Originario de Macuspana, Tabasco, cuando llegó a la Ciudad de México
algunos personajes como Ignacio Ovalle, entonces director de CONASUPO,
le dio cobijo y le ayudó a que se colocara en el Instituto Nacional del
Consumidor. Pero pronto se involucró en la corriente democrática del PRI
encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz
Ledo donde encontró terreno fértil para sus ideas y su proyecto
político.
Personaje carismático, a su paso siempre ha generado animadversiones y
simpatías que con el tiempo ha sabido administrar, principalmente estas
últimas. Es así que, en el pináculo de su camino político, el pasado 1
de julio recibió el voto de 30 millones de ciudadanos esperanzados en
que encarne el cambio largamente postergado.
Los desapacibles anti López Obrador le llaman “chairos” a quienes
apoyan de manera fiel su proyecto de gobierno y le perdonan los graves
traspié que ha dado en este largo periodo de cinco meses de transición.
Esta corriente critica no deja pasar una sola oportunidad para denostar
las acciones, actitudes, decisiones del presidente electo y su equipo,
así como de atacar y calificar de manera despectiva a los seguidores del
futuro presidente.
Y aunque a veces son cuestionamientos estridentes centrados en hechos
de poca importancia, una buena parte de estas críticas encuentran eco
en las redes sociales donde la ira social desemboca no solo en
descalificaciones sino en insultos y en una peligrosa una furia verbal
que refleja un resentimiento social que de llevarse a la práctica
podrían derivar en actos de violencia.
Los 30 millones de chairos, como les llaman a quienes simpatizan con
López Obrador, no son en su totalidad seguidores ciegos de la causa del
tabasqueño. Más bien forman esta expresión social de inconformidad que
se expresó en las urnas y que aun hoy mantienen vigentes sus demandas.
Aunque los críticos de López Obrador tienen muchas razones para hacer
ver las contradicciones del próximo jefe del ejecutivo, la mayoría
alimentadas por el mismo tabasqueño y sus colaboradores que han ido
reconociendo la imposibilidad de cumplir con todas las promesas de
campaña, las denostaciones de un buen número de usuarios de las redes
sociales reflejan sobre todo el estado de ánimo de este sector de la
sociedad que se mantiene incrédulo a la promesa del cambio y que se
justifica luego de los fracasos de Vicente Fox, Felipe Calderón y
Enrique Peña Nieto.
Pero este ejército de críticos en redes sociales no alcanza la
cantidad de simpatizantes o chairos que siguen apoyando a López Obrador,
muchos de ellos no son usuarios de redes sociales y siguen creyendo que
habrá una mejoría en su calidad de vida en los primeros años de la
administración entrante.
Este votante chairo, si es que así le quieren llamar despectivamente
los contrarios al próximo presidente, aunque tiene dudas se mantiene
vigente porque siguen con la idea y la esperanza de un cambio y de una
mejoría en el país permanece en su ánimo, sobre todo ante el aumento de
la violencia, de los niveles de inseguridad y la incertidumbre que todos
los días se le estrella en su vida cotidiana.
Por cierto…. Según la versión popular Chairo es la persona que se
hace “chaquetas mentales” y da explicaciones poco coherentes a la
realidad. Si nos atenemos a esta definición popular, muchos antichairos
caerían en los que tanto critican en su simpatía inmanente por el
gobierno saliente. Por otro lado, urge que López Obrador y su equipo
dejen atrás los discursos de campaña, con arengas y el uso de términos
que funcionaron para atraer votos pero que ahora ya no tienen sentido.
El bono de confianza tiene fecha de caducidad y el periodo de
aprendizaje para algunos de sus colaboradores se está agotando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario