10/18/2009

Los periodistas pal café.....


Por qué no nos vemos en el espejo de 1968? Retrocedamos 41 años y comparemos el movimiento estudiantil-popular de entonces con el liderado por el SME en 2009. Empecemos por las semejanzas. 1) Los dos movimientos son respuestas a golpes del Ejecutivo autoritarios, ilegales, inconstitucionales, con cobertura legaloide. 2) Los medios electrónicos imponen una visión única, cierran los espacios a la crítica, calumnian o difaman a los disidentes, ocultan sus argumentos y defienden la provocación del gobierno como patriótica. 3) La oligarquía aplaude la medida. Es probable que en 2009, harta por la ineptitud y falta de liderazgo de Felipe Calderón, le haya exigido acciones contundentes. 4) La Iglesia (cuya alta jerarquía pertenece a la oligarquía) adopta una posición tibia e hipócrita.
Diferencias: 1) La demanda del movimiento del 68 era liberal, exigía respeto a los derechos políticos. Hoy el reclamo de fondo es la justicia social. En 68 la clase obrera se replegó. Hoy está a la vanguardia. Muchos sindicatos independientes y varios oficialistas, organizaciones priístas estuvieron presentes en la manifestación del jueves 15. Los universitarios van a engrosar el movimiento, pero no llevarán la iniciativa. 2) En 68 el instrumento de protesta fueron las manifestaciones. Ahora el SME hará un amplio trabajo en la base, cuenta con 25 mil activistas que recorrerán el país. Encontrarán campo fértil para la protesta. La dura recesión económica contrasta con el crecimiento que vivíamos en el 68. 3) El cerco mediático de hoy tiene muchas fisuras. La población irá conociendo poco a poco la versión de los disidentes. Hoy sólo la mitad aprueba el golpe. 4) La izquierda carecía entonces de un eje, era un conjunto de grupos y grupúsculos universitarios; hoy se está reconstruyendo el Frente Amplio Progresista. La ideología predominante no es ya marxista leninista, sino una versión moderada y reformista. 5) El movimiento de AMLO va a colaborar en las tareas de difusión y consolidación de los trabajadores electricistas. Recibirá un oportuno estímulo. En el 68 la izquierda no podía soñar en ganar la Presidencia. Hoy tiene una fuerte expectativa para 2012. 6) El movimiento obrero cuenta con la simpatía del Gobierno del Distrito Federal, controlado entonces por el Ejecutivo. En aquel entonces se focalizó en la capital. Hoy empieza a extenderse a varios estados. Entonces quedó aislado. Hoy puede contar con la solidaridad internacional. En resumen: la sociedad mexicana es mucho más compleja, diversa, plural, bien informada e inconforme; en una palabra, moderna. El gobierno sigue aferrado a un autoritarismo arcaico.
jaorpin@yahoo.com.mx
La mayor joya geoestratégica a inicios del siglo XXI la constituyen los hidrocarburos.
Independientemente de lo que piense en México su kakistocracia (el gobierno de los peores) zedillista-foxiana-calderonista, al unísono de la colusión del sector neoliberal del PRI, los entreguistas del PAN y los desviacionistas del PRD, tanto Rusia como China han definido, por necesidad imperiosa, que los hidrocarburos representan la principal carta geoestratégica en las relaciones internacionales contemporáneas.
Un reciente reporte del Pentágono reconoce la dualidad estructural y coyuntural de China, que ha definido su doble abordaje geoestratégico tanto en la necesidad de obtener petróleo en cualquier rincón del planeta como en su posicionamiento en la seguridad cibernética.
Mientras el México neoliberal se quedó paralizado en el caduco orden unipolar financierista del putrefacto dolarcentrismo, Rusia y China construyen magistralmente el edificio del nuevo orden multipolar menos financierista, al unísono del soporte nuclear-satelital, cuya piedra de toque lo representan las materias primas, primordialmente el oro negro y el oro amarillo para desbancar al dólar unipolar.
Asistimos al deceso del dólar unipolar que le propinó el oro negro multipolar desde la primavera de 2004, cuando se supo que la dupla anglosajona de Estados Unidos y Gran Bretaña, eminentemente financierista, no podía controlar los pletóricos yacimientos petroleros de Irak gracias a las hazañas de la guerra asimétrica de la insurgencia sunnita.
Fenece la alquimia financierista sustentada en el papel-chatarra del dólar unipolar y el hiperbelicismo anglosajón, y retorna la química pura de las materias primas, como adelantamos en nuestro libro agotado El fin de una era: las turbulencias de la globalización (Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2007).
Cabe destacar la relevante visita del zar energético (y enérgico), Vlady Putin, a China, donde firmó un acuerdo marco sobre el abastecimiento de gas natural proveniente tanto del occidente de Siberia como de los yacimientos marítimos de Sajalín.
Una serie de acuerdos fueron firmados entre el zar energético ruso y su homólogo chino, Wen Jiabao, que incluyen la cooperación de Gazprom, el gigante gasero ruso, y la empresa estatal Corporación Nacional China de Petróleo (CNPC, por sus siglas en inglés) con el fin de surtir 70 mil millones de metros cúbicos de gas al año a China, más sedienta en energía que nunca (RIA Novosti, 14/10/09).
Durante los tres días de su visita a China, Putin asistió a la reunión del Grupo de Shanghai (SCO, por sus siglas en inglés) donde emergió la propuesta de crear un foro energético.
A Pepe Escobar –estudioso de los juegos de guerra petroleros y gaseros de la dupla anglosajona de Estados Unidos y Gran Bretaña en Asia Central–, no se le escapó la trascendencia de la vista a China de Putin, a quien define como el gran maestro del ajedrez geopolítico (Asia Times, 17/10/04).
A juicio de Escobar, el zar energético ruso no perdió su tiempo en recibir a Hillary Clinton en su visita a Moscú (abandonada a su suerte protocolaria), y optó por su más creativo periplo a China para cerrar acuerdos energéticos de primer nivel geoestratégico.
Es más que notorio que Rusia, ya no se diga los otros visionarios integrantes del BRIC, juega a la decadencia ineluctable de Estados Unidos y se apresta a llenar el vacío geopolítico de Washington en diversos rincones del planeta.
Hace poco, el feroz Dimitri Rogozine, embajador de Rusia ante la OTAN, se dio el lujo de enviar mensajes por Twitter de que Rusia contabiliza ya la derrota catastrófica estadunidense en Afganistán.
Quizá Pepe Escobar sea un poco injusto con Hillary, quien, a juicio del muy juicioso portal europeo De Defensa (14/10/09), obtuvo excelentes resultados de cooperación con su homólogo Sergei Lavrov, a grado tal que aceptó posponer las sanciones contra Irán, lo cual puso en ascuas a toda la propaganda del sionismo financiero-mediático en Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel, que no se cansan en desinformar y Escobar tilda de usual campaña de demonización contra Irán.
En efecto, no puede existir peor demonización que cuando Mefistófeles se disfraza de conductor de televisión o comentarista de radio. Brinquen, pataleen o se flagelen, los vulgares desinformadores a sueldo del sionismo financiero-mediático difícilmente podrán alterar los objetivos geoestratégicos de Rusia y China, quienes no desean imponer mayores sanciones a Irán: la segunda potencia gasera del mundo y la segunda productora de petróleo en el seno de la OPEP.
Escobar no se anda por las ramas y define el juego del zar energético ruso, quien mueve sus oleogasoductos como piezas del tablero de ajedrez geopolítico centroasiático, donde China es un mercado colosal (sic) y la diversificación del abastecimiento constituye una importante dirección de Gazprom (Putin dixit).
Para Rusia y China los oleogasoductos representan el sistema arterial del corazón energético euroasiático, por lo que de ahora en adelante se consagrarán con operaciones conjuntas –en una cooperación estratégica de Gazprom con Pekín– a distribuir el maná de los hidrocarburos a los cuatro puntos cardinales del lejano oriente (que incluye la construcción de refinerías y hasta de 500 gasolineras).
La sinergia es perfecta para cerrar el círculo virtuoso del binomio banca-energéticos –cuya ecuación expusimos en Los cinco precios del petróleo (Ed. Cadmo & Europa, Buenos Aires, 2006) y refrendamos en La desnacionalización de Pemex (Ed. Jorale, 2009): inversiones chinas para explorar y distribuir los hidrocarburos rusos con el fin de perpetuar el crecimiento geoeconómico del noreste de Asia.
A tal gran diseño geoestratégico euroasiático se le conoce como Red de Seguridad Energética de Asia y uno de sus puntales es lo que los rusos denominan Programa Gasero Oriental.
A escala geopolítica, a juicio de Escobar, el pedacito más jugoso (sic) consiste en que Gazprom desea comprometer a China casi la mitad (¡supersic!) del gas que hoy exporta a Europa occidental, mientras China concluye su gasoducto con Turkmenistán.
China recibe 4 millones de barriles de petróleo al día y todavía no importa gas: una necesidad imperativa que Rusia conoce.
Se asienta así la complementariedad bancaria y gasera entre Rusia y China, por cierto, fustigada por Alexander Lukin, director del Centro del Este de Asia y de Estudios del SCO en la Universidad Estatal de Moscú: Rusia se convertirá en un apéndice de China, como se ha convertido para Europa.
Lukin exagera al soslayar que Rusia, que acaba de resucitar del cementerio neoliberal al que la condujo Yeltsin, es todavía una superpotencia tecnológica y pronto deberá operar su esperada gran reconversión integral que contemple el valor agregado de su alta tecnología y el lanzamiento de un sector bancario eficiente y menos dependiente de las finanzas del hoy moribundo G-7.
Erase que se era un contrato colectivo. Desapareció por arte de birlibirloque durante el asalto nocturno a las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro a cargo de las heroicas fuerzas policiacas que combaten el crimen organizado. Acto de guerra. Tomadas las plazas, se publicó una edición extraordinaria del Diario Oficial de la Federación: ¡extra, extra!, por decreto presidencial se extingue Luz y Fuerza del Centro, creada en 1994 por otro decreto presidencial, después de largos años de ser una empresa en liquidación. César Nava decidió dar al césar lo que es del césar y declaró urbi et orbi que Felipe de Jesús Calderón es un valiente. Ave César, los que vamos a aplaudir.
Hubo, conforme a usos y costumbres, gran campaña mediática para mostrar a las personas, habitantes del reino del revés, donde decir pueblo es síntoma de nostalgia por el lenguaje del siglo XX, que en el centro del país vivíamos en penumbra por los abusos de la aristocracia obrera sindicalizada, del SME, de las prebendas y pagos extraordinarios; la indolencia, deshonestidad, incompetencia de trabajadores que, para colmo, se jubilaban con 100 por ciento del sueldo que percibían en el momento de su retiro y, además, con el incremento anual a sus pensiones, equivalente a los aumentos acordados en la firma de cada contrato colectivo.
¿Pero hubo alguna vez un contrato colectivo? El Presidente valiente decretó la extinción y se anunció que los trabajadores podían cobrar su liquidación y compensaciones extraordinarias, si se apresuraban a hacerlo en el plazo perentorio de un mes. Felipe Calderón denunció los perjuicios a la patria, lo padecido por culpa de un sindicalismo abusivo y corrupto; de trabajadores improductivos, indolentes, abusivos, chantajistas. Y añadiría que las deficiencias de la extinta Luz y Fuerza del Centro provocaron que se dejaran de generar más de 100 mil empleos en el centro del país, así como pérdidas en la capacidad de crecimiento del PIB. Los males que padecemos fueron primero, con cierta justicia poética y algo de licencia política, atribuidos al priato tardío, al pasado que llegó a su fin con el arribo del mesías de la patronal a Los Pinos.
Luego, ya con la carga sobre los hombros del Presidente valiente, ya en su guardia, se dijo que la grave crisis, que no era un simple catarrito, vino de fuera; no era, no es, responsabilidad de quienes tienen el mandato, digamos de la gente, para no invocar al pueblo en la hora feliz de la extinción de empresas. La liquidación de trabajadores cuyo sueldo promedio es menor a 6 mil pesos mensuales, el acto valiente de decretar la extinción y dejar sin empleo a 40 mil trabajadores, no añadiría, según Hacienda, uno más a los 700 mil mexicanos que se han quedado sin empleo en la recesión que ha hundido a México: último en la expectativa de recuperar el crecimiento, según el FMI.
Agustín Carstens no parpadeó y sacó de la chistera 20 mil millones de pesos que se destinarían a liquidar y compensar generosamente a los mismos trabajadores cuyos privilegios denunció su jefe y que el poder mediático condenó por improductivos y corruptos. Claro como el lodo, decía Norbert Gutterman. De noche todos los gatos son pardos y a Javier Lozano, secretario del Trabajo, no le importa que atrapen ratones: la extinción es un hecho consumado, declara el aprendiz de represor.
Felipe Calderón pregona el fin de la historia. A la empresa extinguida se le tenían que transferir miles de millones anuales que se perdían por la multiplicación geométrica del pasivo laboral, la ineficiencia, los servicios de conexión malogrados y las pérdidas colosales de la energía que adquiría de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). El Presidente declara que él prefiere que esas transferencias sean para 25 millones de pobres. Pero la CFE se ha hecho cargo del servicio y las transferencias de miles de millones van a continuar; con ajuste de rumbo, con destino a la CFE, sus costos de operación y correspondientes pasivos, más allá de adecuar los equipos obsoletos de la empresa extinguida. Si hubo alguna vez contratos colectivos, los firmaron tanto el sindicato como los administradores de la empresa.
Tal vez tuvo que tomar la palabra Alfredo Elías porque en el opaco discurso de los gatos pardos, la secretaria de Energía habló de la posible creación de una empresa que sustituya a Luz y Fuerza. Y ante el fantasma de la reprivatización, el secretario de Sedeso, Ernesto Cordero, uno de los jóvenes turcos y aspirante a la candidatura presidencial del PAN, declara sin rubor alguno que los miles de millones de pesos liberados serán transferidos directamente a los pobres. Seguramente integrados al portento fiscal del 2 por ciento al consumo de todo y a todo servicio, parte del espejismo de la política recaudatoria como portento electoral para recuperarse de lo perdido en la aventura de Germán Martínez, la apuesta en favor de la guerra contra el narcotráfico y las cuentas del Gran Capitán para pagar misas y pregones en el ágora electrónica para gloria y prez del valor del señor Presidente... picos, palas y azadones, innumerables millones.
Por lo pronto, con la ley en la mano, de un solo golpe y al amparo de la oscuridad nocturna, han dejado sin empleo a 40 mil mexicanos. Y ofrecen liquidaciones con premios adicionales a los trabajadores que acudan voluntariamente a ser liquidados; quienes dejen pasar el plazo perentorio fijado por los ejecutores del decreto se quedarán a merced de la caridad cristiana, de su incorporación al censo de pobres que recibirán ayuda del aspirante a sucesor del Presidente valiente. Los jubilados están en la marginación, en el limbo de la oscuridad que ignora el contrato colectivo y borra de un plumazo la obligación contraída del crecimiento anual de las pensiones.
El SME no se ha extinguido. Y el gobierno patronal ofrece recontratar a los trabajadores satanizados que no opten por la liquidación presurosa. ¿No habrá entre tanto abogado panista o compañeros de bufete quién le diga al del decreto que la CFE será patrón sustituto en cuanto se integren la incorporación de activos y de los trabajadores que militan en el sindicato titular del contrato colectivo?
Vociferantes heraldos del poder mediático se apresuraron a extender el certificado de defunción del sindicalismo. Y a repudiar la memoria del siglo XX, el laicismo, las anticuadas referencias al pueblo, la soberanía y la lucha de clases. Alguno predijo que el SME haría una ociosa marcha para llegar al Zócalo religioso y ahí dar testimonio de la inutilidad de ir contra la opinión de la gente expresa en las encuestas cotidianas. Hubo marcha y decenas de miles de trabajadores, obreros y campesinos recorrieron el Paseo de la Reforma (todavía se llama así) y llenaron el Zócalo, la Plaza de la Constitución, con la Catedral y su atrio a un costado de Palacio Nacional, ahí donde sesionaron los constituyentes de 1857.
En Coahuila y Tabasco hay elecciones hoy. Y en 2010, a 150 años de las Leyes de Reforma, bicentenario de la Independencia, centenario de la Revolución, 10 estados de la República federal, democrática y laica, elegirán gobernador. El pueblo va a enseñarle al César de Acción Nacional lo que es una victoria pírrica. Y a su jefe, el Presidente valiente, el vigor y la vigencia de la lucha de clases.
Aunque haya acertado al atenerse a la máxima: Dura lex, sed lex.
Silencios voluntarios: Es notable el tratamiento que dan a las noticias los grandes diarios latinoamericanos (en manos de empresas comerciales igualmente grandes y ramificadas en otros sectores productivos). Un ejemplo es la VII reunión cumbre de la Alba, que sesionó en Cochabamba. Los grandes diarios argentinos (La Nación y Clarín), que tanto gritan contra la nueva ley de medios que, según ellos, acabaría con la libre información, ni mencionan la cumbre, y El Diario, de Bolivia, opositor al gobierno de Evo Morales, tampoco lo hace. Ni Folha de Sao Paulo ni el Estado de Sao Paulo informan. Tampoco El Mercurio, de Chile; Expreso, ecuatoriano; El Nacional, El Universal y Tal Cual, de Venezuela. Ni lo veo ni lo oigo, dicen al unísono. Granma, por su parte, sí pone la Alba en primera página, pero para informar que Fidel y Raúl Castro enviaron un saludo a la cumbre, y no analiza los trabajos de la misma. El ecuatoriano El Comercio también lo hace, pero reporta con disgusto que la cita de la Alba se volve un foro anticapitalismo (sic). El también ecuatoriano El Universo comunica que Fidel le recomendó a Correa no ir más allá de lo posible (sugiriendo así que Correa carece de cautela y realismo), y otro ecuatoriano –La Hora– titula que el Sucre genera dudas y que la SIP dice que en el país peligra la libertad de prensa (¡!); el paraguayo ABC sostiene que el acto final de la cumbre en un estadio será electoral de Evo Morales, y Los Tiempos, de Bolivia, informa ampliamente sobre la Primera Cumbre Continental de Movimientos Sociales, realizada en Cochabamba simultáneamente a la de la Alba, con 600 delegados de nueve países, para discutir la economía comunitaria, la soberanía alimentaria, la autonomía y el cambio climático, en la cual Correa criticó las “posiciones infantiles de la izquierda tradicional, grupos ecologistas e indígenas radicales (…) que favorecen a la oligarquía”.
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Bruselas. Bélgica eligió por primera vez a una Miss sin techo, una bruselense de 58 años que vivía hasta ahora en la calle, dio a conocer hace unos días la agencia Belga.
El premio para Thérèse Van Belle, que se impuso a otras nueve candidatas, será poder gozar durante un año de un techo propio de forma gratuita.
La iniciadora del concurso, Aline Duportail, dijo que la iniciativa busca dar a la gente la posibilidad de reorganizar su vida. Está claro que (el concurso) será bueno para su autoestima, señaló.
Duportail trabaja para la organización con fines benéficos Artefix. Requisito central para poder participar en el concurso era que las candidatas muestren su disposición a cambiar su estilo de vida.
Su habilidad al hablar, su gran moral y sus tremendas ganas de cambiar fueron los puntos fuertes gracias a los que Van Belle destacó entre el resto de candidatas, explicó Mathilde Perlsers, una de las organizadoras del concurso.
Aunque la bruselense resultó ganadora, el jurado decidió otorgar una mención especial a cada una de las diez participantes por sobresalir en otras cualidades, como su apariencia o su simpatía.
A pesar de las duras críticas que en enero recibieron los promotores de esta idea al anunciar su proyecto, decidieron ponerlo en marcha y celebrar finalmente este concurso que, sin embargo, ha sido el primero y último.
“Después del concurso decidimos que no habría una segunda edición de Miss sin techo”, explicó Perlsers, que argumentó que nunca podrían volver a reunir a un grupo semejante. Imposible hacerlo mejor: sin duda, sería una decepción, agregó.

LFC: afectaciones e imprevisión
Auna semana del asalto a las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (LFC) y de la posterior liquidación de la compañía por decreto presidencial, es evidente que, contrariamente a lo afirmado desde el discurso oficial en el sentido del carácter benéfico de la medida, ésta ha causado un conjunto de afectaciones a los habitantes de la zona centro del país, muchas de las cuales pudieran provocar un daño irreversible en términos económicos y sociales.
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El Correo Ilustrado
Baile de números
Si en el espectáculo de luz y sonido organizado en el Zócalo el pasado 19 de septiembre se habló de más de un millón de asistentes, sumando los que salían a los que entraban a la plaza, ¿cómo es que el gobierno federal se atreve a decir que los asistentes a la megamarcha éramos 80 mil? ¿Se les cayó el sistema?
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Cuando el año pasado se discutieron las reformas que en materia de petróleo quiso imponer el gobierno panista, muchos indicaron que el asunto de la energía debía discutirse en su conjunto, pues, como puede verse ahora, en todas sus ramas (petróleo, gas, electricidad) había intentos claros y confesos de subvertir el orden constitucional en la materia. Ya se estaba haciendo con el gas y con la electricidad. Una riqueza nacional que la Carta Magna ordena que sea explotada, desarrollada y puesta al servicio de las necesidades generales, se estaba convirtiendo por obra del gobierno derechista en objeto del más desvergonzado y cínico saqueo por privados, autorizados y hasta asesorados por los mismos gobernantes.
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Como todas las personas nacidas a ambas orillas del Río de la Plata desde niño tuve, antes que todas las demás pasiones, nobles o menos nobles, la pasión futbolera. Es más, creo que no se puede entender la cultura popular prescindiendo de esa división del mundo en ellos y nosotros, de ese posicionamiento irracional, de esas lealtades a personas que no las justifican, del enceguecimiento que lleva a morir de infarto por un resultado dominguero o a enfrentarse físicamente con miles de fanáticos para defender el honor de una camiseta colorida o rayada. Creo, además, que Diego Maradona fue un jugador extraordinario, pero es un pobre hombre y muy mal director técnico de cualquier equipo y, mucho más aún, de la selección nacional, como lo muestran los resultados de ésta. Pienso también que, como persona, junto con sus enormes defectos y vicios, tiene una generosidad y posición instintiva contra los poderosos que hizo que como miembro del sindicato internacional de futbolistas denunciase como mafioso al patrón de la Federación Internacional del Futbol Asociado, el suizo Blatter, o en Argentina al de la Asociación del Futbol Argentina, Julio Grondona, cosa que ambos siempre recordarán, o que se pronunciase contra la última dictadura argentina y en favor de la Alba y de Cuba y contra la oligarquía, cosa que ésta tampoco olvida ni perdona. Por otra parte, el futbol hace rato que dejó de ser deporte y los clubes no son ya eso sino empresas que matan el deporte al promover buenos jugadores no para formar un buen equipo, estable, construido en unos años de trabajo común, sino para venderlos en el exterior por mucho más de lo que declaran al fisco y a los asociados. El simulacro incruento de guerra que eran los partidos se convierte cada vez más en guerras de bandas, porque los directivos de los clubes pagan mercenarios –las barras bravas argentinas– para tener siempre una hinchada presente y alquilan esos matones a fuerzas políticas reaccionarias,como la policía antipobres del alcalde de Buenos Aires, reclutada en la barra brava de San Lorenzo, que son cuervos en la cancha y buitres en las calles urbanas.
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Más que una anacronía, el sindicato es una necesidad del capitalismo moderno, hoy de nuevo en intensa transformación. Para recuperar alguna dosis mínima de estabilidad financiera y económica, sin incurrir en reversiones proteccionistas de la globalización, se requiere un mínimo de estabilidad política y social en un mundo cruzado por el desempleo masivo, el cambio técnico y una toma de conciencia casi universal sobre la desigualdad y sus nefastos efectos, no sólo morales sino económicos. Y en este cuadrante en construcción al calor de la crisis global, el mundo del trabajo ocupa un lugar central, si no es que decisivo.
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Desde que se formaron Luz y Fuerza del Centro (LFC) y su antecesora, hace 40 años, no se han instalado nuevas plantas para generación estable de electricidad. El propósito visible era que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) no tuviera el switch en la mano; o sea, la posibilidad de hacer una huelga o adoptar otra medida similar. Eso, por una tradición de lucha del SME. Pero los daños van más allá del asunto sindical.
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Se supone que las olimpiadas modernas tienen que ver con dos cosas: promover la paz por todo el mundo mediante una competencia no violenta que esté por encima de la política, y exaltar los logros atléticos. Sin duda casi todos los atletas entran en las competencias olímpicas teniendo en mente lo segundo. Pero promover la paz parece ser casi la última cosa en la mente de los gobiernos cuyo respaldo de sus estructuras atléticas ha sido siempre crucial para el éxito de sus participantes nacionales.
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Cuando Alfred Nobel decidió que una parte proporcional de su inmensa fortuna fuese a parar todos los años a las manos de los más preminentes hombres y mujeres de las ciencias y la literatura buscó redimirse. Sus últimos días fueron angustiosos. No podía soportar las consecuencias del uso militar de la dinamita, su gran invento. Apesadumbrado, se transformó en un pacifista confeso. En su testamento dejó muestra de ello. Así podemos resumir sucintamente el origen histórico de los cinco premios que llevan su nombre. Un sexto, el de economía, se añadiría apócrifamente en 1968.
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Mucho hemos comentado las innumerables riquezas que tiene cada rincón de nuestro país. Una vez más lo constatamos en un reciente viaje a la ciudad de Durango, capital del estado del mismo nombre. Fue fundada en 1563, erigiéndose desde esa fecha como capital del entonces territorio de Nueva Vizcaya.
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La prueba de veracidad de lo que voy a contar es mi palabra.
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El realizador griego Panos H. Koutras enfrentó serias dificultades para realizar Strella, su tercer largometraje. A medida que se precisaban las diversas facetas de un argumento, en principio convencional y sencillo, luego muy perturbador en sus derivaciones, fueron desapareciendo los posibles productores y demás fuentes de financiamiento en Grecia. Koutras sacó adelante –de modo independiente, con actores no profesionales y muy pocos recursos– esta cinta que causaría sensación en su país natal y en el Festival de Cine de Berlín, donde tuvo su mejor plataforma de lanzamiento. La protagonista es una joven transexual de 22 años (Mina Orfanau, estupenda) y su papel el de una prostituta en Atenas, cantante también en un cabaret gay, donde imita a María Callas rodeada de un grupo de personajes estrafalarios, salidos de alguna primera cinta de Pedro Almodóvar. Todos integran una suerte de familia alternativa, a la que se une Yiorgos (Youris Kokismenos), un hombre de 48 años, recién salido de la cárcel, de quien Strella se enamora.
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Sara Sefchovich
Estado y cultura
A propósito de la reciente instalación de la Comisión de Cultura en la Cámara de Diputados, recordé dos textos del pensador Isaiah Berlin que hacen reflexionar sobre si el Estado debe o no meterse a promover, apoyar y difundir la cultura.
Uno se refiere a la visita del compositor Dimitry Shostakovich a Inglaterra en 1958. Berlin lo describe como “un hombre que había pasado la mayor parte de su vida en un lugar oscuro y lleno de prohibiciones, vigilado por carceleros”, su rostro “con expresión de perseguido, de acosado”, lo cual atribuye al tormento que sufría el músico ruso bajo el régimen estalinista cuya burocracia un día lo elogiaba y otro lo perseguía y le censuraba sus obras.
El otro es sobre el escritor Boris Pasternak y va en el mismo sentido. Dice que el novelista vivía profundamente atormentado por la persecución de que eran objeto los artistas y escritores y que él mismo no lograba publicar su Doctor Zhivago. El filósofo inglés consideraba “su esperanza de que las autoridades soviéticas permitieran la publicación claramente absurda” y afirma: “Mucho más probable era el martirio del autor”. Cuando Pasternak le pide que lleve la novela al extranjero para allí publicarla, su esposa le ruega que no lo haga porque “no quería que sus hijos sufrieran”, pues “sin duda él sabía de lo que ellos eran capaces”.
Y en efecto, de lo que son capaces algunos gobiernos lo sabemos por lo que sucedió a los intelectuales de Europa oriental durante el estalinismo, de China durante la Revolución Cultural, de Cuba y Albania: poetas muertos, pensadores obligados a las autocríticas públicas, intelectuales encarcelados, hospitalizados o puestos a hacer difíciles labores manuales para que “se regeneraran”.
Y no nada más en el comunismo. En la Alemania nazi y la Italia fascista, en el Afganistán de los talibanes, en la Nicaragua de Somoza y la Dominicana de Trujillo, en varios países africanos y en aquellos donde se sigue una cierta interpretación de la sharia islámica. En todas las dictaduras y fundamentalismos los gobiernos se meten para decidir qué se puede y debe decir, pintar, bailar, construir.
En México tenemos un Estado que apoya la cultura y considera importante hacerlo. Y esto con libertad de creación y expresión, pues no estamos presionados a caminar por un lado ni censurados por hacer ciertas cosas. Aquí no se prohíbe nada como pasó con las burocracias soviética, nazi y china, que consideraban decadentes a las vanguardias o los mulahs que no permitían la música y mandaban matar a escritores como Salman Rushdie y Taslima Nasrim. Novelas como La broma del checo Milan Kundera o Los cisnes salvajes de la china Jung Chan muestran hasta dónde son capaces de llegar quienes cuidan de la “corrección” ideológica del arte y la literatura.
Es cierto que entre nosotros algunos intelectuales y grupos deciden quién entra y quién es excluido de los apoyos oficiales en función de lo que ellos consideran que se debe hacer y decir y cómo, pero eso tiene que ver con cuestiones de poder y no con persecución.
De modo pues que aun siendo verdad que cuando el Estado se mete en la cultura siempre es problemático, unas veces porque persigue, impide o censura, otras porque marca caminos y excluye a grupos o individuos, de todos modos es peor si no le entra, porque en el mundo eso significaría condenar a los creadores al abandono o a depender del mercado y de la iniciativa privada, que son censores perversos y arbitrarios a quienes incluso no les importaría la desaparición misma de la actividad cultural.
México es excepcional en este sentido y ya quisieran muchos países. Monsiváis afirma que “no es exagerado señalar que cerca de 90% del presupuesto dedicado a la cultura lo proporciona el Estado”. Esto no es así en otras partes. En España, la escritora Almudena Grandes se ha quejado de que la cultura es “el furgón de cola de las inversiones públicas” y se confiesa “partidaria de la subvención”.
Por supuesto, hay que insistir para que estos apoyos se abran, amplíen y diversifiquen, pero hay que agradecer que existen y en un clima de libertad.
sarasef@prodigy.net.mx
Escritora e investigadora en la UNAM
Carlos Monsiváis
“Los reprimo para que me entiendan”
A su amor por la retórica hueca y por los viajes que le permiten saludar al planeta, el presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) añade un rasgo idiosincrático: por motivos autobiográficos no tolera la disidencia: “A mi izquierda y a mi derecha está el abismo”. Formado en el vasconcelismo (movimiento que en 1929 se propone llevar a Vasconcelos a la Presidencia), al sobrevenir la derrota, la dispersión y el retorno humillado a las filas del gobierno, adopta el dogma que rige el resto de su vida: ante el régimen no hay opciones. El gobierno puede no tener la razón, pero si es suya la fuerza es suya la razón. Localiza en los disidentes el peor crimen: la impertinencia. Los criminales, la tesis se infiere por su actitud, lo son por instinto, no pueden evitarlo; los impertinentes desean usurpar a los funcionarios del señor presidente, el delito sin remisión.
A López Mateos no lo calman las pruebas de fuerza y quiere extirpar de raíz a los contestatarios. En 1958 se da a conocer Demetrio Vallejo (1910-1985), un dirigente seccional que encabeza los paros ferrocarrileros de Oaxaca en julio y agosto de 1958. Su temple de líder, su oratoria rudimentaria y sin ambajes lo elevan a la secretaría general del Sindicato Ferrocarrilero. Lo que este gremio ha ganado con la primera huelga le resulta insuficiente en lo tocante a salarios, condiciones de trabajo y respeto a la autonomía sindical. Ante la cerrazón de las autoridades inicia otra huelga que el gobierno no puede admitir. Los ferrocarrileros aguardan un ofrecimiento digno, pero el Ejecutivo se niega al diálogo. López Mateos, a la usanza priísta, convoca a Vallejo a Los Pinos para convencerlo o intimidarlo. Vallejo, según la leyenda, acepta pero avisa que llevará una grabadora, porque él no actúa a espaldas de sus compañeros.
López Mateos promueve la campaña previsible de linchamiento moral de los disidentes. Se les trata como enemigos de la patria, rojillos perniciosos, oprobio nacional. Otro episodio de la lucha de clases en el que a los trabajadores se les mide a través de los insultos y la negación de sus derechos. El sindicato se explica mal ante la opinión pública, pero aunque planteara su causa de modo óptimo ningún órgano de prensa publicaría sus alegatos. Casi sin excepción, los medios, “en nombre de la libertad”, agreden a los huelguistas (Luis Spota publica Las horas contadas, una novela en la que las fuerzas naturalmente oscuras conspiran contra México desde los escondrijos del Sindicato Ferrocarrilero). Hay movilizaciones de los maestros de la Sección IX, los electricistas, los telegrafistas y un sector de estudiantes de la UNAM, y esta batalla por los derechos sindicales y civiles alimenta la teoría de la conjura. El Zócalo se vuelve un espacio de la protesta sin cortesías políticas. El gobierno sólo admite la rendición incondicional y acusa de terquedad criminal a los huelguistas.
El 25 de febrero de 1959, López Mateos responde como patriota ante el extraño enemigo y el 25 de marzo decide que a él nadie le levanta la voz ni le declara una huelga. Se produce lo que se llama entonces el “vallejazo”: en una operación a cargo del Ejército, 10 mil ferrocarrileros y el comité del sindicato son apresados el mismo día. “Una banda de subversivos no puede detener el progreso del país”, vociferan las ocho columnas de los diarios (una cabeza del 3 de octubre de 1968: “Una minoría sectaria pretendió desviar el rumbo de la Revolución”). En el blietzkrieg varios resultan muertos, y a un joven dirigente de Monterrey, Román Guerra, se le asesina en la tortura. Al cadáver se le pintan las uñas de rojo. “Fue un vulgar crimen de homosexuales”, es la explicación policiaca.
Se reprime el sindicalismo independiente y a los líderes ferrocarrileros se les condena por ataque a las vías de comunicación, sabotaje y por el delito de disolución social (artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal), creado para combatir a los partidarios del nazifascismo durante la Segunda Guerra Mundial, y que sólo se aplica contra luchadores de izquierda hasta 1952. Los procesos judiciales son una farsa patética y los conduce el magistrado Eduardo Ferrer MacGregor, un icono de la degradación del Poder Judicial (él sentencia también a los presos del 68). A los despedidos (cientos de ellos) no se les indemniza.
A los ferrocarrileros se les dedica una sentencia monstruosa (de más de 30 años que terminan siendo 11 y medio), y que cumplen en las cárceles de Lecumberri y, después, de Santa Marta Acatitla. Elena Poniatowska, que escribió El tren pasa, novela basada en Vallejo, lo evoca: “Vallejo era un preso al que no le gustaba levantarse por las mañanas para rendirle honores a la bandera, lo que provocó que varias ocasiones fuera castigado en el apando (celda de castigo). En prisión, criticaba a sus compañeros por considerar que no se esforzaban en continuar la lucha. Decía que un luchador siempre lo es, aun en las condiciones más adversas”.
En las no muy abundantes manifestaciones de izquierda de 1959 a 1967, una consigna inevitable es: “¡Libertad a los presos políticos!”, la que retoma el Consejo Nacional de Huelga en 1968. Pero lo cierto es que el abandono, la indiferencia y el olvido son la respuesta a las justas exigencias del puñado de presos políticos. Éstos no ceden, mantienen su postura y nunca se declaran culpables de lo que no han hecho. De manera muy servil, el Poder Judicial, como lo refrenda en 1968, está a las órdenes del Poder Ejecutivo; senadores y diputados no registran la existencia de los presos; los “defensores del estado de derecho”, jamás preocupados por los grandes despojos a cargo de la clase en el poder, aluden de vez en cuando a los vallejistas para felicitar al gobierno por su mano firme. “Se necesitan esos tamaños”, se dice en las semanas siguientes al vallejazo. Y López Mateos es considerado el gobernante humanista que acuña su vanidoso apotegma: “En México no hay presos políticos, sólo delincuentes del orden común”.
En esos días no se puede escribir criticando la acción represiva, porque el gobierno aún cree en la magia de la letra impresa y le ofende ver consignada en las publicaciones a la disidencia. Recuerdo una escena de fines de marzo de 1959. José Emilio Pacheco y yo acudimos a un programa de la XEQ a comentar la poesía latinoamericana. Hablamos del poeta peruano César Vallejo al que nos referimos simplemente como Vallejo, o el gran Vallejo. La segunda vez que lo hacemos quitan el programa del aire. La censura unifica a todos los que llevan el mismo apellido.
López Mateos es un ejemplo de la manía del propietario de la Presidencia. “Mientras yo esté aquí, se hará lo que yo quiera”. Entonces, no se tiene muy presente el poder de los empresarios y de la derecha organizada. Luego vendrán las revelaciones evidentes: nadie es tan fuerte como para gobernar por su cuenta.
Escritor

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