Autor:
Nancy Flores / @Nancy_Contra
En la
renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN), México perdió. El acuerdo alcanzado –sin Canadá– afianzó, sin
duda, la visión del presidente estadunidense Donald Trump: primero, el
vecino del Norte.
Las preguntas siguen siendo las mismas:
¿qué hubo detrás de esa renegociación? ¿Por qué el representante de
Andrés Manuel López Obrador –quien se comprometió a trabajar por los
pobres– accedió y hasta se dijo satisfecho por los nuevos alcances del
trato?
En su análisis Acuerdo preliminar entre México y Estados Unidos de cara a la firma del TLCAN 2.0,
el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de
Diputados resume los primeros cinco puntos que más afectan a México y
que, hasta ahora, Canadá ha rechazado.
Se trata de los temas impasse
que generaron mucha tensión en la primera etapa de la renegociación,
iniciada en agosto de 2017, por ser bastante desventajosos para México y
Canadá. Estos cinco puntos siguen siendo el talón de Aquiles del TLCAN, porque el gobierno canadiense se rehúsa a admitirlos.
Según el análisis del CEFP, el primero
de esos puntos es la aplicación de barreras a la importación para
algunos productos agrícolas mexicanos por parte de Estados Unidos, según
a la temporalidad de su producción (estacionalidad).
Al respecto, indica, el acuerdo se
alcanzó porque Estados Unidos eliminó su propuesta sobre la
estacionalidad, pero logró que se abra el mercado para productos
cárnicos, se mantenga tarifa cero en productos agrícolas, y se agregue
un apartado de biotecnología que incluye intercambio de información y
cooperación para la agricultura. Además, las partes se comprometen a no
utilizar subsidios en las exportaciones ni salvaguardas de la
Organización Mundial del Comercio.
El segundo punto de fricción, que a
Canadá aún no le convence, tiene que ver con “el cambio en las reglas de
origen en la industria automotriz, en la que Estados Unidos propuso
imponer un mayor porcentaje de contenido nacional en la manufactura de
autos (subir la participación de ese país al 50 por ciento en cada
vehículo); así como el ajuste salarial en la industria”.
México y Estados Unidos acordaron que el
40 por ciento del contenido de un automóvil tendrá que fabricarse en
una zona de alto salario (al menos 16 dólares la hora); y el 60 por
ciento restante se podrá hacer en cualquier lugar.
En este punto, nuestro país es el que
más pierde, se desprende del análisis, porque “de fabricarse el
contenido en donde se cumpla el 40 por ciento en zonas de alto salario,
México quedaría fuera al menos hasta que se ajusten los salarios de los
trabajadores al nivel mínimo equivalente a 16 dólares la hora”.
El estudio observa que “esta medida
favorecería directamente a las maquiladoras canadienses y
estadunidenses, con lo que México perdería su ventaja competitiva y la
razón por la que la inversión extranjera se ha establecido en el país; a
pesar de que esta medida podría incrementar el costo de los automóviles
y eventualmente su competitividad”.
El tercer punto es el de la elevación en
el contenido regional, derivado del ajuste en las reglas de origen que
aumentaría del 62.5 por ciento actual hasta 85 por ciento.
Al respecto, el análisis observa que
ambos países acordaron que el aumento sea al 75 por ciento; es decir,
12.5 por ciento más que el establecido originalmente en el TLCAN.
Además, México aceptó que las empresas con plantas recién instaladas
podrán exportar con una tasa del 2.5 por ciento mientras realizan los
ajustes necesarios para adaptarse a las nuevas reglas.
El cuarto punto se refiere a la
propuesta de Estados Unidos de incluir una cláusula de terminación del
TLCAN en un periodo de 5 años (cláusula “sunset”). Al respecto,
“México acepta que el acuerdo tenga una vigencia de 16 años con
revisiones cada 6 años, en las que se podrán añadir prórrogas de otros
16 años, si las partes lo acuerdan”.
Finalmente, el quinto punto se refiere a
“terminar con los mecanismos de solución de controversias, en el cual
Estados Unidos pretendía eliminar el capítulo 19 sobre solución de
controversias, rechazando el panel de expertos independientes o
instancias que lo sometan a derecho internacional”.
En el acuerdo bilateral se estableció
que ese capítulo 19 se mantendrá; “no obstante, México cedió
parcialmente a las condiciones de Estados Unidos en este capítulo, pero
prevalecen los mecanismos para proteger a México de las salvaguardas que
pueda imponer Estados Unidos”.
El análisis del Centro de Estudios de
las Finanzas Públicas agrega que este tema se abrió para integrar a
Canadá en la discusión y que “se mantiene el capítulo 11 sobre
resolución de conflictos entre inversionistas y Estados; y el 20 sobre
mecanismos de resolución de controversias, de acuerdo al TLCAN original.
Asimismo, se aseguró la salvaguarda de mecanismos de compensación y se
definieron disciplinas”.
Adicionalmente a estos cinco puntos, el
análisis observa como relevante la integración de un capítulo laboral,
“en el cual se establecen disposiciones que garantizarán el cumplimiento
de obligaciones laborales; se incluye un anexo sobre la representación
de los trabajadores en la negociación colectiva, para lo cual México se
compromete con acciones legislativas específicas para hacer efectivo
este derecho. Asimismo, se adoptarán y mantendrán los derechos
reconocidos por la Organización Internacional del Trabajo, cumplir las
leyes laborales, las cuales no se deberán derogar o renunciar a ellas”.
Otros temas que destaca son los
alcanzados previamente, como el acceso a mercados de bienes, propiedad
intelectual y medio ambiente. Además, “el acuerdo contiene nuevas
disposiciones comerciales en sectores manufactureros específicos
incluidas en los anexos sectoriales, tales como tecnologías de
información y comunicaciones, farmacéuticos, dispositivos médicos,
productos cosméticos y sustancias químicas”.
Sobresale, también, el tema energético,
porque Estados Unidos buscaba afianzar la liberalización del sector
petrolero mexicano. Al respecto, señala el análisis, se desconocen aún
los resultados a pesar de que el representante designado por el
presidente electo de México se involucró en las discusiones sobre este
tema.
Resulta, pues, que de nada sirvió que en
la negociación se involucrara un representante de López Obrador: en ese
acuerdo bilateral, definitivamente perdió México.
Nancy Flores
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