Los militantes de Morena, los votantes de AMLO y hasta algunos
críticos guardaron mesura. Se trataba de un “evento privado”, aun con
sus 600 invitados, y no hubo desvío de dinero público.
Sin embargo, la edición de la revista Hola! que salió a la venta el
jueves 4 derrumbó toda justificación, incluso las de los más leales e
institucionales defensores de Morena. La crónica rosa intitulada “La
boda de César Yáñez y Dulce Silva”, desplegada en 19 páginas, expresó
desde el primer párrafo su objetivo:
“El pasado sábado 29 de septiembre, el reloj marcaba las 5 de la
tarde, cuando el Packard 1949 de color blanco, en el que viajaba la
novia, Dulce Silva Hernández, llegó al Templo de Santo Domingo, en el
Centro Histórico de Puebla. Ya la esperaba el novio, César Yáñez
Centeno, el hombre de mayor confianza del presidente electo Andrés
Manuel López Obrador, desde hace 23 años, y su virtual Coordinador
General de Política y Gobierno.”
Desde ese momento se quebró toda posibilidad de defender lo
indefendible. Rafael Barajas, El Fisgón, amigo de López Obrador y de
César Yáñez, fundador de los primeros círculos de estudio que dieron
origen a Morena, redactó en su cuenta de Twitter:
“¿En qué estaba pensando César Yáñez? Yo creía que sus críticos
exageraban. Debo confesar que yo no había captado la magnitud del
dislate y la frivolidad hasta que vi la portada de el Hola!”
Los militantes de Morena, los votantes de AMLO y hasta algunos
críticos guardaron mesura. Se trataba de un “evento privado”, aun con
sus 600 invitados, y no hubo desvío de dinero público.
Sin embargo, la edición de la revista Hola! que salió a la venta el
jueves 4 derrumbó toda justificación, incluso las de los más leales e
institucionales defensores de Morena. La crónica rosa intitulada “La
boda de César Yáñez y Dulce Silva”, desplegada en 19 páginas, expresó
desde el primer párrafo su objetivo:
“El pasado sábado 29 de septiembre, el reloj marcaba las 5 de la
tarde, cuando el Packard 1949 de color blanco, en el que viajaba la
novia, Dulce Silva Hernández, llegó al Templo de Santo Domingo, en el
Centro Histórico de Puebla. Ya la esperaba el novio, César Yáñez
Centeno, el hombre de mayor confianza del presidente electo Andrés
Manuel López Obrador, desde hace 23 años, y su virtual Coordinador
General de Política y Gobierno.”
Desde ese momento se quebró toda posibilidad de defender lo
indefendible. Rafael Barajas, El Fisgón, amigo de López Obrador y de
César Yáñez, fundador de los primeros círculos de estudio que dieron
origen a Morena, redactó en su cuenta de Twitter:
“¿En qué estaba pensando César Yáñez? Yo creía que sus críticos
exageraban. Debo confesar que yo no había captado la magnitud del
dislate y la frivolidad hasta que vi la portada de el Hola!”
A la crítica del Fisgón se sumaron las de otros militantes y de los
moneros más cercanos al lopezobradorismo. José Hernández, Monero
Hernández, lo resumió así, al ser consultado por Proceso: “Esta portada
resume justamente por lo que votamos en contra el 1 de julio”. Antonio
Helguera citó la vieja tesis del canadiense Marshall McLuhan: “El medio
es el mensaje”.
Hernán Gómez, analista y defensor de las propuestas de López Obrador
en los debates televisivos, tuiteó ese mismo día: “Ojo: Beatriz y AMLO
no posaron para la revista. Si César Yáñez lo hizo, específicamente para
el Hola!, creo que es acto de frivolidad que incomoda y no debería
repetirse”.
León Krauze, comentarista de Univision, argumentó también contra la
incongruencia: “En mi opinión, cada quien se puede casar como le dé la
gana. El problema, en esto como en otras cosas, es que el equipo del
gobierno electo, como el propio López Obrador, ofreció un nuevo estándar
de moral de conducta pública. Desde ese estándar se les juzgará y es
natural”.
López Obrador fijó su posición el mismo jueves 4, durante su visita a
Morelos: “Pues yo no me casé. Yo fui invitado, asistí. Cada quien es
responsable de sus actos. No fue una acción de gobierno, se trata de un
evento social, privado. Yo asistí a eso”.
Confrontado con algunos periodistas y medios a los que ha calificado
de “fifís” en las últimas dos semanas, López Obrador no volvió a usar
este término, y por primera vez admitió que se trataba de un “posible
error” y que sus adversarios “tienen derecho a criticar, pero nosotros
no vamos a cambiar”.
El contexto del escándalo no podía ser peor: ocurrió en medio de las
resistencias de todos los niveles burocráticos a los recortes de
salarios y medidas de austeridad impulsadas por el Poder Ejecutivo, en
el Congreso federal y posiblemente en el Poder Judicial, pero también
después de la conmemoración de la matanza del 2 de octubre de 1968 y con
el compromiso reiterado de López Obrador de encabezar un gobierno
cercano “a la gente”, sin el uso de aviones privados, elementos del
Estado Mayor Presidencial ni otros lujos.
El precedente Peña
El peor precedente es el que dejan el presidente Enrique Peña Nieto y
su esposa, Angélica Rivera, que convirtieron las portadas de la revista
Hola! no sólo en su escaparate, sino en un mecanismo de autopromoción y
simulación. Ahora ya se admite públicamente lo que antes se negaba: el
romance entre ambos y su “matrimonio rosa” fue una teleproducción en
función de la popularidad del mexiquense. Tan es así que desde agosto de
este año se da por un hecho el distanciamiento y futuro divorcio de la
pareja presidencial.
Desde la portada de la boda de Peña Nieto y Rivera, el 8 de diciembre
de 2010, hasta la más reciente carátula con la foto de la hija del
presidente, Paulina Peña, y el despliegue fotográfico de la primera dama
en la ceremonia del 15 de septiembre, los mexicanos asistieron a una
saturación de mensajes “rosa”, de fotos posadas y frivolidad que se
extendieron a todas las revistas de socialités, farándula y ostentación
del ocio.
El peor escándalo de corrupción del presente sexenio surgió
precisamente de una pista de autopromoción narcisista en la revista
Hola! En 2014 Angélica Rivera posó en un publirreportaje titulado: “La
primera dama en la intimidad”. Ahí mostró su “residencia familiar”. Fue
la primera pista para el reportaje de investigación titulado “La Casa
Blanca de Peña Nieto”, difundida por el equipo de reporteros de Carmen
Aristegui.
La moda de aparecer en la portada de esa revista, fundada en 1944, en
plena etapa del franquismo español, se convirtió en una necesidad
compulsiva para una clase política aspiracional que borró las fronteras
entre lo público y lo privado, entre la publicidad y la información,
entre la mesura y la ostentación.
Rivera apareció en esa portada siete veces. El gobernador Manuel
Velasco, de Chiapas, le dio vuelo ahí a su boda con la cantante Anahí,
en clara réplica del modelo peñanietista de publicitarse. Hasta Carlos
Salinas de Gortari posó para Hola! a fin de presumir la boda de su hijo
Juan Cristóbal.
El senador panista Javier Lozano promovió en sus páginas su nuevo
matrimonio y la “pareja presidencial” de Marta Sahagún y Vicente Fox
apareció en ellas el 27 de febrero de 2013, al inicio del sexenio de
Peña Nieto, para demostrar que fueron los primeros en asociar la
política con la vida de pareja.
En plena promoción anticipada de su futura aspiración presidencial,
Margarita Zavala posó en la edición de noviembre de 2012 con el título
“La primera dama que supo ganarse el corazón de México”.
Si bien el tabasqueño no es el protagonista del reportaje, es claro
el impacto que buscó la revista Hola! al colocar una pequeña foto de él
con su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, con la frase:
“Entramos en la celebración de la que todo el mundo habla. Con el
presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, como testigo principal,
entre seiscientos invitados, en la capilla del Rosario de Puebla”.
Con este episodio, la revista de origen español –con franquicias en
Venezuela, Brasil, Chile, Estados Unidos, Argentina, Colombia y México,
entre otros países– supo explotar su fórmula reciente para la política
mexicana: exhibir las historias de las familias presidenciales y de los
políticos aspiracionales, como si fueran los aristócratas de una nación
donde todo es bello y “el amor triunfa”, como declaró César Yáñez.
En estos momentos los recién casados gozan de su luna de miel en París, donde se prevé que pasen tres semanas.
A la crítica del Fisgón se sumaron las de otros militantes y de los
moneros más cercanos al lopezobradorismo. José Hernández, Monero
Hernández, lo resumió así, al ser consultado por Proceso: “Esta portada
resume justamente por lo que votamos en contra el 1 de julio”. Antonio
Helguera citó la vieja tesis del canadiense Marshall McLuhan: “El medio
es el mensaje”.
Hernán Gómez, analista y defensor de las propuestas de López Obrador
en los debates televisivos, tuiteó ese mismo día: “Ojo: Beatriz y AMLO
no posaron para la revista. Si César Yáñez lo hizo, específicamente para
el Hola!, creo que es acto de frivolidad que incomoda y no debería
repetirse”.
León Krauze, comentarista de Univision, argumentó también contra la
incongruencia: “En mi opinión, cada quien se puede casar como le dé la
gana. El problema, en esto como en otras cosas, es que el equipo del
gobierno electo, como el propio López Obrador, ofreció un nuevo estándar
de moral de conducta pública. Desde ese estándar se les juzgará y es
natural”.
López Obrador fijó su posición el mismo jueves 4, durante su visita a
Morelos: “Pues yo no me casé. Yo fui invitado, asistí. Cada quien es
responsable de sus actos. No fue una acción de gobierno, se trata de un
evento social, privado. Yo asistí a eso”.
Confrontado con algunos periodistas y medios a los que ha calificado
de “fifís” en las últimas dos semanas, López Obrador no volvió a usar
este término, y por primera vez admitió que se trataba de un “posible
error” y que sus adversarios “tienen derecho a criticar, pero nosotros
no vamos a cambiar”.
El contexto del escándalo no podía ser peor: ocurrió en medio de las
resistencias de todos los niveles burocráticos a los recortes de
salarios y medidas de austeridad impulsadas por el Poder Ejecutivo, en
el Congreso federal y posiblemente en el Poder Judicial, pero también
después de la conmemoración de la matanza del 2 de octubre de 1968 y con
el compromiso reiterado de López Obrador de encabezar un gobierno
cercano “a la gente”, sin el uso de aviones privados, elementos del
Estado Mayor Presidencial ni otros lujos.
El precedente Peña
El peor precedente es el que dejan el presidente Enrique Peña Nieto y
su esposa, Angélica Rivera, que convirtieron las portadas de la revista
Hola! no sólo en su escaparate, sino en un mecanismo de autopromoción y
simulación. Ahora ya se admite públicamente lo que antes se negaba: el
romance entre ambos y su “matrimonio rosa” fue una teleproducción en
función de la popularidad del mexiquense. Tan es así que desde agosto de
este año se da por un hecho el distanciamiento y futuro divorcio de la
pareja presidencial.
Desde la portada de la boda de Peña Nieto y Rivera, el 8 de diciembre
de 2010, hasta la más reciente carátula con la foto de la hija del
presidente, Paulina Peña, y el despliegue fotográfico de la primera dama
en la ceremonia del 15 de septiembre, los mexicanos asistieron a una
saturación de mensajes “rosa”, de fotos posadas y frivolidad que se
extendieron a todas las revistas de socialités, farándula y ostentación
del ocio.
El peor escándalo de corrupción del presente sexenio surgió
precisamente de una pista de autopromoción narcisista en la revista
Hola! En 2014 Angélica Rivera posó en un publirreportaje titulado: “La
primera dama en la intimidad”. Ahí mostró su “residencia familiar”. Fue
la primera pista para el reportaje de investigación titulado “La Casa
Blanca de Peña Nieto”, difundida por el equipo de reporteros de Carmen
Aristegui.
La moda de aparecer en la portada de esa revista, fundada en 1944, en
plena etapa del franquismo español, se convirtió en una necesidad
compulsiva para una clase política aspiracional que borró las fronteras
entre lo público y lo privado, entre la publicidad y la información,
entre la mesura y la ostentación.
Rivera apareció en esa portada siete veces. El gobernador Manuel
Velasco, de Chiapas, le dio vuelo ahí a su boda con la cantante Anahí,
en clara réplica del modelo peñanietista de publicitarse. Hasta Carlos
Salinas de Gortari posó para Hola! a fin de presumir la boda de su hijo
Juan Cristóbal.
El senador panista Javier Lozano promovió en sus páginas su nuevo
matrimonio y la “pareja presidencial” de Marta Sahagún y Vicente Fox
apareció en ellas el 27 de febrero de 2013, al inicio del sexenio de
Peña Nieto, para demostrar que fueron los primeros en asociar la
política con la vida de pareja.
En plena promoción anticipada de su futura aspiración presidencial,
Margarita Zavala posó en la edición de noviembre de 2012 con el título
“La primera dama que supo ganarse el corazón de México”.
Si bien el tabasqueño no es el protagonista del reportaje, es claro
el impacto que buscó la revista Hola! al colocar una pequeña foto de él
con su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, con la frase:
“Entramos en la celebración de la que todo el mundo habla. Con el
presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, como testigo principal,
entre seiscientos invitados, en la capilla del Rosario de Puebla”.
Con este episodio, la revista de origen español –con franquicias en
Venezuela, Brasil, Chile, Estados Unidos, Argentina, Colombia y México,
entre otros países– supo explotar su fórmula reciente para la política
mexicana: exhibir las historias de las familias presidenciales y de los
políticos aspiracionales, como si fueran los aristócratas de una nación
donde todo es bello y “el amor triunfa”, como declaró César Yáñez.
En estos momentos los recién casados gozan de su luna de miel en París, donde se prevé que pasen tres semanas.
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