I
Hace poco más de un año, Enrique Peña Nieto, dijo sobre la situación de
alerta social que se vivía en el país, una frase que resume su actuar y
pensar durante todo su periodo como “presidente”, el señor dijo muy
tranquilo que: “la crisis sólo está en sus mentes”, refiriéndose al
descontento de la sociedad ante la precariedad de la vida, para después,
continuar con el acostumbrado inocuo discurso de un país que avanza y
que las políticas que se implementaron fueron necesarias, y así otra
vez, la fantasía busca apoderarse de la realidad para ocultarla,
disfrazar lo que ha sucedido, desacreditar las voces que protestan por
la creciente agudización de la desesperación que sufre gran parte de los
ciudadanos de este nuestro México. La burla que hasta hoy continúa, es
además, reflejo de una profunda crisis que no proviene del pueblo, sino
que baja directo de las cúpulas del poder envilecido, soberbio e incapaz
de ver sus propios pasos y reconocer que hace mucho tiempo se nos ha
dirigido al barranco con los ojos vendados por el cinismo imperante que
nos ha gobernado.
II
La crisis
es muy profunda y aún hoy continúa, es una crisis de humanidad y de las
formas tradicionales de representación social, que ha alcanzado sus
límites, por ello, la sociedad alzó la voz para exigir un profundo
cambio, una nueva estructura en la que las voces del conjunto social
tengan eco real, un nuevo orden que permita la materialización de las
necesidades, una nueva lógica que rompa de una vez y para siempre el
viejo esquema de dominación que opaca a las propias democracias
representativas que alguna vez dijeron ser la solución y hoy son parte
de esa agonizante problemática. Millones de mexicanos han puesto su
deseo de superación de la crisis en la alternativa representada por
Andrés Manuel López Obrador, quien en unos días tomará posesión como
nuevo presidente de México, marcando lo que pudiera ser un nuevo rumbo
real en algunas cuestiones prioritarias, o precipitando la crisis a una
agudización y sostenible para el sistema imperante. Está aún por verse
lo que realmente vendrá.
III
La delegación de
nuestro ejercicio político a los llamados funcionarios públicos, nos ha
alejado del ejercicio de la política y ha contribuido a que esta última
sea entendida como una cuestión electoral, votar parecería así la única
responsabilidad ciudadana, y por tanto, la única participación en
materia política, pero contrario a esta idea, desde décadas atrás,
actores sociales han pugnado por una nueva responsabilidad política y
social que permita a la sociedad la vigilancia del ejercicio de los
gobernantes, desafortunadamente, muy lejos estamos de una realización en
términos de la participación mayoritaria de la sociedad, por ello,
cuando se dice con todo lujo de burla que “la crisis sólo está en sus
mentes”, a lo que se refiere es al simple hecho de que en la lógica de
quienes gobiernan todo lo hecho es correcto, pues mantiene los esquemas
estipulados en un sistema que desde el principio mostró sus
contradicciones, la crisis mental para los de arriba corresponde a
nosotros los de abajo por la obvia circunstancia de que ellos carecen de
mentalidad humana. Las consultas que hoy impulsa el gobierno entrante,
son un camino que debe fortalecerse, que debe estudiarse y mejorar, son
en todo caso, un posible inicio del incremento de la participación
ciudadana en temas y decisiones que hasta hace poco eran únicamente
ejercicios de políticos alejados del deseo social. Sin embargo, falta
construir las alternativas democráticas de los sectores oprimidos para
la verdadera materialización de sus necesidades.
IV
La mente, la mentalidad, su expresión y conformación es totalmente
contradictoria cuando hablamos de lo que arriba se piensa y abajo se
siente. Arriba nunca ha habido crisis, claro que no, ellos comen,
visten, viajan, cobran y gastan con lujo a diario y sin remordimiento,
abajo por el contrario, se vive con la penuria del pago diario, del
alimento para la familia, de la seguridad laboral y de la seguridad
social, de la salud y de la sobreexplotación, de la discriminación y la
marginación. Arriba no se puede sentir el calor en los pies ni cómo el
sol quema los rostros, no se sabe lo que significa madrugar para ir a
uno, dos o tres trabajos el mismo día, no se comprende la angustia que
viven las mujeres ante la impunidad de la violencia de género, la misma
que da lugar al feminicidio como un hecho común en el país, son
incapaces de entender la impotencia que se siente cuando la impunidad
nos oprime, cuando los discursos políticos no representan la realidad y
cuando se burlan de nosotros al decir que la crisis únicamente está en
nuestra mente, ¿podrán saber cómo se vive y siente la crisis si ellos la
provocan y no la padecen? El gobierno entrante ha propuesto la
austeridad republicana como parte de lo que ha llamado “La Cuarta
transformación”, una medida posible y sin duda necesaria, pero aún
estamos lejos de construir una sociedad en la que el principio sea la
socialización de los bienes producidos, pues para ello es necesario
romper toda la lógica sistémica de producción, trabajo y riqueza.
V
La crisis y sus efectos son una cuestión geométrica, mientras más
arriba menos puede percibirse, mientras más abajo más se padece, la
palabra pobreza cambia de significado en cada estrato y clase social,
los conceptos de democracia, política y gobierno se han redefinido con
los años, ahora, las definiciones tradicionales no encuentra su
aplicación a la realidad porque hace tiempo que dejaron de nombrarla,
cuando llueve no todo el país se inunda, cuando hay hambre no todo el
país come, la geometría social genera diferentes significados a una
misma realidad, y junto a estas circunstancias, la corrupción, la
impunidad y el cinismo agudizan una crisis que décadas atrás inició. Una
nueva coyuntura se presenta, es tiempo de poner un nuevo orden a la
estructura social reivindicando a las clases oprimidas, o presenciaremos
los efectos de una crisis anunciada y negada. La estructura social es
como una pirámide, arriba son pocos y abajo somos muchos, nosotros
sostenemos a quienes nos vulneran, el efecto de la crisis la padecemos
por ellos, por tanto, les resulta simple negarla. Ahora bien; ¿Qué
pasaría si revirtiéramos el orden social y comenzara a gobernar la
mayoría? ¿Dirían los que hoy gobiernan que la crisis está en nuestras
mentes o comenzarían temerosos a sentirla en las suyas al perder sus
prebendas, lujos y el marco de impunidad que los protege?
No
podemos iniciar un nuevo orden permitiendo la impunidad y la perpetuando
la injusticia, todos quienes han propiciado que el país viva esta y
muchas otras crisis deben ser enjuiciados, los ex presidentes deben
pagar por el daño hecho, la justicia debe reinar por fin en México. La
crisis es una cuestión de geometría, cambiemos esa geometría,
revirtámosla a favor de la mayoría y generemos un cambio real en nuestro
México.
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