CIUDAD DE MÉXICO (Expansión) -
Sus
ojos nublados hacen juego con la piel maltratada de sus pómulos, la
inflamación cutánea delata a quien ha llorado durante un tiempo
prolongado. Hilda Legideño no tiene nada que celebrar este 10 de mayo.
Ella es una de las madres que perdieron a sus hijos en la noche del 26
de septiembre de 2014 en Iguala, la fecha que nunca olvidará.
Ese
día, su hijo, Jorge Antonio Tizapa Legideño partió desde la normal de
Ayotzinapa hacia Iguala y eso fue lo último que supo de él. Lo demás han
sido casi tres años de sufrimiento y especulaciones, que se suman,
según ella, a la falta de voluntad de las autoridades para buscar con
vehemencia a los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.
"Desde
el 26 de septiembre no hemos tenido paz, pero mantengo la esperanza de
encontrarlo. No hay evidencia científica de que estén muertos, por eso
tenemos la esperanza de volver a verlos”, dice con tristeza y lágrimas
en los ojos.
De acuerdo con la 'verdad histórica' sobre el caso,
revelada por el entonces procurador, Jesús Murillo Karam, el 7 de
noviembre de 2014, los estudiantes fueron capturados por policías
municipales y entregados al grupo criminal Guerreros Unidos, para luego ser quemados y sus restos quedaran en un basurero y en un río de Cocula, un poblado cercano a Tixtla, Guerrero.
Los
familiares de las víctimas rechazaron esa versión, porque a su parecer
no se han presentado pruebas científicas suficientes, y hasta la fecha
piden que siga la búsqueda de los jóvenes, y que se indague al Ejército.
Para Hilda, ha sido una estrategia para disuadir a los padres de buscar a sus hijos.
“El
gobierno nos ha intentado quitar del camino. Hasta nos ofrecieron hasta
un millón de pesos, casas, coches, becas, pero a nosotros no nos
sirven. Quizás lo necesitamos, pero lo que queremos es a nuestros hijos
de regreso”, asegura con la voz entrecortada sin querer revelar quién,
específicamente, les ofreció estos recursos.
Durante las
investigaciones, tres titulares pasaron por la PGR, Murillo Karam, Arely
Gómez y Raúl Cervantes, pero ninguno de ellos, según Hilda, ha logrado
mitigar su dolor y el de las otras madres de los normalistas, quienes no
dan tregua en la búsqueda de sus hijos.
Hilda,
de 45 años de edad, no cree que exista un dolor tan intenso como el que
siente cuando extraña a Jorge. En ocasiones, admite con melancolía, que
se levanta creyendo que su hijo aún está con ella, pero en segundos, su
ausencia la aterriza en la realidad que la ha perseguido sin descanso
durante varios meses.
"Ha sido una pesadilla no saber de nuestros
hijos desde el día 26 ( de septiembre de 2014). Día con día nos
levantamos pensando que no ha pasado nada pero despertar a la realidad,
eso duele", dice con la voz entrecortada.
"Algunas personas se
inconforman porque marchamos pero no se detienen a pensar en que esta
situación que vivimos en México, los puede llegar a tocar", señaló.
Ella
dice que su labor como madre no termina pues tiene otros hijos, Iván y
Carol, de 20 y 24 años, respectivamente. No oculta sus lamentos por
haber descuidado al más pequeño de ellos, a quien, dice, restó atención a
raíz de la desaparición de Jorge, aunque encuentra consuelo en el amor
de madre, uno incomparable según ella, no solamente en México, sino a
nivel mundial.
Las
madres que buscan a los normalistas de Ayotzinapa no son las únicas. En
diversos lugares, otras madres se han manifestado para exigir la
aparición de sus seres queridos.
Cientos de mujeres marcharon este
miércoles por el centro de la capital mexicana para exigir a las
autoridades que encuentren a sus hijos desaparecidos, coincidiendo con
la celebración del Día de las Madres en el país.
"¿Dónde están
nuestros desaparecidos?", mostraba uno de los carteles que portaron las
madres acompañadas de familiares, en su marcha desde el Monumento a la
Madre al emblemático Ángel de la Independencia.
"No soy la única,
hay bastantes madres que están sufriendo y que hemos tocado puertas para
que nos escuchen y nos ayuden, y realmente no nos hacen caso", dijo a
la AFP, Sara Álvarez, de 62 años, que sigue buscando a su hijo.
Con un tono aún más desgarrado, Esperanza Legorreta habló sobre su hija de nueve años desaparecida.
"Vengo
a pedir justicia. Si alguna persona la ve, si me puede hablar, estamos
bien desesperados. Solo tenía nueve años, no le hizo daño a nadie, era
solo una bebé", comentó a la AFP.
En la marcha resaltaban las pancartas con las fotografías de infinidad de personas y la leyenda "¡¿Dónde está?!".
Madres
de migrantes que sospechan que sus hijos desaparecieron a su paso por
México de camino a Estados Unidos también se sumaron a la manifestación.
Más
de 177,000 personas han sido asesinadas y unas 30,000 están
desaparecidas en México desde que el gobierno federal lanzó un operativo
militar antidrogas en 2006, según cifras oficiales.
Las madres argentinas de plaza de mayo
Durante
los años 70 y 80, la cruenta ‘operación cóndor’, de las dictaduras
sudamericanas de la época, dejó a 30,000 desaparecidos o asesinados en
Argentina; 3,197 en Chile; 352 en Brasil; 288 en Uruguay, y entre 70 y
2,000 en Paraguay, según el libro Operación cóndor: Terrorismo de Estado en el Cono Sur de Nilson Cezar Mariano.
En
1977, surgió en Buenos Aires el movimiento de las Madres de Plaza de
Mayo, que comenzó con 14 mujeres reunidas en la plaza del gobierno
argentino que protestaban por sus hijos que fueron separados de manera
violenta de sus casas, en medio de la noche o secuestrados en las
calles.
Como muestra de las cicatrices que dejó la matanza
sistemática más grande de la región, desde entonces las madres se reúnen
cada jueves, con pañuelos blancos en la cabeza como símbolo, para
protestar por los argentinos disidentes que desaparecieron durante la
dictadura del presidente Rafael Videla.
Bajo la dirección de Hebe
Pastor de Bonafini, en agosto del año pasado, el grupo completó 2,000
jueves protestando en la icónica pirámide de la plaza y el 30 de abril
se cumplieron 40 años del inicio del movimiento... 40 días de la madre.
"A
40 años, encontrarme aquí es una sensación hermosa, completamente
distinta de aquel 30 de abril de 1977, cuando estas 14 mujeres estábamos
ahí, pensando que íbamos a hacer una forma de presión para que Videla,
ese genocida, nos diera alguna información por la ausencia de nuestros
hijos", dijo Mirta Acuña, una de las fundadoras del movimiento que ahora
tiene 92 años de edad, según AFP.
Movimiento migrante mesoamericano
Más
recientemente, en 2005 nació la Caravana de Madres Centroamericanas y
aunque sus orígenes están en la frontera entre Chiapas y Guatemala, el
reclamo es contra el gobierno de México, país que se ubica como el
segundo más violento del mundo.
Se
presume que en territorio mexicano se ha perdido el rastro de al menos
10,000 migrantes, según cifras de organizaciones nacionales, aunque el
Movimiento Migrante Mesoamericano asegura que son más de 70,000 las
madres que perdieron a sus hijos en el país.
Desde hace 12 años,
el movimiento atraviesa desde sus tierras de origen hasta la frontera de
Tamaulipas con Estados Unidos exigiendo la recuperación de sus
vástagos. Año tras año, la costa del Golfo de México es testigo del
peregrinar de quienes les fueron arrebatados los motivos para festejar
el día de las madres.
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