Familiares marchan este 25 de noviembre por justicia
Son
las 11:30 de la mañana del domingo en la colonia Santa María Nativitas
del municipio de Chimalhuacán, en el Estado de México, uno de los 11 que
desde el 2015 está en Alerta de Violencia de Género por feminicidio, y
donde se han encontrado cuerpos de mujeres asesinadas, considerado
además por el Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio, como uno
de los más violentos para las mujeres.
Ahí, Lidia Florencio se alista para salir de casa. Presurosa, llena
su mochila de aguas y frutas para el camino, se coloca una gorra y una
playera blanca en la que se lee “Justicia para Diana”, un corazón
enmarca el rostro de una mujer joven, su hija.
La familia de Lidia también tiene preparadas bicicletas, una para
cada integrante; para su esposo, para su hija e hijo que vino desde el
estado de Veracruz sólo para acompañarlos a la manifestación del 25 de
noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra
la Mujer. A la cita también se unieron primas y tías de Diana Velásquez
Florencio. La casa está llena.
La familia se organiza. Quién cargará las cruces rosas, quién llevará
la bocina y el micrófono, el galón de agua, los vasos, quién portará la
pancarta de tela donde está dibujado México manchado de rojo, para
simular la sangre que han vertido los asesinatos de mujeres, 9 diarios
acotan en la pancarta.
Quienes van a pedalear toman su respectiva bicicleta mientras otras
se preparan para caminar, pero todos salen de la casa para dirigirse a
su primera parada: el matadero de pollos donde tiraron el cuerpo de
Diana.
DIANA ENTRE CADÁVERES
Entre calles grises de cemento que parecen laberintos, descienden en
sus bicicletas hasta la Avenida Nezahualcóyotl-Chimalhuacán. Ahí, la
familia comienza a cuidarse de los carros y camiones que transitan a su
costado. Curiosos, los pasajeros se asoman por las ventanas para
entender por qué gritan “¡Ni una más! ¡Ni una más! ¡Ni una asesinada
más!”. Lidia ya les tiene a los mexiquenses la respuesta en una pancarta
que colgó en su bicicleta azul: “Estado Feminicida”. En menos de 15
minutos llegan a la calle Francisco I. Madero donde encontraron el
cuerpo de Diana.
Lidia recuerda a Cimacnoticias cómo llegó hasta ahí el cuerpo de su
hija. Eran las 2 de la madrugada del 2 de julio de 2017 cuando madre e
hija discutieron, Diana salió de su casa. Lidia pensó que estaba afuera
hablando por teléfono como frecuentaba por la falta de recepción dentro
de su hogar, pronto se percató que no estaba. La llamó a su celular
cerca de las 3 de la madrugada, “ya voy” respondió Diana, sin embargo
nunca regresó.
Una vez que amaneció, la familia acudió al Ministerio Público a
presentar el reporte de desaparición de Diana, sin embargo para las
autoridades no habían pasado suficientes horas para estar alarmados. La
familia no dejó de buscarla. Así pasaron una angustiosa semana hasta que
fueron a la Fiscalía del municipio colindante, en Nezahualcóyotl.
A Laura Velázquez se le ocurrió pasar al Servicio Médico Forense
(Semefo) de la Fiscalía para descartar lo peor, que ahí estuviera su
hermana. No imaginó que entre la pila de cadáveres descompuestos tirados
en el piso que presenció, encontraría a su hermana. Laura no olvida
aquella imagen, dijo en entrevista con esta agencia, el cuerpo de su
hermana estaba en tan avanzado estado de descomposición que le fue
imposible reconocerlo, fue su ropa la que le dio la certeza que era
Diana.
A un año de los hechos no hay respuesta de quién asesinó a Diana, su
cuerpo lo encontraron los vecinos de la calle Francisco I. Madero el
mismo 2 de julio a las 5 de la madrugada enfrente del rastro de pollos
–cuya fachada es decorada con un mural en memoria de Diana- pero a la
falta de un Semefo en Chimalhuacán enviaron el cuerpo a Nezahualcóyotl.
CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta
Aunque la calle está árida y solitaria, quizá porque es domingo,
Lidia sin nadie que la escuche además de su familia, toma el micrófono
para inaugurar el recorrido que emprenderán por justicia para su hija
Diana; partirán de ahí hasta el Bordo de Xochiaca, el punto de reunión
de la marcha en contra de la violencia hacia las mujeres del Estado de
México.
Al frente, con su otra hija de 4 años de edad en la bicicleta, Lidia
dirige a su familia, pasan entre tianguis, lotes baldíos convertidos en
basureros y depósitos de carros viejos, el paisaje son montañas
cubiertas de casas y aire contaminado. Llegan a la Avenida Peñón, donde
reposan brevemente, comen algunas uvas y beben un poco de agua para
después incorporarse al carril exclusivo para bicicletas que hay al lado
del transporte Mexibus.
El Sol pega fuerte y la familia comienza a sentir el cansancio, esta
vez van en silencio, sin consignas, el ánimo lo darían otras mujeres
jóvenes y hombres ciclistas que se suman en la ruta, todos con el mismo
objetivo: dirigirse a la marcha.
EL ESTADO FEMINICIDA
La llegada al Bordo de Xochiaca se anuncia con un olor fétido de
aguas negras y basura. Entre la terracería y el polvo Lidia y su familia
tienen que bajarse de sus bicicletas para llegar caminado a las dos
enormes cruces rosas que fueron colocadas en este canal que representa el límite de los municipios de Chimalhuacán y Nezahualcóyotl, y la fosa donde se arrojaron a las mujeres asesinadas desde 2005.
Y es que el caso de Diana Velázquez es parte de la historia del
feminicidio en el Edomex y la muestra de ineficacia y desinterés de sus
instituciones y de quienes las conforman para hacerle frente;
actualmente 11 municipios del Edomex están en Alerta de Violencia de
Género (AVG) y hay otra inminente declaratoria por las desapariciones de
mujeres; según el Instituto de Estadística y Geografía (Inegi) sólo el
año pasado se arrancó la vida a 462 mexiquenses; cada vez son más
recurrentes las historias de niñas asesinadas, desaparecidas y feminicidas seriales en esta entidad.
En el Bordo, la familia de Lidia, ciclistas y caminantes, finalmente
se reúnen. Otras familias de mujeres que fueron asesinadas o están
desaparecidas, activistas y mexiquenses comienzan a llegar. A las 15:00
horas arrancan su camino hacia el Palacio Municipal de Nezahualcóyotl.
Las mujeres que gritan consignas durante el recorrido auguran que
esta marcha es diferente pues consideran que como en ningún otro tiempo
las mexiquenses viven en extrema inseguridad, en las calles que
atraviesan les piden a los vecinos que se unan pero estos únicamente las
miran extrañados desde las puertas o ventanas de su casa, otros graban
con sus celulares, pero nadie se atreve a sumarse.
La policía estatal se encarga de cerrar las calles para que el
contingente pueda avanzar con seguridad pero su presencia no es
agradable para quienes se manifiestan pues no dejan de filmarlas y
tomarles fotografías. Después de más de una hora finalmente llegaron al
Palacio Municipal.
La madre de Diana Velázquez es la primera en hablar, vuelve a contar
la historia de su hija, con la voz entrecortada habla de su dolor. Los
testimonios de familiares que tienen que enfrentarse a las autoridades
mexiquenses para tener justicia y verdad de los crímenes cometidos
contra las mujeres, siguen y siguen.
Después de horas de recorrido, la familia de Diana se sienta en las
escaleras del Palacio Municipal a comer un refrigerio, Lidia está
cansada pero también se le nota satisfecha. Quizá andar en bicicleta le
recordó los momentos que pasaba con Diana, con quien gustaba de esta
actividad, además de leer.
Enfrente del Palacio, las activistas pintan una cruz rosa en el piso y
la acompañan con la frase “Ni una más”. Este lunes, tal vez, las
autoridades gubernamentales la leerán o la borrarán.
Por: Hazel Zamora Mendieta
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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