El lío es tan complicado que no soy capaz de resumirlo del todo: compañías que subcontratan a otras, datos obtenidos por una firma y usados por una segunda para apoyar a un cliente político... Es toda una madeja, pero vale la pena esforzarse por entenderla un poquito. Empecemos con algunos de los efectos superficiales que ha tenido el escándalo de Cambridge Analytica, desde que irrumpió a la luz pública, hace 10 días.
De entrada, Facebook perdió hasta 60 mil millones de dólares de su valor por haberle vendido o cedido datos o haber sido hackeada por Cambridge Analytica, y Zuckerman va a declarar próximamente ante el Congreso de Estados Unidos respecto de la política de privacidad de su compañía. Pero esos efectos, aunque impresionantes, son casi lo de menos, porque todo indica que la elección del Brexit se ganó sólo gracias a la manipulación justamente de esos datos, y que posiblemente también le debamos la elección de Donald Trump a Cambridge Analytica, y a los datos personales que cosechó mediante Facebook.
Hoy, gracias a sendas investigaciones realizadas por The Guardian, la televisión británica y por las agencias investigadoras del financiamiento de la campaña favorable al Brexit (
Leave), existe en Inglaterra un escándalo que se va desenvolviendo día con día, y que apunta a que el voto favorable al Brexit se dio gracias al uso impropio de datos personales mal habidos.
En un blog triunfalista, dedicado, según reporta The Guardian, a agigantar la figura de su propio genio, el jefe de la campaña en pro del Brexit, Dominic Cummings, escribió luego de aquel plebiscito, que todos sabían que la elección giraba en torno de apenas 600 mil votantes, es decir, uno por ciento del electorado. Esta clase de figura no es ya tan rara en las elecciones reñidas de hoy: obviamente esa clase de números pequeños fue también crucial en la elección de Donald Trump, quien necesitaba triunfos en distritos electorales muy específicos para ganar (aun perdiendo la elección popular por 3 millones de votos). En contextos así, el tener datos precisos de los votantes claves, conocer sus preferencias y su sicología, es una ventaja muy importante, y esa era la chamba que desempeñaba Cambridge Analytica.
La compañía británica tuvo, desde sus inicios, lazos financieros e intelectuales con la derecha trumpista. Uno de sus financieros principales, Robert Mercer, ha sido uno de los principales apoyos económicos del Partido Republicano, en tanto que el mismísimo Steve Bannon, editor cuasi fascista de Breitbart News, era miembro del consejo de la compañía. Bien. Pues el caso es que, aunque todavía no sabemos cómo, Cambridge Analytica consiguió acceso a la información privada de 50 millones de usuarios de Facebook, incluyendo los datos respecto de redes de amigos y “ likes”. Con base en esos datos, la compañía genera
mapas de rasgos de personalidadque luego servirían para armar campañas políticas hechas a la medida de cada usuario, y especialmente dirigida a los 600 mil electores que necesitaba la campaña de Leave para ganar el Brexit. Algo muy parecido o igual se hizo con los votantes que necesitó Donald Trump para ganar su campaña, y que necesitó Steve Bannon para pasar de ser un personaje marginal, tildado de racista, a una de las figuras centrales de la política estadunidense.
De los 50 millones de perfiles que maneja Cambridge Analytica, sólo 270 mil usuarios de Facebook habían accedido a que su información fuese utilizada por la compañía, aunque aun ellos fueron engañados, ya que se les había vendido el asunto como si se tratara de realizar un estudio académico, y no se les informó que se iban a usar sus datos personales para fabricar propaganda política hecha a su propia medida, para luego manipularos a través, justamente, de Facebook.
¿Conclusiones? Muchas me son opacas, por mi falta de conocimiento técnico acerca del funcionamiento, reglamentación y economía de las redes sociales, pero hay una que salta a la vista: las dos elecciones más trascendentes y desastrosas de la historia reciente –la del Brexit y la de Trump– vinieron manipuladas ilegalmente.
Ya sabíamos de la intervención rusa en las elecciones de Estados Unidos, también a través de Facebook, Twitter, etcétera, y que los rusos tenían relaciones con otra compañía SCL, que es dueña de Cambridge Analytica. La semana pasada apareció, además, la noticia de que las elecciones de 2013 y 2017 en Kenya también fueron objeto de la ingeniería electoral de Cambridge Analytica. Respecto de las elecciones británicas y estadunidenses, ahora sabemos que, además de la intromisión de los rusos, las elecciones fueron manipuladas por grupos políticos internos, de la derecha, que tenían en su arsenal de propaganda datos obtenidos ilegalmente. En el caso británico, es además bien probable que haya habido impropiedades financieras en la campaña electoral del Brexit, con las que se pagaron una parte de los servicios de Cambridge Analytica.
Conclusión: las dos elecciones se ganaron con prácticas impropias, ilegales y violatorias de la privacidad de cada usuario de Facebook. Así, de ese tamaño.
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