Carlos Bonfil
Hijos de la Yihad. Cuatro años después de filmar Regreso a Homs
(2013), notable documental sobre la toma de conciencia de dos jóvenes
pacifistas incapaces de conciliar sus aspiraciones profesionales con el
clima de zozobra de un país perpetuamente en guerra, Talal Derki,
cineasta de origen sirio, radicado en Berlín, propone en De padres e hijos (Of Fathers and Sons,
2017), su segundo largo documental, crónica estremecedora de la vida
cotidiana de una familia directamente involucrada en la lucha de
resistencia contra el gobierno de Damasco y las fuerzas militares
estadunidenses, por militantes yihadistas del grupo Al-Nusra, una rama
de la organización Al-Qaeda.
La transmisión generacional de una mística de combate a los infieles
queda explícita desde el título mismo del documental. Desde la infancia
más temprana, los hijos de los yihadistas saben que su existencia entera
habrá de estar consagrada al aprendizaje del Corán y a transmitir a sus
descendientes las reglas más rígidas de la palabra del profeta. Ello
implica no sólo librar una lucha sin cuartel para aniquilar a quienes
atenten contra la pureza del dogma religioso, sino a difundir
masivamente las enseñanzas de la sharia, la ley islámica. El
documentalista Talal Derki regresa así, de su autoexilio alemán a Siria,
para dar cuenta del estado en que se encuentra su país luego de largos
años de combates, y hacerse luego pasar como un periodista simpatizante
de la causa yihadista para infiltrarse en la familia de Abu Osama,
ganarse su confianza y filmar muy de cerca, de modo extraordinario, las
rutinas de adoctrinamiento espiritual y paramilitar de Ayman y Osama,
sus dos hijos pequeños.
Las confidencias a cuadro del patriarca Abu son tan insólitas como
reveladoras. Manifiesta de entrada su admiración por las acciones
terroristas del 11 de septiembre, al punto de haber elegido para su hijo
primogénito el nombre de Osama en honor a su héroe mártir Bin Laden.
Esta apología del terror tomará en lo sucesivo las variantes más
insospechadas. Presentado como un hombre afable y cariñoso con sus
hijos, protector incluso de los pájaros silvestres, creaturas a las que
conviene dejar siempre en libertad, no vacila empero en aprobar la
crueldad del niño que decapita a un pájaro cautivo, comprendiendo que el
hijo sigue fielmente el ejemplo de los yihadistas mayores que de igual
manera cercenan las cabezas de sus prisioneros occidentales. Así
transcurre la faena diaria en el hogar de Abu Osama, un lugar donde las
mujeres sólo tienen presencias fantasmales. El salón de clases es para
los hijos de la yihad una prolongación del domicilio patriarcal, un foro
alterno de adoctrinamiento y la antesala del terreno de ejercitación
castrense donde se pone a prueba el temple de los niños con disciplinas
implacables que incluyen disparos con arma de fuego en medio de sus
piernas, carreras con saltos a través de aros de fuego, y múltiples
pruebas de resistencia al dolor o a la fatiga.
El niño debe volverse experto en el arte de atravesar un territorio
literalmente sembrado de minas explosivas plantadas por el enemigo, y
también en la técnica de desactivarlas y en la distracción de fabricar a
su vez minas o bombas rudimentarias que le servirán de insólito
material de juego. La guerra y el riesgo de la muerte se confunden, en
ese espíritu infantil, con el excitante reto de una aventura lúdica. No
es muy diferente, al respecto, la manera despreocupada en que el
patriarca Abu Osama dispara al azar desde un escondite a un objetivo
humano en presencia (consternada o cómplice, difícil saberlo), del
camarógrafo que filma en directo el asesinato. Al parecer, los asuntos
de ética no son de fácil solución al rodar documentales de este tipo.
En De padres e hijos lo que sobresale es el documento vivo
de prácticas cotidianas en un territorio al norte de Siria, próximo a
las zonas de combate, donde el legado de irracionalidad y fanatismo
religioso ha suplantado por completo la transmisión de un saber moral y
humanista de una generación a otra. El realizador Talal Derki sumerge al
espectador en esa diaria instrucción del terrorista en ciernes,
dejándole la responsabilidad entera de sus asombros y de sus posibles
conclusiones. Una crónica escalofriante.
Se exhibe en la cartelera alterna de Cineteca Nacional, Cinemanía Loreto, Casa del Cine y Cine Tonalá.
Twitter: @CarlosBonfil1
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