Ricardo Fescina, director ejecutivo del Centro
Latinoamericano de Perinatología, Salud de la Mujer y Reproductiva
(CLAP) de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) brindó durante
la Jornada sobre mortalidad de mujeres gestantes (mortalidad materna)
realizada por ASUMEN un panorama sobre las posibilidades que tiene
América Latina de alcanzar el ODM 5. Si bien hay naciones que lograrán
reducir en un tercio los indicadores sobre mortalidad de mujeres
gestantes que tenían en el año 1990, la mayoría no podrá alcanzar los
valores previstos.
COMUNICAR IGUALDAD- “Hay 4 ó 5 países que pueden llegar a la reducción de la mortalidad materna de 3/4, pero como región no llegamos. Hay países
con muy buenos indicadores de salud, como Cuba, que no movieron los
indicadores de mortalidad materna en los últimos diez años, lo mismo
Bolivia y Haití” dijo Ricardo Fescina, director ejecutivo del
Centro Latinoamericano de Perinatología, Salud de la Mujer y
Reproductiva (CLAP) de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)
durante la Jornada Situación y Perspectivas de la Mortalidad Materna en Argentina,
organizada por la Alianza Argentina para la Salud de la Madre, el
Recién nacido y el Niño (ASUMEN) hace diez días en Buenos Aires.
En el año 2000, cuando en el ámbito de la ONU se firmó la
Declaración del Milenio, los países firmantes se comprometieron a
reducir en un 75% los indicadores de mortalidad de mujeres gestantes
(habitualmente conocida como mortalidad materna) que tenían en 1990 con
vistas al 2015, que es cuando se revisará el cumplimiento que cada uno
pudo hacer de estos compromisos.
En nuestra región, los países que más avanzaron en este Objetivo de
Desarrollo del Milenio (ODM), el número 5, son Uruguay, Honduras, Perú,
Paraguay y Brasil. Uruguay es el único que ya logró reducir los 3/4 de muertes de mujeres previstas. A los demás aún les queda un trecho de brecha por reducir pero tendrían posibilidades de alcanzar la meta.
Los países que están en peor situación son Bolivia, Cuba, Haití, Guatemala, Venezuela, Jamaica y Surinam. Argentina está apenas por debajo del promedio regional,
con una reducción efectiva de la mortalidad de mujeres gestantes de
algo más del 20% desde 1990 pero muy lejos de alcanzar el 75%.
Actualmente el indicador en Argentina se situa en 40 muertes de mujeres
cada 100 mil niñas/os nacidos vivas/os y debería reducirse a 13 para el
2015.
“La región no está mal en promedio –señaló Fescina-, pero cuando se hace la diferencia entre ricos y pobres aparece una enorme desigualdad.
Por ejemplo, tenemos una enorme cantidad de partos hospitalarios, el
promedio es de 80%, pero esto varia muchísimo según el sector social de
la población: el quintil más bajo tiene sólo un 30% de parto
institucional y el quintil más alto casi el 100%.” Esta desigualdad
sucede tanto hacia dentro de las naciones como entre ellas. En
Argentina, por ejemplo, en Formosa –la provincia con índices de
mortalidad de mujeres gestantes más altos- se registran más de 120
muertes de mujeres cada cien mil nacidas/os vivas/os, mientras que en
la Ciudad de Buenos Aires se producen algo más de 10. A la vez,
mientras en Haití o Guatemala tienen sólo 30% de partos
institucionales, en Uruguay, Argentina y Chile la institucionalización
es del 99%.
“Las recomendaciones que podemos hacer no son iguales para todos los países –concluyó Fescina. Sabemos
que las causas generales tienen que ver con problemas económicos en
primer lugar y maltrato a las mujeres parturientas como segundo aspecto, pero en cada país luego hay situaciones diferentes. Estamos viendo por ejemplo que el
aborto, que es una causa importante de mortalidad materna en muchos
países, aparece cuando baja la provisión de anticoncepción.
En Argentina, por ejemplo, donde el aborto inseguro es la primera causa
de mortalidad materna, este indicador bajó del 31% del total de muertes
maternas en el 2004 al 21% en el 2011; yo creo que esto tiene que ver
con el impacto del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación
Responsable y la entrega de anticonceptivos. También estamos viendo que
en los países con leyes sobre aborto más restrictivas, el uso de
anticonceptivos es más bajo como promedio; y donde hay normas más
liberales, hay más uso de anticoncepción. A la vez, en lugares donde
hay leyes más restrictivas, hay mayor cantidad de abortos. Por tanto, penalizar el aborto es tapar el sol con el dedo. No se trata de prohibir.”
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