Corrosivo, Carlos Castillo López define al PAN como un partido
donde quienes lo controlan se reparten lo que queda y luego se devoran.
Para el hijo del ideólogo Carlos Castillo Peraza, Acción Nacional perdió
congruencia con Ricardo Anaya, quien ahora se postula para la
Presidencia de la República. Poco importa que gane o pierda la
contienda. Hoy, dice, el partido se está vaciando de liderazgos, y
quienes no somos aplaudidores “no cabemos en él”.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Anulada su vida democrática interna por
la facción de Ricardo Anaya, cerrado a los ciudadanos y a sus propios
militantes, así como desdibujándose ideológicamente y “vaciándose” de
dirigentes que se van a otras opciones, el Partido Acción Nacional (PAN)
es ya un “partido cártel” que, al margen del resultado de la elección
de julio, va hacia el canibalismo y la extinción.
Este sombrío diagnóstico lo hace Carlos Castillo López, director de
la revista Bien Común que edita la Fundación Rafael Preciado Hernández,
del PAN, de la que es también Director Editorial y de Cooperación
Institucional.
“El partido cártel es aquel cuyo funcionamiento sólo se explica a
partir del reparto de los espacios de poder y, si no hay poder, no hay
nada”, resume el editor, quien advierte que hay un severo deterioro
institucional del PAN que trasciende la elección y la candidatura de
Anaya.
–¿Qué va a pasar con el PAN si gana Anaya?
–No va a haber ningún aliciente para cambiar como está operando. Al
revés: Va a haber un modelo ya trazado. Y este modelo tiene que ver con
una figura que en la ciencia política se llama el partido cártel.
Y en caso de la derrota de Anaya, aclara, tampoco habrá ningún
cambio: “En caso de que el resultado sea negativo (seguirá) la cerrazón y
evitar que nueva gente entre, que es lo que pasa con las afiliaciones
cerradas, que permiten tener un control de padrón, el control del padrón
permite el triunfo. Es el modelo cártel”.
En amplia entrevista con Proceso, Castillo López, hijo del ideólogo
Carlos Castillo Peraza –quien terminó por renunciar al PAN– hace una
dura crítica al partido del cual fue militante, pero fue “rasurado” del
padrón, y aclara: “Hay que decir las cosas. No podemos decir democracia a
lo que no es democracia”.
Autor del libro Nuevas cartas a un joven panista. ¿El PAN en crisis?,
en busca de editorial, Castillo López advierte que el PAN cada vez más
se va ir vaciando de militantes y, como el modelo de “partido cártel”,
los que controlan se reparten lo que queda y luego se devoran.
“Ese reparto de poder, mientras menos poder queda, menos gente quiere
adentro. Y esa es la extinción. Se llama canibalismo. Así acaba el
modelo cártel: en canibalismo”, puntualiza.
Y pone el ejemplo del PAN de Jalisco, que después de gobernar tres sexenios, hoy es una fuerza que apenas roza los dos dígitos.
“¿Qué pasó cuando el PAN de Jalisco comenzó a perder? Se cerró. ¿Qué
pasó cuando se cerró? Volvió a perder. ¿Y qué hizo después de volver a
perder? Seguir cerrado. ¿Y qué pasó después de que se fue cerrando?
Siguió perdiendo. ¿Cuánto tiene hoy el PAN de Jalisco? Un dígito,
rozando los dos. Así acaban los modelos cártel”.
Y hay otras expresiones peores de este modelo: “El final del partido
cártel es el PAN de Guerrero, donde hasta muertos hubo. Porque cuando ya
hay casi nada que repartir y hay gente cuyo modus vivendi sólo se puede
entender a través del poder, ya vale la pena pensar si uno delinque o
no. ¡Porque ya es un modus vivendi!
–Es espeluznante.
–¡Es espeluznante! Es un extremo, el extremo más espeluznante, pero,
ojo, la ruta de la cerrazón termina en eso: “O tú o yo. Ya nada más hay
espacio para uno”.
Castillo López observa que, por las decisiones de la dirigencia que
encabeza Damián Zepeda –incondicional de Anaya–, no hay semana en que no
haya renuncias al PAN de dirigentes y militantes de todas jerarquías en
todo el país:
“Lo que está generando en el PAN este proceso absolutamente vertical
en la toma de decisiones, por no decir autoritario, es que con un
bisturí están haciendo incisiones pequeñas, estratégicas, a la vida
interna del partido y no es que se vaya a desangrar (rápido), se va a
desangrar lentamente”.
Alerta: “No va a ser una hemorragia, va a ser un desangramiento
lento. Y eso es fatal, porque no te duele ni te das cuenta de que te
estás desangrando. Y cuanto te das cuenta ves lo que dejó: Un cuerpo
seco, sin ánimo”.
Anaya, la simulación
No es la primera vez que Castillo López alza la voz sobre lo que pasa
en el PAN: lo hizo también en 2012, tras la derrota de Josefina Vázquez
Mota, cuando protestó, junto con otros panistas, frente a la sede
nacional de su partido para exigir cuentas a la dirigencia encabezada
por Gustavo Madero.
Seis años después de esa derrota, el también autor del libro La
urgencia humanista: Alternativa para el siglo XXI afirma sin vacilación:
“La democracia en el PAN está en coma. No está muerta, pero está en
coma y ojalá alguien consiga el electroshock para despertarla”.
Tras la elección interna del PAN, el 11 de febrero, en la que Anaya
fue candidato único, Castillo López publicó un artículo en el medio
digital Mexican Times, en el que cuestionó la inequidad del proceso, que
hizo desistir a los contendientes y llevó a la renuncia de Margarita
Zavala.
“Triunfo sin duda de una estrategia que se legitima por la norma,
pero absolutamente cuestionable desde la ética: juez y parte, poseedor
único del padrón de militantes, apoyado por la estructura partidista,
sus recursos, su tiempo aire, sus dirigentes, la desigualdad de la
competencia recuerda a ese PRI que celebraba la democracia en el papel,
pero desde la práctica atentaba contra todos sus principios y sus
valores”.
En su análisis desmontó cada una de las justificaciones del grupo de
Anaya, incluido el “sacrificio” de la democracia interna para detener a
Andrés Manuel López Obrador, algo que calificó como un razonamiento
perverso:
“En tanto se encuentre un motivo ‘superior’ se tendrán razones para
deshacerse de lo que estorba: primero una práctica, luego una historia y
en el futuro, ¿por qué no?, una persona. A cambio, un salvador que
ofrece ser el que detenga a otro salvador”.
El PAN, afirmó Castillo López, perdió congruencia con Anaya: “¿Cómo
creerle a quien pregona democracia y justicia cuando él mismo atropelló
esa democracia interna y esa equidad en la contienda? La simulación que
acompañó y se recrudeció durante el proceso interno llegó a su fin; se
redujo la democracia al mero acto de votar, y este importante hecho no
basta, sin duda, para garantizar una democracia plena, como aquella que
alguna vez Acción Nacional pensó, diseñó e impulsó para México”.
Y concluyó: “El PAN tiene candidato oficial, oficialista, y ni su
probable triunfo alcanzará para compensar la derrota cultural que
propinó al panismo”.
Ya en entrevista, el editor agrega que el proceso interno “se
transitó de manera sumamente errática, equivocada y hasta
contraproducente”, porque no sólo no se generó unidad, sino la renuncia
al PAN de dirigentes y militantes. “Lo que estamos viendo es una fuga,
gota a gota, un vaciamiento de liderazgos que no para y que yo no veo
cuándo vaya a parar”.
–¿Puede un partido y un candidato en estas condiciones ser exitoso?
–Hay un éxito en la consecución de la candidatura. Pero llegar con un
partido que todas las semanas, por lo menos, tiene noticias de salidas,
de gente que se va, el sacrificio es demasiado.
Pero no sólo se están yendo del PAN dirigentes, algunos con Zavala y
otros con Morena, sino militantes que veían a un partido con una
identidad que ya no tiene, no sólo por su lógica interna, sino por su
alianza con los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento
Ciudadano (MC).
“¿Y qué tenemos? Un vaciamiento de ciudadanía dentro del PAN, un
vaciamiento de aquellos que decidieron que debían contribuir a la vida
pública a través del partido y que ahora dicen: ‘Yo me retiro, esto no
es lo que yo quería. Esta no es la institución a la que yo entré,
quédense con su institución’. No es el mejor de los mundos para empezar
una campaña”.
El PAN podrá tener buena mercadotecnia, nuevos aliados y “un refresco
de liderazgos, me parece bien, pero está perdiendo a los que trabajan
abajo”, algo que fue el gran problema de la campaña de Vázquez Mota en
2012, cuando tuvo un sólido cuarto de guerra con una militancia
desorientada.
“Tenía muchos generales muy eficientes, pero abajo tenía la falta de
organización total. ¿Qué generó eso? La derrota, con los mejores al
frente, pero incapaces de conectar hacia abajo. Yo no sé si vaya a haber
esa capacidad para conectar hacia abajo y con quién se va a conectar”.
Degradación interna
De 40 años, Carlos Castillo tenía 15 cuando su padre, Carlos Castillo
Peraza, fue electo presidente del PAN, con Felipe Calderón como
secretario general, pero sólo se afilió a ese partido hasta 2004, una
militancia que refrendó tras la derrota de 2012, pero cuando quiso votar
en la elección interna no estaba en el padrón.
–¿Qué pasó?
–No sé, no sé, no sé. No tengo idea.
–¿Te rasuraron?
–Esa es la palabra coloquial.
“Es cruel”, lamenta, porque alguien indebidamente tomó la decisión de
excluirlo como militante y arrebatarle su libertad. “Me quitaron hasta
mi derecho a renunciar”, dice entre risas.
En el PAN también participan los otros dos hijos de Castillo Peraza:
Julio, allegado a Santiago Creel, uno de los dos coordinadores de la
campaña de Anaya, y Juan Pablo, quien trabaja en el área comunicación
social del Comité Ejecutivo Nacional.
Más que por la acción política, Castillo López se inclinó desde
temprana edad en las letras y la filosofía, como su padre. Ha combinado
la actividad editorial con la capacitación doctrinaria, sobre todo en
las bases, en las que confía el futuro del PAN.
–En esos panistas de base hay entusiasmo?
–No, no.
Antes de la elección interna y de las designaciones de diputados y
senadores, dice, no era positivo lo que se percibía en la militancia:
“Lo que pude percibir, sobre todo a finales del año pasado, fue una
decepción”.
Hasta antes de la renuncia de Margarita Zavala, Castillo López no
veía una crisis en el PAN y los jaloneos entre ella, Anaya, Rafael
Moreno Valle y otros prospectos decía que eran parte de la dinámica
interna.
“Y hoy, pocos meses después, puedo decir que el PAN sí vive una
crisis que hay que entender, no desde el personaje Ricardo Anaya, hay
que entenderlo desde la degradación de la normatividad de una
institución”, subraya.
El PAN, que ha vivido situaciones difíciles, ahora vive una
democracia interna reducida a su mínima expresión, con renuncias
constantes y con un cuestionamiento de la militancia por las concesiones
al PRD y a MC, a quienes deben apoyar, pese a que ha sido por años
adversarios.
“Es un desdibujamiento muy complicado que no sé si el liderazgo de
Ricardo alcance a aglutinar en un esfuerzo de campaña en torno a su
candidatura”, dice, aunque duda que sea posible por la falta de unidad
que dejó el proceso interno.
“¿Cómo vas a construir esa unidad? ¿Por la fuerza? La unidad por la
fuerza no funciona. Funciona de dientes para afuera. Dicen que apoyan,
pero el día de la elección no mueven un dedo”.
–Y cuando no hay inclusión en los candidatos a diputados y senadores, porque fueron designaciones.
–Eso pasa cuando generas una institución no democrática. Ya no es el
valor meritocrático, sino el valor del amigo. ¡Por Dios, décadas
peleándonos porque el refrán del que se mueve no sale en la foto dejara
de ser realidad y hoy en el PAN el que se mueve no sale en la foto!
¡Estamos calcando modelos!
Es el mismo caso de la amenaza de Anaya de meter a la cárcel al
presidente Enrique Peña Nieto, en respuesta a que éste, afirmó, usa a la
Procuraduría General de la República (PGR) para perseguirlo de manera
facciosa:
“Volvemos al gran error de que el presidente es el que impartidor de
justicia. ¿De cuando acá el presidente encarcela? ¿No tenemos una
división de poderes? ¿No es eso lo que queremos cambiar que el
presidente decida quién va a la cárcel? Ese es el cambio de raíz que
queremos hacer, ¿no?
Insiste: “¿Es la gran queja, ¿no? El uso faccioso de las
instituciones. ¡Que no hay autonomía del Poder Judicial y responder
diciendo que vas a hacer lo mismo, no hay cambio! ¡Ahí es cambiar un
monito por otro monito!”
Castillo López no es optimista, pero tiene esperanzas que el cambio
venga de abajo. “Tiene que pasar algo, que no necesariamente es una
derrota o una victoria, para que eso se detenga, para que esa
trayectoria se frene”.
Por ahora, hay panistas que ven como opción a Margarita Zavala, quien
recibirá apoyo si “es capaz de ofrecerle una alternativa que refleje
sus valores”.
Por lo pronto, él seguirá en el PAN, aun sin ser militante formal,
pero tampoco descarta marcharse si se le pide incondicionalidad. “Si se
trata de ser aplaudidores, los que no somos aplaudidores ya no cabemos”.
“Como dice Albert Camus, hay dos condiciones necesarias: honestidad y
justicia. Sin honestidad ni justicia no hay lealtad. La lealtad se
construye, se gana, no se impone. La lealtad no es un sueldo, no es un
color, no es una camiseta. Uno tiene que ser justo en su juicio y
honesto consigo mismo, porque al final eso es lo único que te queda:
poderte mirar al espejo.
Concluye: “Si lo que se busca son aplaudidores, cerremos el changarro y hagamos un slow show”.
Esta entrevista se publicó el 25 de marzo de 2018 en al edición 2160 de la revista Proceso.
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