La Marea
Al calor de un movimiento feminista que ha marcado la agenda de 2018, la reivindicación de mujeres importantes en la historia está más viva que nunca. |
María Lejárraga.
Hay una pancarta que se repite en las últimas manifestaciones
feministas que dice que sin Hermione, Harry Potter hubiera muerto en el
primer libro. La referencia sirve para reivindicar a todas esas mujeres
que han quedado en un segundo plano, a la sombra de un hombre exitoso.
Como a Hermione Granger, pero de otra realidad (la no ficticia), otro siglo y un contexto que nada tiene que ver, a María Lejárraga
tampoco se la suele recordar. Sin embargo, fue ensayista y una de las
primeras diputadas durante la República. Y gracias a la investigación de
la escritora e historiadora Antonina Rodrigo hoy sabemos que también
fue la autora, entre otras obras, de Canción de cuna, que Garci
llevó al cine firmada por el marido de Lejárraga, Gregorio Martínez
Sierra. A él se atribuye, porque así lo decidió su esposa, toda la producción literaria de Lejárraga .
El porqué de su silencio es algo que difícilmente podemos dilucidar
ahora, cuando han pasado más de 40 años de su muerte. No obstante,
recordar y visibilizar a todas las Hermiones de la historia —las
escritoras, científicas, políticas o deportistas olvidadas— es un
ejercicio de justicia.
Al calor de un movimiento feminista que ha marcado la agenda de 2018,
la reivindicación de rescatar del ostracismo las biografías de mujeres
importantes en la historia está más viva que nunca. Para la escritora y
periodista Rosa Montero, “esta labor de recuperación casi arqueológica
de las olvidadas es importantísima porque necesitamos modelos reales,
necesitamos saber que la vida no fue ni es como nos la han contado”. Así
lo explica en el prólogo de su libro Nosotras: historias de mujeres y algo más (Alfaguara) publicado en mayo e ilustrado por María Herreros, y que sirve de ampliación a su libro Historias de mujeres,
editado en 1995. Por aquel entonces, “las biografías femeninas no
llamaban la atención del público y a casi nadie se le ocurría escribir
sobre las muchas mujeres que, pese a haber tenido unas vidas
extraordinarias, habían sido borradas de los anales por el machismo de
los cronistas”, relata en la nueva edición.
Antologías similares a la de Montero han ido apareciendo en los últimos años como el hallazgo de un tesoro oculto. En Las Humoristas (Icaria Editorial) ,
Isabel Franc se pregunta por qué se ha privado a las mujeres de ser
referentes dentro del humor. Como dato, el “tartazo”, una de las bromas
más famosas de la historia, fue obra de una mujer. De la misma autora, y
escrito junto a Thais Morales, el libro Desconocidas & Fascinantes (Editorial Egales)
cuenta con 63 minibiografías de mujeres que en algún momento de su vida
han mantenido relaciones afectivas con otras mujeres pero cuyos logros
han quedado ocultos por su condición de mujeres, lesbianas y bisexuales.
A estas publicaciones se han sumado este año títulos como Mujeres radicales del mundo (Capitán Swing) , de Kate Schatz y Miriam Klein, o Reporteras españolas: testigos de guerra (Penguin Random House) , de la periodista Ana del Paso.
Mientras tanto, iniciativas como las Editatonas ,
maratones de edición en Wikipedia con perspectiva de género —que en
España son organizadas periódicamente por Wiki Mujeres—, llevan años
trabajando por incrementar el porcentaje de entradas sobre mujeres que
aparecen en la plataforma. Y se suman numerosos proyectos como el juego Feminismos reunidos , de Sangre Fucsia.
Al terminar 2017, el New York Times destacaba once biografías de mujeres que marcaron el año y, en estas mismas páginas, La Marea ha rescatado un mes tras otro la historia de pioneras en diversos campos, como lo hizo Rosa Montero a principios de los 90 en El País Semanal*.
#periodistasolvidadas es el hashtag bajo el que las mujeres de RTVE (en
su cuenta de Twitter @MujeresRTVE) hablan de mujeres que ejercieron el
periodismo pero con un matiz: “De las que nadie me habló cuando estudié
la carrera en los 90 y que tampoco aparecen en libros más modernos de
historia del periodismo”, según cuenta la impulsora de la serie,
Carolina Pecharroman.
El problema de los libros de texto
Las pistas que nos llevan hacia todas esas mujeres omitidas hasta ahora
son cada vez más fáciles de encontrar para quien tenga la voluntad de
hacerlo. Sin embargo, la tarea por reconstruir su genealogía todavía
encuentra escollos en el ámbito escolar, que parece quedarse atrás en
este aspecto. “Los libros de texto son un ejemplo más del sexismo y el
sesgo de la historia”, denuncian desde el proyecto cultural y educativo Herstóricas ,
formado por Marta Casquero, Sara López y Mariela Maitane, que tiene por
objetivo visibilizar y valorar la aportación histórica de las mujeres
mediante talleres y visitas guiadas.
Las editoriales se rigen
por lo que marca el currículum oficial de estudios que fija el
Ministerio. Desde Herstóricas señalan que “es la administración la
responsable de marcar las líneas e incluir a las mujeres en el discurso
histórico y educativo, así como de no permitir que la historia de las
mujeres se convierta en mera anécdota en esos contenidos”.
Hasta ahora, esta tarea a menudo recae en manos de docentes que intentan
llevar a cabo iniciativas inclusivas. Es el caso de Ana López-Navajas,
investigadora de la Universitat de València y asesora de Coeducación e
Igualdad en la Formación del Profesorado en la Conselleria d’Educació,
Investigació, Cultura i Esport de la Generalitat Valenciana. En 2014
publicó el informe Análisis de la ausencia de las mujeres en los manuales de la ESO: una genealogía de conocimiento ocultada.
Tras analizar 115 manuales de tres editoriales en todas las asignaturas
de los cursos de la ESO, el estudio muestra que la presencia de mujeres
es de un 7,5%. Desde entonces, trabaja en una base de datos que
contempla las aportaciones de las mujeres a los ámbitos estudiados
durante la Educación Secundaria con el fin de que puedan ser incluidas
en el currículum educativo.
Según López-Navajas, el de los
libros de texto “es un relato androcéntrico donde el protagonismo es de
ellos, y ellas están de rebufo”. La metodología para incluirlas es
también una cuestión importante. “No se trata de incluir unos cuantos
nombres y dejarlo así; hay que cambiar planteamientos como por ejemplo
incluir las tecnologías del hogar o la querella de las mujeres como
movimiento que vertebra la edad moderna y es precursor del feminismo, la
variedad de espacios y dedicaciones que han tenido a lo largo de la
historia o las facetas de la ciencia”, resalta la investigadora sobre
otras prácticas como “plantear epígrafes en los temas como, por ejemplo,
‘las mujeres en el romanticismo’, algo que al final resulta
excluyente”.
¿Cuáles son las consecuencias de dicho vacío? En
el citado informe explican que “esta ausencia impone unos fallidos
referentes históricos a todo el mundo pero a las mujeres, además, les
quita autoridad social y les impide reconocerse en una tradición que las
acoja”. Desde Herstóricas añaden que “se manda un mensaje claro para
los niños: la historia refuerza la idea de que los hombres están por
encima de las mujeres y les va a costar más asumir que van a tener que
compartir puestos y vida pública con el género femenino”.
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