OPINIÓN
Monedero
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Responder
a la pregunta de ¿cuántas mexicanas y niñas están en la pobreza, y en
qué condiciones? debería ser una cuestión de dominio común y de amplia
divulgación por parte del Organismo encargado de este tema: el Consejo
Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Sin embargo no es así, es una pregunta de difícil respuesta o de varias
respuestas, durante mucho tiempo (y todavía) esta institución no
visibiliza adecuadamente o de plano borra la condiciones de pobreza de
las mujeres en México.
Para no ir muy lejos, Coneval recien publicó los resultados de la
Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2018. En este informe se
afirma que entre 2008 y 2016 la pobreza aumentó en 3.9 millones de
personas.
La pregunta obligada es: ¿cuántas de estas personas son mujeres o
niñas? no lo aclara el informe, no se cuenta con estas cifras por sexo,
algo fundamental en la construcción de políticas públicas con
perspectiva de género.
Anterior a este informe la misma institución publicó un documento
denominado “Pobreza y Género en México: Hacia un sistema de indicadores.
Información 2010-2016”. Su objetivo según el documento es servir de
insumo al diseño y la evaluación de la política de desarrollo social en
materia de reducción de la brecha de oportunidades entre géneros.
Está integrado por 30 indicadores que analizan la desigualdad de
género en términos de la conformación de los hogares, el acceso a la
educación, a la salud, a la seguridad social y a la alimentación, el
trabajo remunerado, el ingreso, las características de la vivienda y el
trabajo doméstico no remunerado, los cuales muestran la relación entre
las inequidades de género y la situación de pobreza de las personas
HOGARES
Una cuarta parte de los hogares cuentan con jefatura femenina. Los
hogares con jefatura femenina suelen tener un mayor número de
integrantes de la población infantil y adulta mayor. Los hogares con
jefatura femenina se asocian también con mayor vulnerabilidad
sociodemográfica e incluso mayores porcentajes de pobreza.
INGRESO
En cuanto a los ingresos laborales, las mujeres perciben
remuneraciones más bajas que los hombres. Esta brecha es más acentuada
en la población en situación de pobreza: en 2016 los datos muestran que
las mujeres ganaban una quinta parte menos que sus pares, aun cuando
poseían el mismo nivel educativo.
EDUCACIÓN
Las mujeres presentan niveles de rezago más altos que los hombres,
sobre todo si están en condición de pobreza, aunque entre los más
jóvenes las brechas se reducen. En 2016, la brecha educativa entre ambos
sexos se ubicó en 6.5 puntos porcentuales.
SEGURIDAD SOCIAL
La inclusión de las mujeres en el mercado laboral remunerado presenta
inequidades frente a las condiciones que presentan los hombres,
situación que se refleja en el acceso diferenciado a la seguridad social
como prestación del trabajo. Dadas las características de inserción de
las mujeres al mercado laboral remunerado, en 2016 por cada 100 hombres
ocupados que contaban con los beneficios de la seguridad social por su
trabajo, 62 mujeres ocupadas se encontraban en la misma situación. Este
indicador prácticamente se ha mantenido constante desde 2010. La brecha
se acentúa entre la población con condición de pobreza: en 2016, por
cada 100 hombres ocupados que contaban con seguridad social, 49 mujeres
ocupadas tenían acceso.
TRABAJO REMUNERADO
Las condiciones de precariedad referidas a los mercados laborales
afectan a la población en formas diferenciadas de acuerdo con su sexo y
condición de pobreza. Por ejemplo, el porcentaje de la población
trabajadora sin contrato se presenta de manera importante en la
población pobre indistintamente de su sexo, con alrededor del 80 por
ciento en 2016; y el porcentaje de mujeres ocupadas con jornadas
parciales asciende a 38.6 por ciento, mientras que en los hombres es de
16.5 por ciento. Precariedad y pobreza son las constantes en las mujeres
trabajadoras.
Claramente se aprecia en la gráfica la enorme diferencia o brecha
económica y social que implica no contar con un contrato laboral
escrito, que le de un mínimo de protección y estabilidad a la
trabajadora. En 2016, de cada diez trabajadoras pobres, prácticamente 8
no contaban con ese contrato; por lo consiguiente tampoco pueden tener
acceso a la seguridad social, en cualquier momento pueden perder su
empleo, y están a voluntad del empleador.
En contraste y para ese mismo año únicamente 4 de cada diez
trabajadoras “no pobres” sin cuentan con un contrato laboral escrito que
les da estabilidad, seguridad social y mejor ingreso.
Por cierto, es bastante común que las periodistas trabajen sin contrato escrito, por tanto en condiciones muy precarias.
Esta informalidad afecta la productividad de la economía en su
conjunto. En México, la mayoría de las empresas son pequeñas e
informales y absorben una gran parte del empleo. Sin embargo, este tipo
de empleo continúa siendo el que prevalece en el país y en las mujeres,
particularmente las jefas de familia y las jóvenes.
Por ejemplo, en 2017 del total de personas jóvenes entre 15 y 29 años
-es muy importante conocer esta información por sexo-, más de la mitad
(59.9 por ciento) estaban en empleos informales.
Un factor muy importante en el crecimiento de la pobreza en los
hogares es el alza inflacionaria que inicia en 2017, ésta redujo en ese
año el poder de compra en 2.5 por ciento; en realidad esta cifra de
Coneval es bastante conservadora, la reducción del poder de compra en
los hogares fue mucho mayor, baste saber que la inflación oficial
alcanzó 6.77 y el precio del gas LP (insumo indispensable) aumento 40
por ciento.
Elegantemente Coneval dice que los empleos de las mujeres carecen de
“prestaciones”. En realidad se está barriendo con los derechos
laborales, no son prestaciones como eufemísticamente se les llama, son
derechos de los y las trabajadoras, producto de largas luchas sindicales
y sociales, y mucho menos son “privilegios.”
Nadie les ha regalado nada a las trabajadoras, eso debe quedar muy
claro y tampoco en el futuro recibirán algún regalo, tendrán que conocer
bien sus derechos y defenderlos en forma organizada.
* Economista especializada en temas de género
twitter @ramonaponce
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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