Cada uno de estos tres grupos de poder –crimen organizado, medios de
comunicación y gobernadores– tomaron sus posiciones y ganaron terreno
imponiendo su agenda a las decisiones del gobierno de los últimos tres
presidentes: Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
En el caso del crimen organizado en entidades como Michoacán y
Guerrero, por citar los ejemplos más claros, se fusionaron con los
gobernantes hasta formar el Narco Estado. Las empresas de los medios de
comunicación, por su parte, avanzaron tanto en su influencia que en el
2012 fueron capaces de darle forma a un candidato presidencial: Enrique
Peña Nieto, inaugurando de esta manera la “Telecracia” o la
“Mediocracia”.
Finalmente, en el caso de los gobernadores, casi todos y sin
distinguir partidos no corrientes ideológicas, se erigieron como
virreyes o peor aún, en señores feudales, imponiendo su voluntad, sus
propios intereses, llenándose las manos de dinero de las arcas públicas
de una manera impúdica.
El poder inconmensurable de los gobernadores en sus propios feudos
fue tan obsceno que muchos de ellos se enriquecieron de manera
descarada, usaron la silla de representante popular como una caja
registradora de dinero mal habido y la oficina como un centro de
operaciones para robar todo por haber.
El poder sin control de los gobernadores los llevó a cometer delitos a
plena luz del día. Según un conteo de Integralia, una consultora
dirigida por el exconsejero presidente del IFE Luis Carlos Ugalde, en
los últimos 15 años, 14 exmandatarios estatales han sido investigados
dentro y fuera del país, la mitad de ellos por peculado, una cuarta
parte por lavado de dinero, otra más por asociación delictuosa y un 5.8%
de extorsión. Únicamente cinco fueron encarcelados y los restantes
están libres.
En un recuento más amplio publicado en la edición reciente de Proceso
2111, se registraron 21 exgobernadores, solo del PRI, que están
involucrados en escándalos de abusos de poder, corrupción o ligas con el
crimen organizado. Faltarían algunos del PAN como el sonorense
Guillermo Padrés o el exgobernador de Aguascalientes, Luis Armando
Reynoso Femat, por citar los más conocidos.
La mayoría los gobernadores de todos los partidos representan la
descomposición del sistema político nacional, ese sistema que funciona
con la corrupción como aceite y que antes del 2000 pensábamos que era
exclusiva del PRI.
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