le dio al ver su primera muñeca
terminada.
A diferencia de las muñecas que son ensambladas en serie, para Josefina
Hernández Sánchez, mujer de 45 años que pone empeño para que sus
quehaceres de la casa no le impidan ir al taller, no hay como la
alegría que recién ha descubierto de ver que el juguete que elaboró le
gustó a alguien. “Están vestidas como nosotras, así como nosotras
fuimos de chiquitas, así las estamos haciendo”, festeja.
Foto: Nadia Altamirano Díaz, corresponsal
Por: Nadia Altamirano Díaz, corresponsal
Cimacnoticias | San Bartolomé Quialana, Oax.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario