No
es claro quién está diseñando las estrategias de gobernabilidad en
México. No es claro si es un cuerpo colegiado –el Gabinete de
Seguridad- o si es potestad individual de algún alto funcionario. No es
claro, pero desde un cierto ángulo tampoco importa: lo que sí es claro
es que no está funcionando, y que es, de hecho, suicida.
¿A
quién con un poco de sensatez se le ocurre enviar a la Policía Federal
a desalojar con violencia extrema el bloqueo instalado por los maestros
de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero
(CETEG)? ¿Qué no fue ahí mismo, en Guerrero, donde un día como hoy hace
5 meses -26 de septiembre- desaparecieron los 43 normalistas que
todavía provocan indignación nacional e internacional? ¿que no fue ahí
donde, en el marco de las protestas por la complicidad en el ataque de
policías y militares, la Secretaría de Finanzas ardió hasta sus
cimientos, (CNN México. Oct. 13, 2014), donde un día después se produjo la noticia “Guerrero: Queman Palacio de Gobierno” (El Universal,
Oct. 14, 2014) y donde un mes después incendiaron la sede del Congreso
local, la Junta de Conciliación y Arbitraje y la Contraloría local (Proceso. Nov. 12, 2014)?
¿Qué no fue ahí mismo, en Guerrero, donde asolados por la violencia
pueblos enteros decidieron prescindir del Estado creando guardias
comunitarias para defenderse de los narcotraficantes, extorsionadores,
secuestradores y asesinos que operaban en connivencia con las
autoridades –policías y militares- que en principio los debían
proteger? ¿que no fue ahí también donde al 12 de noviembre 13 alcaldías
habían sido tomadas (Reforma, Nov. 12, 2014), al 8 de diciembre sumaban 17 (Vanguardia. Dic, 8, 2014) y donde ya para el 29 de diciembre eran 28?
¿Qué no fue en Guerrero también donde los padres de los desaparecidos
intentaron entrar por la fuerza en las instalaciones del 27 Batallón de
Infantería –algo inédito en la historia del país- para buscar a sus
hijos? (CNNMéxico. Ene. 12, 2015)? ¿y qué no fue ahí donde hace apenas veinte días se encontraron 61 cuerpos en un crematorio abandonado?
¿Qué no históricamente Guerrero ha sido un estado golpeado con
ferocidad por la violencia política? ¿Qué no ocurrió ahí, la matanza de
Aguas Blancas en 1995? ¿qué no en 1996 -durante la ceremonia del primer
aniversario de la masacre- se dio a conocer ahí también el Ejército
Popular Revolucionario (EPR)? ¿Qué no fue en Guerrero donde tuvo lugar
en 1998 la masacre de El Charco? ¿qué no ambas atrocidades fueron
producto de una estrategia sistemática de represión y violencia contra
la oposición? ¿qué este ha sido el patrón histórico tal y como lo
documento -incluso con instrucciones escritas- la Comisión de la Verdad
de Guerrero en su informe presentado el pasado mes de octubre?
¿Qué de verdad todo esto no dice nada? ¿de verdad no significa nada?
El desalojo pasado 24 de febrero tuvo sus resultados. Al tiempo en que
un sector del empresariado exigía la represión (¿el mismo que cerró
filas con el ejército en favor de la opacidad por su participación en
la desaparición de los 43?) las víctimas se levantan brillan por su
dolor: fotografías de personas –literalmente- bañadas en sangre,
policías y maestros heridos de gravedad, un profesor -adulto mayor que
padecía poliomelitis- a quien mataron a golpes y más: “De acuerdo con
testimonios, hubo tres detenidos, entre ellos una mujer embarazada que
también fue golpeada” (El Universal. Feb. 6, 2015)
Suicida, es la violencia ilustrada.
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