Immanuel Wallerstein
Hace poco estuve en México por
varios días. Fui a hablar en la celebración de la victoria de Andrés
Manuel López Obrador (AMLO), el presidente electo. La reunión tuvo lugar
en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Se intentaba que la reunión estimulara una reflexión abierta y
crítica sobre dónde va México ahora. No todos los simpatizantes tienen
la misma visión del futuro.
Asistieron muchos miembros del gabinete de AMLO. Pero los secretarios
se restringieron a presidir las sesiones en lugar de presentar
ponencias. Era como si no quisieran que se les cuestionara en público
sobre sus puntos de vista.
En privado, muchas personas califican a los secretarios como de
izquierda o de derecha. AMLO mismo siempre ha evitado tales
calificativos, insistiendo en que su rebelión nacional era contra la
corrupción y la represividad del partido dominante, de tan largo tiempo
en el poder, conocido por su nombre más reciente, Partido Revolucionario
Institucional (PRI), junto con su siempre aliado partido de derecha, al
que se conoce como PAN.
Los juicios acerca de la trayectoria futura de Andrés Manuel López
Obrador varían considerablemente. Algunos de la izquierda están contra
él violentamente, argumentando que siempre ha terminado en posiciones de
derecha. Otros de la izquierda insisten que ya cumplió una promesa
importante, que es la de retirarse del proyecto de construir un nuevo
aeropuerto en Ciudad de México, un proyecto tecnológicamente obtuso, que
drenaría recursos y sería propenso a corrupciones. Este último grupo
dice que AMLO debería de tener la oportunidad de demostrar sus
credenciales de izquierda.
Es la política exterior mexicana la mayor pregunta abierta. Hasta
ahora, AMLO parece promover de manera primordial una política
nacionalista y no una política abiertamente antimperialista.
Hay dos ámbitos en los que México tendrá que asumir decisiones básicas. Una es América Latina y el Caribe. La otra es el TLCAN.
La izquierda en América Latina en general ha visto la victoria de
AMLO como una renovada insurgencia de la izquierda tras una década de
contrarrevolución. ¿Permitirá AMLO a México jugar un papel en el
esfuerzo de crear instituciones latinoamericanas que excluyan a Estados
Unidos y Canadá? Esto no se ve muy claro al momento.
El segundo ámbito es el TLCAN, en el cual Trump está intimidando a
los socios a que firmen un acuerdo con Estados Unidos que únicamente le
trae ventajas a Estados Unidos. El presidente saliente acaba de firmar
tal acuerdo. ¿Cómo manejará AMLO esta entrega? Puede no permitir que el
acuerdo se ratifique. ¿Pero es esto suficiente?
México ha sido gobernado por más de 50 años por un así llamado
partido corrupto de derecha, el Revolucionario Institucional. AMLO ha
terminado con el monopolio del PRI. ¿Pero remplazará al PRI con algo
fundamentalmente diferente?
Un analista de izquierda me explicaba que el PRI no era un partido,
sino una cultura. Lo que la izquierda debe hacer, dijo, es crear una
cultura alternativa –en México y en cualquier otra parte. ¿Está la
izquierda mexicana en proceso de hacer esto?
Traducción: Ramón Vera-Herrera
© Immanuel Wallerstein
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