A 4 años del ataque en Iguala
Carlos Beristain*
El cielo llora esta tarde en
que la gente recorre las calles de México con la convicción, el amor y
la indignación. Esas tres cosas hacen un tipo de marcha distinta que se
alarga por las calles que la acogen.
Es 26 de septiembre, cuatro años después. Una ciudad más amable con
la gente en la calle que se moja hasta los huesos, pero las voces no se
apagan.
Ayotzi vive, cantan los normalistas. Y claro que esta marcha es una muestra de ello. Todo es parte de una semilla. Esas cosas pequeñas que lo pueden todo.
Hay nuevos aires en este México, cuyo sistema se fue a pique. Aunque
esa es una tarea ardua, la gente lo sabe. El sistema siempre tiene una
burocracia dispuesta a reproducirse. Tenemos un nuevo tiempo entre las
manos.
En la reunión ayer con los familiares de los 43 casi no se podía
hablar. No se puede decir que la emoción era demasiada, porque era la
que tenía que ser después de dos años de no vernos, y de este tiempo,
como decía Hanna Arendt, el tiempo intermedio que está determinado por
las cosas que ya no son, pero también por las que todavía no son.
El cielo no deja de llorar esta noche que se alarga. Tal vez recuerda
que este tiempo es demasiado, para tanto amor y tanta necesidad de
saber.
* Ex integrante del GIEI, médico y especialista en mediación de conflictos
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