4/03/2019

México SA de Carlos Fernández-Vega


Videntes vs López Obrador 
PIB: atínele al crecimiento

En el arranque de la 4T proliferan las bolas de cristal –de chile, dulce y manteca– y, por lo mismo, son ya incontables los pronósticos, estimaciones y conexos sobre el eventual resultado económico en 2019. Así, de acuerdo con esa kermés de videntes, lo que Fox, Calderón y Peña Nieto calificaron de un navío de gran calado (léase la anémica economía nacional) avanzaría, por llamarle así, entre uno y 1.6 por ciento en el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Si tales adivinos llegaran a tener razón, México se mantendría en el sendero del raquitismo económico de los últimos 36 años (de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto). Entonces, parecería una maldición gitana que México no pueda crecer, en el mejor de los casos, ligeramente por arriba de 2 por ciento como promedio anual, con todo y que los genios modernizadores del país prometieron eso, e infinitamente más.
Sólo para dar una idea de qué tan centrados estaban dichos modernizadores, vale referir que en el primer año de cada uno de los seis gobiernos neoliberales el promedio de la caída económica en el país fue de -0.55 por ciento, en el entendido de que en ese periodo se registraron tres desplomes (el mayor fue el de Ernesto Zedillo, con -6.2 por ciento) y otros tres con avances mínimos.
Con todo, López Obrador no cree en los videntes, nacionales y foráneos, propios y extraños, y en la mañanera de ayer se aventó el siguiente tiro: “la proyección (económica) que presentó la Secretaría de Hacienda al Congreso es un estimado prudente, conservador, para no contradecir a quienes están elaborando proyecciones de crecimiento, sobre todo para no contradecir al Banco de México. Si ustedes revisan el documento que presenta Hacienda es muy parecido al diagnóstico que tiene el Banco de México.
Yo respeté ese trabajo de los técnicos, de Hacienda, porque estamos actuando con responsabilidad, con seriedad; sin embargo, considero, y a las pruebas me remito, y además vamos a poder aquí constatarlo, se está grabando lo que estoy diciendo. Yo creo que se quedaron cortos en la proyección, que vamos a crecer como se estima, en cuando menos 2 por ciento este año; ese es mi pronóstico, 2 por ciento, y el año próximo vamos a crecer ya a 3 por ciento. Y apuesto. Trato hecho.
En efecto, el pasado lunes la SHCP envió al Congreso lo que denomina Precriterios de política económica, y en el documento respectivo estima que en 2019 la economía crecería entre 1.1 y 2.1 por ciento (cuatro décimas menos respecto de su pronóstico inicial) y entre 1.4 y 2.4 por ciento en 2020. En pocas palabras, nada.
Pero el presidente no deja de tener razón, pues, si se recuerda, los genios tecnocráticos de los seis gobiernos neoliberales nunca dieron en el clavo ni por aproximación. Todas sus sesudos cálculos sobre el crecimiento económico del país se quedaron muy altos ante una realidad cada vez más ruda y la notoria incapacidad gubernamental para mejorarel panorama. Atínele al PIB, fue el juego más practicado en 36 años, y los neoliberales siempre perdieron.
Cómo olvidar, por ejemplo, el 7 por ciento anual prometido por Fox (en los hechos, de milagro libró 2.3 por ciento);el 5 de Calderón (que terminó en 1.8) o el 5, con reformas estructurales, de Peña Nieto (que resultó 2.1 por ciento). Y esa es la triste historia del México moderno de los últimos seis sexenios.
De cualquier suerte, López Obrador no debe tomar a la ligera un panorama económico cambiante. El crecimiento no es resultado de la buena voluntad de uno u otro encargado de la tienda, ni de apuestas de buena fe. Lo que sí urge es la reactivación (el desapendejamiento, vamos a llamarle) de una economía que a lo largo de 36 años ha crecido a un ritmo tres veces inferior al registrado en el México premoderno.
Las rebanadas del pastel
A saber qué consume, pero más allá de ello resulta obvio que aTrump le urge atención sicológica.
Twitter: @cafevega

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