Antonio Malacara
Entre
la incertidumbre de siempre y la obstinación de todos los días, 2014
cerró a tambor batiente por todos lados. En la ciudad de México se
presentó el libro El jazz en el Palacio de Bellas Artes (1962-2011),
una edición de lujo en la que Susana Ostolaza –catedrática de la
Facultad de Estudios Superiores Acatlán– y Alberto Zuckermann –pianista
de excepción y crítico musical– dan fe de todos los conciertos de jazz
que se han celebrado en este recinto. O de casi todos.
“Te puedo asegurar que aquí está al menos el… 95 por ciento de todos
los conciertos –comenta el maestro Zuckermann–. Pudiera haber 5 por
ciento que no hayamos encontrado, porque nosotros investigamos al
máximo, pero en los archivos del Palacio había muy poco material. Yo
esperaba encontrar información más o menos nutrida de los años 60 y 70,
pero había muy poco, casi nada. Fue algo decepcionante.
Entonces nos metimos a hemerotecas. Hubo mucho trabajo en la hemeroteca de la Ciudadela, en la de la Universidad Nacional Autónoma de México y en la de Hacienda, que está en el Centro. También fuimos al Cenidim (Centro Nacional de Investigación, Documentación y e Información Musical Carlos Chávez), donde esta chica Géraldine (Célérier) empezó a hacer un acervo, aunque ahí en el Cenidim faltaba orden; está muy desordenado ese acervo de jazz, pero sí encontré algunas cosas ahí.
A todo esto se sumó, por supuesto, el acervo documental del propio Alberto, pues gracias al trabajo periodístico que ha desempeñado a través de los años, y a la infalible melomanía de la vida entera, el maestro es propietario de una de las colecciones jazzísticas más importantes del país.
El libro es una minuciosa, detallada –y en más de un sentido
admirable– secuencia de programas, fechas, intérpretes, repertorios,
notas de prensa, comentarios de Zuckermann y textos tomados
directamente de los programas de mano que han circulado en la Sala
Manuel M. Ponce y en la Sala Principal de este palacio.
Gracias a este libro, pudimos puntualizar que el primer concierto de
jazz en el Palacio de Bellas Artes se celebró el 26 de enero de 1962,
en la Sala Principal (o Sala de Espectáculos), y que estuvo a cargo del
célebre trompetista Chilo Morán, con un sexteto integrado por Pablito
Jaimes (piano), Humberto Cané (contrabajo), Salvador Agüero (batería),
Juan Ravelo (sax barítono), Jesús Aguirre (trombón) y el propio Chilo
en la trompeta, los arreglos y la composición de tres de los 10 temas
interpretados esa noche.
Cuatro
músicos de este sexteto (Chilo, Agüero, Ravelo y Aguirre) volvieron a
presentarse en la Sala Principal en octubre de ese mismo año, pero
ahora como parte de la Orquesta de Chico O’Farrill, célebre trompetista
y compositor habanero que radicó en nuestro país hasta que las
presiones y la mala leche de Venus Rey (líder sindical de los músicos
en aquellos tiempos) lo hicieron emigrar a Estados Unidos.
A fines de 1962, también tocaron en el palacio Bud Shank (octubre),
Dizzy Gillespie (noviembre) y Oscar Peterson (diciembre), ofreciendo
dos funciones cada uno de ellos. Aunque éste fue sólo el principio.
Poco después, sólo en la década de los 60, llegarían a ese mismo
escenario figuras nacionales como Tino Contreras y Chucho Zarzosa, e
internacionales como Dave Brubeck (63, 67 y 68), Stan Getz con Astrud
Gilberto, The Modern Jazz Quartet (65 y 69), Erroll Garner, Newport All
Stars, Thelonious Monk, Dizzy Gillespie (62 y 67), Clare Fischer, Woody
Herman, Herbie Mann, Cannonball Adderley, Jacques Louissier, Duke
Ellington Willie Bobo, Walter Wanderley, Art Blakey, Bola Sete, Chico
Hamilton, Eumir Deodato y Milton Nascimento.
Ya en 1968, las autoridades en turno decidieron que los conciertos
de los jazzistas mexicanos se verían y escucharían mejor en la Sala
Manuel M. Ponce, un pequeño foro al lado de la Sala Principal,
costumbre ésta que se fue heredando de administración en administración
hasta nuestros días. El último concierto de un jazzista mexicano en la
Sala Principal se llevó a cabo el 26 de noviembre de 1978, cuando el
Cuarteto de Juan José Calatayud presentó, junto con la Orquesta
Sinfónica nacional, los Diálogos para combo de jazz y orquesta, de Howard Brubeck.
Este escenario no se volvió a abrir para los jazzistas nacionales
hasta el 4 de octubre de 2005, cuando ante una Sala Principal
totalmente llena, se rindió homenaje a los pioneros del jazz en México,
con la participación de Iraida Noriega, Enrique Nery, Héctor Infanzón,
Eugenio Toussaint, Verónica Ituarte, Diego Maroto, Cráneo de Jade y la
Big Band de Pepe Mata. En 2011 se autorizó una segunda edición de este
homenaje a los pioneros; las localidades volvieron a agotarse y
entonces intervinieron Olivia Revueltas, Héctor Infanzón, Enrique Nery,
Francisco Téllez, Iraida Noriega y Yekina Pavón.
En 2014 se propuso una tercera y última edición de estos
reconocimientos para los grandes maestros del jazz mexicano, pero las
autoridades en turno consideraron que esto no vale la pena. Salud.
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