CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La nueva ola #MeToo comenzó el 21 de
marzo y ya provocó la destitución del director de un medio, la
cancelación de la presentación de un libro y una banda separó a su
guitarrista del grupo. El movimiento también se vio sacudido por el
suicidio de Armando Vega-Gil, bajista de la banda mexicana Botellita de
Jerez, luego de ser acusado anónimamente en la cuenta de Twitter
@metoomusicamx.
Desde hace diez días, una marea de denuncias de mujeres que
decidieron compartir sus casos de manera pública o anónima en redes
sociales derivó en un movimiento para visibilizar una problemática en el
país: el acoso y abuso sexual en el mundo de las letras, el periodismo,
la publicidad, la academia, la música y la política.
El uso del anonimato para la denuncia de presuntos agresores dividió
opiniones sobre el movimiento. Los críticos alegan que se necesita
llevar los casos ante la justicia que, con el anonimato, pierden
credibilidad las acusaciones y se puede desprestigiar a personas
inocentes; los defensores señalan la impunidad en los casos y el derecho
de las víctimas a expresar su dolor de manera anónima, y que es una
herramienta de protección ante posibles represalias.
“Es el aspecto más problemático de este movimiento. Se entiende el
anonimato cuando son casos de mujeres que pueden perder el trabajo,
cuando están en contacto con el agresor. Pero si es una violación se
tiene que ir al Ministerio Púbico, ahorita que está muy fuerte el
movimiento se puede crear una red de acompañamiento, juntar las
denuncias contra una persona e ir al Ministerio Público”, dijo la
profesora de estudios de género, Lucía Melgar Palacios.
Para la vocera de la red Periodistas Unidas Mexicanas (PUM), creada
este año para exhibir el fenómeno del acoso en los medios de
comunicación, y que reaccionó al movimiento #MeToo publicando denuncias
con la etiqueta #MeTooPeriodistasMexicanos, no se debe poner en tela de
juicio a las denunciantes que optan por el anonimato porque no tienen
otra salida ante la falta de acceso a la justicia. Aseguró que en su
página solo publican los casos en que las supuestas víctimas son las
propias denunciantes.
“Las denuncias tienen que ser de una víctima directa, no por
terceros. Creemos en ese testimonio. Defendemos el anonimato por la
situación tan delicada que implica vivir en un país con estos niveles de
impunidad como México. Fuimos puliendo el filtro poco a poco, fuimos
descartando casos. Venían muchas denuncias de relaciones tóxicas,
entonces esas sí las descartábamos, les explicábamos que de lo que se
trataba era de que fueran denuncias en un contexto laboral”, dijo la
vocera de PUM.
La muerte de Vega Gil encendió más el debate. En la carta en la que
anuncia su suicidio, el músico asegura que no responsabiliza a nadie de
su decisión de quitarse la vida, pero dice que fue orillado a ello
porque su carrera se iría en picada por las acusaciones en su contra del
presunto acoso de una menor.
“No se culpe a nadie por mi muerte, es un suicidio, una decisión voluntaria, consciente, libre pensada”, escribió en Twitter.
“La denuncia que se hace en #MeTooMusicosMexicanos es anónima y quien
la lanza en redes está en su derecho de hacerlo así, pero esto pone en
entredicho toda mi carrera. Insisto, no ocurrió”, dice la carta de quien
era uno de los fundadores de Botellita de Jerez.
La cuenta desde donde fue señalado Vega Gil @metoomusicamx fue dada
de baja el lunes 1 de abril por varias horas, junto con decena de
acusaciones contra otros músicos. Aunque horas después volvió a estar
disponible.
“Hemos recibido múltiples ataques contra la cuenta y el día de hoy,
tras un intento de hacking, finalmente han logrado vulnerar la
seguridad. Debido a la sincronía de este evento con la lamentable muerte
de uno de los acusados, Armando Vega Gil, creemos que se trata de un
intento de censura”, MeTooMúsicosMexicanos @metoomusicamx
“El suicidio de Armando Vega Gil es responsabilidad de Armando Vega Gil”, remataron.
Desde la cuenta oficial del Fondo de Cultura Económica (FCE) que
dirige el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II se publicó un polémico
tuit lamentando la muerte del músico y estigmatizando el movimiento
#MeToo.
“Lamentamos profundamente la muerte de Armando Vega Gil, fiel amigo y
compañero de muchos que aquí trabajamos. Sea un útil recordatorio para
que las justificadas denuncias de acoso, machismo y violencia en contra
de las mujeres no se conviertan en una persecución irresponsable”, dice
el tuit que sumaba decenas de comentarios en contra de que desde una
institución del Estado se tomara partido en un caso tan delicado.
Lamentamos profundamente la muerte de Armando Vega-Gil, fiel amigo y compañero de muchos que aquí trabajamos. Sea un útil recordatorio para que las justificadas denuncias de acoso, machismo y violencia en contra de las mujeres no se conviertan en una persecución irresponsable.
También con la etiqueta #MeTooMúsicosMexicanos fue señalado el
guitarrista de la banda División Minúscula, Efrén Barrón, por seis
mujeres de distintos delitos como presunta violación, intento de
homicidio y acoso. Como consecuencia fue expulsado del grupo.
“No voy a quedarme sin hacer nada. Obviamente buscaré ayuda
psicológica. Esto no es algo para tomar a la ligera, las mujeres merecen
respeto. En verdad lamento mucho todo lo que hice”, escribió el músico
en su cuenta de Twitter @efrenbaron.
Este lunes continuó el apoyo de decenas de mujeres y hombres al
movimiento, pues lo que había sido silenciado en las redacciones de los
periódicos, en los estudios de grabación, en las aulas y las oficinas
encontró salida en Twitter ante la falta de acceso a la justicia de las
víctimas que denuncian y protocolos en las instituciones, para que las
personas puedan desempeñar sus labores en espacios libres de violencia.
“Las personas que han tratado de denunciar casos de acoso ante el
ministerio público se enfrentan a un sistema judicial que no funciona,
que no le cree a la mujer, donde piden testigos y no hay protección
alguna para los testigos. La persona que está denunciando se queda sola y
es su palabra contra la palabra del agresor”, dijo Melgar Palacios.
El hostigamiento y el acoso sexual son figuras jurídicas previstas en
los artículos 10 y 13 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia; en la Ley Federal del Trabajo se abordan en el
artículo 30. Bis; y en el Código Penal federal en el artículo 259 Bis
que establece una sanción de “hasta de ochocientos días de multa” a
quien aproveche “su posición jerárquica de relaciones laborales,
docentes, domésticas o cualquiera otra que implique subordinación” para
acosar sexualmente a otra persona. Mientras que el artículo 260 del
Código Penal Federal señala que se impondrá una pena de seis a diez años
de prisión, y hasta doscientos días multa, a quien cometa un delito de
abuso sexual.
A pesar de la vasta legislación, las estadísticas muestran que las
personas víctimas de estos delitos no denuncian. De 2015 a la fecha se
han denunciado 7 mil 251 casos de acoso sexual y 4 mil 216 por el delito
de hostigamiento sexual, según cifras del Secretariado Ejecutivo del
Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
“Es un sistema en el que hay muchas leyes, pero no se aplican, porque
además las personas que aplican la ley no están capacitadas para
atender casos de violencia de género”, dijo la también doctora en Letras
por la Universidad de Chicago.
Después de las denuncias en Twitter, el tema comenzó a ser abordado
en los espacios de trabajo, en notas periodísticas, en los programas de
análisis y en las columnas de opinión. La discusión llevó a medios de
comunicación como Nexos a anunciar medidas como la creación de
protocolos para prevenir estos casos, aunque otros guardaron silencio.
Según un sondeo que levantó en línea el colectivo de Periodistas Unidas Mexicanas llamado AcosoData,
en el que participaron 392 mujeres que trabajan o han trabajado en
medios, un 73% dijo que ha vivido alguna situación de acoso sexual en su
trabajo.
“Es un primer momento, lo que se busca principalmente es la reflexión
colectiva. El espacio laboral no garantiza seguridad a las mujeres”,
dijo una de las integrantes de la PUM.
Consulta nuestro #AcosoDATA 1 en este link http://ow.ly/rnsD30o0mqm
Sondeo realizado por #PUM sobre el acoso, hostigamiento y agresiones sexuales que enfrentamos todos los días las mujeres que trabajamos en medios periodísticos.
#ParandoComunicamos
#1000motivos
La presentación del nuevo libro del escritor Herson Barona fue
cancelada luego de ser identificado por varias mujeres como su presunto
agresor. Herson Barona negó las acusaciones. Su caso desató la ola de
acusaciones contra escritores conocida como #MeTooEscritoresMexicanos,
con lo que comenzó el movimiento el pasado 21 de marzo.
Las denuncias de tres periodistas; Eloísa Farrera, exeditora de la
sección Internacional, Itxaro Arteta, exreportera de la sección
Nacional, y otra que decidió permanecer anónima, mediante el hashtag
#MeTooPeriodistasMexicanos, le costó el puesto a Leonardo Valero,
director de operación editorial del periódico Reforma.
Como efecto dominó unos 70 trabajadores de Grupo Reforma enviaron una
carta al Comité de Ética de la empresa para pedir un proceso de
investigación acorde con la gravedad de los señalamientos. Farrera había
hecho público en Twitter que cuando trabajó en el diario acusó a Valero
de acoso sin que la empresa tomara cartas sobre el asunto y que al poco
tiempo después fue despedida.
“Creemos también que el peso de las acusaciones amerita una respuesta
por parte de la directiva del Grupo REFORMA que permita a las empleadas
y los empleados saber cuál es la posición de la empresa respecto al
caso de Leonardo Valero y qué protocolos serán desplegados de ahora en
adelante para prevenir circunstancias similares”, dice la carta que
antecedió el anuncio de su destitución.
La red Periodistas de a Pie y los medios de comunicación Máspormás y
Chilango anunciaron también la separación de sus trabajadores que
resultaron acusados en el #MeToo, mientras transcurren las
investigaciones pertinentes.
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