(apro).- La tesis enunciada por Luis Videgaray, en Madrid, sobre lo que él denominó “pleno derecho soberano de Estados Unidos para proteger sus fronteras” mediante la conclusión del muro fronterizo, es otro error del gobierno de Peña Nieto. La soberanía de los países tiene límites. Existen normas y principios de convivencia internacional, en especial cuando hay vecindad territorial. El muro es en sí mismo una agresión contra México.
Si el gobierno de Peña está pensando que
es conveniente separar el tema del muro del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte, pierde el tiempo y comete de nuevo un error. Una
cosa y la otra forman parte del mismo problema: la imposición por parte
de Donald Trump de nuevas bases de relación con México.
Si el
gobierno de Peña está pensando en que hay que hacer mutis en el tema del
muro porque éste no va a ser costeado por el Congreso estadunidense, se
vuelve a equivocar porque hay fondos anuales autorizados para la
frontera y el punto sería sólo el tiempo que demore la realización
completa de la gran obra.
Si el gobierno de Peña está suponiendo
que puede lograr bajar el nivel de xenofobia de la Casa Blanca contra
los mexicanos y los centroamericanos sólo con poner buena cara, se está
engañando a sí mismo. El rechazo a esos “hispanos” del sur tiene su base
en la forma en que se analiza la economía por parte de ese hostil
segmento de la derecha estadunidense.
Si el gobierno de Peña
considera que puede unir a las fuerzas políticas de México bajo la tesis
de presentar el muro como un acto soberano de Estados Unidos, en el
marco de una dizque no intervención en asuntos internos de otros países,
está en un error porque no se trata tan sólo de un problema político de
los estadunidenses sino del intento de escindir una vecindad geográfica
compartida que se ha convertido en algo social y nacional a través de
poco más de siglo y medio, desde que los territorios del extremo norte
le fueron amputados al Estado mexicano.
Si Peña está suponiendo
que todos sus subordinados van a estar de acuerdo con el mutismo
político que anuncia el secretario de Relaciones Exteriores sobre el
tema del muro, se equivoca de nuevo porque éste tomará más fuerza y
generará mayor rechazo en tanto que, al paso del tiempo, Trump, u otro,
insista en sus planes.
Peña se equivoca al suponer con ingenuidad o
falta de información que en Estados Unidos solo Trump quiere el muro.
Hay millones que lo quieren, esa es la verdad que no se reconoce a las
claras. El principal inconveniente es su financiamiento frente a su
posible utilidad, por eso Trump inventó aquello de que México tendría
que pagar y de esa forma logró una gran adhesión. El tema del muro ha
estado presente por décadas en la política estadunidense y seguirá con
Trump y sin éste. Pero, al mismo tiempo, permanecerá vigente como
problema dentro de México: es un asunto de la relación entre ambos
países, por tanto, obviamente, es un tema mexicano, aunque lo intente
negar Videgaray.
El Congreso, en especial el Senado, que tiene
facultades directas y expresas, debe deshacer la tesis de Enrique Peña
Nieto sobre el muro “soberano” de Estados Unidos. He aquí una tarea
nacional.
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