Una auditoría a Caminos y Puentes Federales de Ingresos y
Servicios Conexos detectó irregularidades en un contrato por 2 mil 172
millones de pesos firmado por el organismo, cuyo director es Benito Neme
Sastré –compadre del presidente Enrique Peña Nieto–, con una empresa
outsourcing. El caso implica también a dos de sus subalternos y, según
el Órgano Interno de Control, comporta un daño patrimonial de 38.5
millones de pesos.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- A pesar de contar con más de 3 mil
empleados en su nómina, Caminos y Puentes Federales de Ingresos y
Servicios Conexos (Capufe) firmó bajo la dirección de Benito Neme Sastré
un contrato de outsourcing hasta por 2 mil 172 millones de pesos con
una empresa denominada Servicios Integrales Trujillo Romano con vigencia
de diciembre de 2016 al 31 de mayo de 2019, pero con un domicilio
fiscal “fantasma” y con irregularidades evidentes en la supuesta
contratación de más de 4 mil personas.
De acuerdo con una investigación que realiza el Órgano Interno de
Control (OIC), consultada por Proceso, se presume un daño patrimonial de
38.5 millones de pesos por concepto de “sueldos pagados no devengados”
que involucra al administrador del contrato, Carlos Fernández Sánchez,
subdirector de Administrador de Capital Humano y Desarrollo
Organizacional.
Fernández Sánchez y Adolfo Isaac Riveroll Sánchez, director de
Administración y Finanzas de Capufe, fueron los que firmaron el contrato
con el representante del outsourcing. Los dos subalternos de Neme
Sastré –compadre de Enrique Peña Nieto– son investigados también “por
concepto de comisión al proveedor al 30 de julio de 2018, por 28.4
millones de pesos”.
Según la auditoría del OIC, entre las irregularidades del contrato se
encuentra la contratación de personal administrativo “que no cumple con
el perfil requerido”, pues “realiza” actividades que competen al
personal de mando de Capufe; además, “no cumple con el objeto del
contrato que especifica la necesidad de personal especializado para la
operación y administración de las unidades de atención a usuarios, así
como la operación y conservación de la red de carreteras” del
Fideicomiso Nacional de Infraestructura (Fonadin).
La empresa Servicios Integrados Trujillo Romano también ha presentado
documentación apócrifa, y en la evaluación realizada de la licitación
pública nacional que derivó en este multimillonario contrato, la
Secretaría de la Función Pública (SFP) ha detectado también que de las
12 empresas que supuestamente emitieron documentación, 10 no existen,
una tiene presunto conflicto de interés, y en el caso de la ganadora se
desconoce la autenticidad de los documentos.
Los auditores acudieron a Lago Victoria 74, piso 11, colonia Granada,
en la Ciudad de México, donde la empresa tiene sus oficinas
corporativas. Las observaciones, cuya copia tiene Proceso, destacan que
“no se advierte ninguna razón social del proveedor”.
Sólo se identificó un logotipo de la empresa Grupo Proyección Fiscal,
sin relación alguna con una compañía de outsourcing, “por lo que se
infiere que el personal que presentó el proveedor en su propuesta para
concursar en la licitación pública nacional no existe”.
Lo más grave de este caso es que el propio Fernández Sánchez ha
obstaculizado el trabajo de los auditores internos y ha incurrido en
otras irregularidades, como subcontratar a su pareja sentimental con un
sueldo de 65 mil pesos, según consta en las actas y copias de la nómina
consultadas por este semanario.
Las cerca de 4 mil personas que debieron contratar con sueldos de
entre 7 mil y 8 mil pesos mensuales para dar servicios “para la
operación y administración de las unidades de atención a usuarios, así
como para la operación y conservación de la red de carreteras” del
Fonadin que administra y opera Capufe, en su mayoría no existen o no
realizan las funciones que establece el contrato 4500025581.
El contrato estipula que los comprobantes fiscales serán autorizados
por la Gerencia de Administración de Capital Humano a nombre del Fonadin
–no de Capufe–, mientras que el outsourcing deberá cubrir “el monto
autorizado para la capacitación, los viáticos generados, pasajes
terrestres, peajes y gasolina generados en las comisiones que se le
asignen” al personal especializado.
El mismo contrato obliga al outsourcing a “mantener y guardar en
estricta y absoluta confidencialidad y reserva toda la información o
documentación que le sea proporcionada por Capufe o de cualquier otra
fuente” y “deberán abstenerse de publicarla, reproducirla o comunicarla a
personas ajenas a Capufe”.
En la cláusula décimo octava se establece que el outsourcing, “como
empresario y patrón del personal que empleen con motivos de los
servicios del presente contrato, serán los únicos responsables de las
obligaciones derivadas de las disposiciones legales y demás
ordenamientos en materia de trabajo y de seguridad social, y se obligan a
responder a todas las reclamaciones de carácter individual o colectiva
que sus trabajadores y los sindicatos a los que pertenezcan e inclusive
terceros presenten en su contra o en contra de Capufe”.
Irregularidades en el telepeaje
Además de las irregularidades en este contrato de prestación de
servicios laborales, existen cerca de 800 millones de pesos de “cuentas
por cobrar” en el servicio de monitoreo de peaje que Capufe subrogó a
una empresa denominada Telepeaje Dinámico S.A. (Tedisa), con la que se
firmó en 2014 un contrato por 4 mil 250 millones de pesos, uno de los
más caros para telepeaje en las 41 carreteras que administra.
El contrato con Tedisa debió vencer el 31 de julio de este año, pero
se amplió ocho meses, mediante adjudicación directa de Capufe, por un
monto de hasta 463 millones de pesos. Es decir, casi 5 mil millones de
pesos para una sola empresa.
El objetivo del contrato es que Tedisa realice un control de la
interoperabilidad de las carreteras y entregue un reporte mensual a
Capufe, pero la auditoría interna indica que no se ha cumplido con lo
estipulado en el contrato.
Tedisa es propiedad del empresario mexiquense Roberto Alcántara,
propietario de Grupo IAMSA y Viva Aerobús. El contrato con esta empresa
tenía por objetivo que Telepeaje Dinámico garantizara la
“interoperabilidad”, es decir, que sin importar su tag, cada conductor
pudiera cruzar cualquier caseta. Debió entrar en vigor desde agosto de
2014.
El periódico Reforma publicó el martes 2 de octubre que “de última
hora” Banobras, en su carácter de fiduciario de Fonadin, convocó desde
el 21 de septiembre a una licitación para sustituir a Telpeaje Dinámico
en el servicio de interoperabilidad. El fallo se dará a conocer el 12 de
noviembre, 18 días antes de que termine el sexenio, y tendrá vigencia
hasta el 31 de marzo de 2023.
Esta licitación de última hora se realiza en medio de las
investigaciones que realiza la SFP a las múltiples irregularidades que
existen en el sistema de telepeaje y en los trabajos de varias de las 41
carreteras que Fonadin tiene a su cargo.
Otras irregularidades en el manejo de las carreteras de Capufe
involucran los trabajos de estabilización de la autopista
Tijuana-Ensenada, recientemente auditada por trabajos no realizados por
150 millones de pesos y otras irregularidades que ascienden a 50
millones de pesos.
La auditoría de julio de 2017 (la número 16/127) observó que la
empresa Gluyas Construcciones “no realizó los trabajos conforme a lo
presupuestado, determinándose pagos en exceso, sin cuantificar el
posible quebranto patrimonial”.
A raíz de esta auditoría, Capufe firmó el 17 de mayo pasado un
convenio modificatorio con la empresa para autorizarle un “ajuste” en el
precio unitario, pagándose una diferencia de 2.9 millones de pesos a
favor de Capufe.
El 14 de mayo último, el OIC realizó una visita de inspección en la
autopista Tijuana-Ensenada y detectó deficiencias en la integración de
los precios extraordinarios, en los que se presume un daño patrimonial
por 33.4 millones de pesos derivado de errores de cálculo y falta de
soporte documental en la integración de los auxiliares que conforman la
matriz del precio, entre otras.
Apenas el pasado 10 de septiembre se envió un informe de detección de
irregularidades que implica a funcionarios de Capufe por “actos y
omisiones”.
Por esas fechas se concluyó otra auditoría interna en la autopista
Monterrey-Nuevo Laredo en la cual se encontraron otras irregularidades,
como pagos en exceso y sobreprecios, así como falta de servicios, entre
otros.
Este reportaje se publicó el 7 de octubre de 2018 en la edición 2188 de la revista Proceso.
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