Amnistía Internacional España
Por Sara Garcia de Blas (@Saragdeblas), Equipo de Menores de Amnistía Internacional,
Bertine, Vera y Marine no tienen motivos para celebrar este
11 de octubre. Como ellas, muchas otras niñas y adolescentes no tienen
nada que celebrar este Día Internacional de la Niña.
Bertine, Vera y Marine son tres de los 1,1 mil millones de niñas que
hay en todo el mundo. Cada una de estas niñas tiene un nombre, sueños y
un potencial que una vez desarrollado les ayudará a comerse el mundo.
Pero Bertine, Vera y Marine también hacen parte de otra cifra. Forman
parte de los 357 millones de niños y niñas en todo el mundo que viven
en países afectados por conflictos armados. La realidad en la que viven
estas niñas puede impedir que consigan ser dueñas de su destino.
Las niñas en zonas de conflicto
Las adolescentes que se encuentran en zonas de conflicto tienen
un 90% más de probabilidades de no acceder a la escolarización que las niñas que viven en países sin conflictos.
La guerra y la violencia pone así en peligro sus perspectivas de futuro
laboral y su independencia financiera en la edad adulta.
Durante los conflictos, las niñas son vulnerables y en ocasiones su
única opción para conseguir protección es convertirse en esposas o
novias de los soldados o combatientes. En otras, sus familias no pueden
hacerse cargo de ellas y casarse es su única alternativa. Las tasas de matrimonio infantil en muchos países en conflicto se encuentran entre las más altas del mundo.
© Thomas Mukoya
Vivir la violencia
La violencia llegó a la región en la que viven Bertine, Vera y Marine
–la región de Kasai, una de las más pobres de la República Democrática
del Congo– en agosto de 2016. Un conflicto caracterizado por la terrible
brutalidad con la que los diferentes grupos armados tratan a la
población civil. Cientos de miles de personas han tenido que dejar sus
hogares para salvar sus vidas, y 3,8 millones de personas –entre ellas
2,3 millones de niñas y niños– necesitan asistencia humanitaria.
El 60% de los miembros de los grupos armados de la región son menores de edad.
Ya en junio del 2016, las niñas y niños comenzaron a incorporarse al
grupo armado rebelde de KamuinaNsapu. Muchos animados o engañados por
familiares. Fue el abuelo de Vera, la que la obligó a incorporarse al
grupo KamuinaNsapu cuando tenía solamente 15 años.
Además de combatir y sufrir violencia sexual, las niñas con frecuencia son usadas como escudos humanos. “Cuando
íbamos a combatir, nos ponían [a las niñas] en primera línea y los
hombres venían detrás. Íbamos armadas con machetes y cuchillos”, cuenta Bertine, de tan solo 13 años.
Tras rituales de iniciación en los que se las obliga a beber
pociones secretas y alcohol, y a comer insectos vivos, que supuestamente
les harían invulnerables a las balas, las enviaban a matar. “Íbamos
a la batalla con mopas [...] Papa Dieudo, uno de los líderes
del Kamuina Nsapu, nos dijo que si sacudíamos la mopa delante de un
soldado, se le separaría la cabeza del cuerpo. Sacudí la mopa varias
veces, pero nunca vi morir a ningún soldado”, recuerda Marine, de 14 años.
Amnistía
Internacional denuncia la violencia que se comete contra las niñas en
situaciones de conflicto y en la región de Kasai. Queremos que Bertine,
Vera y Marine también puedan celebrar su día, el Día Internacional de la
Niña.
El gobierno de la RDC debe tomar medidas efectivas para proteger a
los niños y niñas del reclutamiento forzoso o voluntario, de su uso en
las fuerzas armadas y de otros abusos a manos de todas las partes
implicadas en el conflicto de esta región, así como garantizar que los
ex niños y niñas soldados tienen acceso a programas que les presten
apoyo adecuado a largo plazo y contribuyan a su reintegración en la
comunidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario