1/27/2013

La “ideología de género”. ¿Sólo una alusión despectiva?


Seguramente habéis escuchado a determinados sectores referirse al feminismo como “ideología de género”. Ha aparecido en los medios, por ejemplo, con motivo de críticas a la Ley de violencia de género, la Ley de igualdad, o a la asignatura de Educación para la ciudadanía. Se lo hemos escuchado a los obispos, a medios propios o afines al Vaticano, a los grupos “pro-vida”, al Foro de la Familia; podemos encontrarlo en investigaciones académicas y congresos universitarios al respecto como en la Universidad de Navarra. También a partidos que se denominan “progresistas” como UPyD, a las plataformas de quienes defienden la masiva existencia de las denuncias falsas en violencia de género (según el Ministerio Fiscal suponen el 0,0104% en 2011) y la discriminación de los varones en el ordenamiento jurídico; a algunos magistrados de la Audiencia Nacional. De forma más distendida, también hemos escuchado o leído el apelativo “feminazi” para referirse a las personas que defienden, o las políticas que postulan, la perspectiva de género.

Y todos los escenarios coinciden en que la igualdad (en países occidentales) está superada y por tanto, fomentan de la idea de la “guerra de sexos” y el revanchismo.

Pero la “ideología de género” (o feminismo de género, o feminismo radical) no es sólo una forma de referirse al feminismo. Se está aludiendo a un minucioso trabajo de desconfiguración del mensaje feminista. Tiene detrás todo un entramado teórico, que se gesta en la doctrina vaticana, pero que no es exclusiva de ésta y sus acólitos, se presenta en más escenarios. Vayamos por partes.

El origen podemos situarlo en Pekín en 1995. Ahí tuvo lugar la cuarta de una serie de Conferencias Mundiales sobre la Mujer organizadas por las Naciones Unidas. En esta IV Conferencia la conclusión más importante, y que supone un paso fundamental para el avance de la igualdad entre mujeres y hombres, es la consideración de que los problemas que repercuten a las mujeres no pueden tratarse de forma aislada (con políticas específicas sobre la población femenina) sino que se trata de un problema estructural, de cómo están organizadas las sociedades, y que todo ello está interrelacionado.

La herramienta para llevar a cabo este análisis es el concepto de género, cuyo uso podemos decir se institucionaliza a partir de esta Conferencia, y que se define como “la forma en que todas las sociedades del mundo determinan las funciones, actitudes, valores y relaciones que conciernen al hombre y a la mujer. Mientras el sexo hace referencia a los aspectos biológicos que se derivan de las diferencias sexuales, el género es una definición de las mujeres y los hombres construido culturalmente y con claras repercusiones políticas”.

Pero la aceptación de esta forma de analizar la realidad y del propio concepto de género tuvo serias resistencias, por parte de los países islámicos y del Vaticano. Para la Iglesia católica, este concepto no sólo es erróneo, sino que es peligroso por sus alcances deconstructivistas, además de suponer un ataque directo a conceptos que como veremos vehiculan todo el discurso vaticano: familia, maternidad, matrimonio…

Fruto de esa oposición y el trabajo desarrollado por la Santa Sede para presentar en la cumbre a este respecto, surge un movimiento contestatario, activo y explícito, hacia los postulados feministas, que esos sectores denominan “de género”, por parte tanto de la doctrina Vaticana como de medios de comunicación propios y afines.

El Papa Juan Pablo II expone la postura oficial del Vaticano en la Conferencia a través de la Carta a las Mujeres. En esta Carta, se expresa además de la mencionada postura en la cumbre mundial, la pretendida contribución de la Iglesia a la “defensa de la dignidad, papel y derechos de las mujeres” (§1) , … a “devolver a las mujeres el pleno respeto de su dignidad y su papel” para “… que la mujer sea reconocida, respetada y valorada en su peculiar dignidad” (§6).

La perspectiva de género cuestiona esa “peculiar dignidad” de las mujeres, esto es las férreas bases teóricas del esencialismo femenino ligado a la maternidad (sea ejercida o no), de la que deriva un “genio femenino” que predispone a las mujeres a realizar (y realizarse en) determinadas tareas vinculadas a los cuidados “del otro”, en el más amplio sentido del término. “No obstante el hecho de que cierto discurso feminista reivindique las exigencias “para sí misma”, la mujer conserva la profunda intuición de que lo mejor de su vida está hecho de actividades orientadas al despertar del otro, a su crecimiento y a su protección” (§13).

Sin embargo, la preocupación no gira sólo en torno al estatus ontológico de las mujeres, sino a las consecuencias que estos planteamientos tienen para el orden social. En la Carta a los Obispos, documento doctrinal, podemos leer: “Esta antropología, que pretendía favorecer perspectivas igualitarias para la mujer, liberándola de todo determinismo biológico, ha inspirado de hecho ideologías que promueven, por ejemplo, el cuestionamiento de la familia a causa de su índole natural bi-parental, esto es, compuesta de padre y madre, la equiparación de la homosexualidad a la heterosexualidad y un modelo nuevo de sexualidad polimorfa” (§2). Ya que “toda perspectiva que pretenda proponerse como lucha de sexos sólo puede ser una ilusión y un peligro, destinados a acabar en situaciones de segregación y competición entre hombres y mujeres” (§14).

El Papa Benedicto XVI, en su época cardenalicia sentenció: “La ideología de género es la última rebelión de la creatura contra su condición de creatura”. El Consejo Pontificio para la Familia advierte de que “El desafío más peligroso (para la Familia) viene de la ideología de género, nacida en los ambientes feministas y homosexuales anglosajones y ya difusa ampliamente en el mundo. Según dicha teoría, el sexo biológico no tiene ninguna importancia; no tiene más significado que el color de cabello. Lo que cuenta es el género, o sea la orientación sexual que cada uno elige libremente y construye según los propios impulsos, tendencias, deseos y preferencias. Se ha hecho célebre el dicho de Simone de Beauvoir: “On ne naît pas femme; on le devient” (no se nace mujer se hace)”.
Así que es obvio que se sientan interpelados, y así lo expresan, porque existen diferencias radicales (de raíz) de determinados planteamientos. Pero la cuestión no está en que se opongan a los postulados feministas, sino en la forma en que lo hacen a través de lo que denominan “ideología de género”. Acudiendo a las fuentes deforman demagógicamente conceptos y planteamientos. Para simplificar, diremos que partiendo de una premisa verdadera, el concepto de género como construcción social del sexo, derivan las aspiraciones feministas de igualdad entre mujeres y hombres a la aniquilación de cualquier tipo de diferencia, confundiendo el concepto de igualdad con el de identidad, la reivindicación de una maternidad libremente elegida con la de la aniquilación de la maternidad, el género con la orientación sexual, etc.

Paralelamente al desarrollo de la doctrina vaticana, decíamos que también se desarrollaba un movimiento de apoyo a esta postura. Cabe destacar a Dale O´Leary, una de las autoras más reconocidas en este ámbito a nivel internacional y que expresó su oposición a esta cumbre en Gender Agenda: Redefining Equality. Y a quien podemos encontrar no sólo en las publicaciones afines, sino en los propios documentos eclesiásticos.

Mencionábamos también el Congreso internacional sobre ideología de género de la Universidad de Navarra, donde a través de un completo programa se debatió, en el marco de una más amplia investigación, “la aplicación legislativa de la ideología de género” en España, y algunas de cuyas conclusiones recoge este artículo de Alfa y Omega “España, campo de pruebas".

A nivel divulgativo, las y los expertos en “ideología de género” dicen cosas como que detrás de la reivindicación del aborto hay una política de control de población que pretende acabar con la reproducción humana sexual, sin entrar en las repetidas acusaciones de la ONU de ser patrocinadora de una acción genocida por fomentar el aborto. Hablan de que se pretende la legalización de la “esterilización” como método anticonceptivo masivo o el aborto sin condiciones[El feminismo de género. “Alguien tenía que decirlo]. Aluden constantemente a la pretensión de destruir la maternidad y la familia, y a la consideración de la maternidad, por parte de las feministas, como un “mal a evitar”. Investigan sobre terapias para «curar» la homosexualidad (de hecho Dale O’Leary, investigadora de la Asociación Médica Católica de Estados Unidos, representó también en la mencionada Cumbre de la ONU a la Asociación Nacional para la investigación y la terapia de la homosexualidad).

Las menciones pueden ser infinitas. Sólo en catholic.net podemos encontrar 469 artículo(s) relacionados, ni qué decir tiene la cantidad de documentos que podemos ver en cualquier buscador o las muchas páginas que existen al respecto, (por ejemplo ésta). Y cada punto merecería un análisis particular, pero la idea es presentar una panorámica general. Una aproximación a un tema, cuya magnitud nos la da la dimensión de su respuesta.

Si no se trata sólo de una cuestión de nomenclatura con pretensiones despectivas, merece la pena plantearse qué tipo de visión sobre la sociedad comparten quienes abogan por la “ideología de género”. Más aún cuando el partido que está en el gobierno participa de esta visión de forma más o menos docta. El mismo partido que se opuso a la Ley de igualdad, a la de violencia de género o al matrimonio homosexual, y que pone en serio riesgo avances conseguidos en materia legal como la ley de plazos (Ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo), que sintoniza legislativamente a España con la mayoría de países de la Unión Europea.

Hemos presentado dos escenarios donde se fomenta la “ideología de género”, uno lo situaríamos en la propia doctrina vaticana, y otro en su entorno mediático propio y afín.
Nos queda otro por analizar, que podríamos definir de corte “progresista”, moderno, al margen de la fundamentación vaticana explícita. Discursos pretendidamente igualitarios, pero que también utilizan la “ideología de género”, poniendo el acento en el revanchismo, y en la idea de que la igualdad que se pretende actualmente es “contra los hombres”. Mencionábamos los desarrollados por UPyD o plataformas por la igualdad que insisten en las masivas denuncias falsas de violencia de género (según el Ministerio Fiscal, insistimos, suponen el 0,0104%), en la derogación de leyes sexistas basadas en la “ideología de género”, como la Ley de violencia de género; o en la custodia compartida impuesta, por ejemplo Projusticia.

La desconfiguración del feminismo y su mensaje a través de lo que se ha denominado la “ideología de género” comienza a gestarse en el Vaticano y su entorno a partir de la cumbre de Naciones Unidas en Pekín en 1995, como comentábamos en el post anterior. Pero hablábamos de que no era exclusiva de este escenario. Esbozábamos otro que no se fundamenta explícitamente en su doctrina. Discursos pretendidamente igualitarios, que utilizan la referencia a la “ideología de género”, ponen el acento en el supuesto revanchismo de las mujeres y en la idea de que la igualdad que se pretende actúa en realidad “contra los hombres”.

Es importante tener en cuenta estos planteamientos ya que algunos de ellos son compartidos en España por partidos como el PP y UPyD. En la fotografía podemos ver a Rosa Díez y Toni Cantó (UPyD), y a Dolors Montserrat (PP) con miembros de la Coordinadora de Entidades por la Igualdad -impulsada por la Plataforma del exjuez Serrano- y con otros colectivos que apuestan por la custodia compartida.

Estos partidos cuentan con versiones moderadas en algunos aspectos, por lo que conviene entrar en los detalles. Así por ejemplo, UPyD en su programa electoral lleva la custodia compartida, pero como opción preferente en los casos de divorcio, no impuesta, y no aluden al Síndrome de Alienación Parental (SAP), del que hablaremos a continuación. Y cuentan además con el halo de modernidad que supone defender medidas de conciliación, la escuela de 0 a 3, o el fomento de la paternidad responsable e implicada con la crianza. Sin embargo, a pesar de que coinciden en estos últimos puntos con las reivindicaciones feministas, parten de planteamientos de base que entran dentro de la consideración de la “ideología de género” como el revanchismo a la que aludíamos antes. Incluso podemos escuchar a algunos cargos públicos de estos partidos hablar de denuncias falsas, o acudir al congreso anual sobre el SAP en Valencia, que cuenta con el “inestimable apoyo” del gobierno autonómico, y que según leemos en su web, ha sido declarado “de interés sanitario” por la Generalitat. Es preciso recordar que a este Congreso sigue acudiendo como experto el psicólogo Julio Bronchal, condenado por malos tratos.

El ejemplo de quienes abogan por la existencia de la “ideología de género” lo encontramos en asociaciones como Projusticia, o la Plataforma por la igualdad. Esta última está presidida por el exjuez Serrano, inhabilitado diez años por prevaricación dolosa, y que acaba de publicar La dictadura de género. Una amenaza contra la justicia y la igualdad. Estas asociaciones basan sus reivindicaciones en las consignas “Custodia Compartida por defecto, sí. – Denuncias falsas, no. – Síndrome de Alienación Parental, no” y piden la “derogación de las leyes sexistas basadas en la ideología de género”. En las páginas web de estas plataformas pueden encontrarse referencias desde el “feminazismo” al negocio de las casas de acogida y del maltrato, o al lobby feminista cuyo poder alcanza a dominar la ONU y en España, incluso el poder judicial; delirios que alcanzan el punto de relacionar al feminismo con ETA.

Cualquier cosa es cuestionable, pero no cualquier argumento es aceptable.

La gravedad no reside, por supuesto, en cuestionar si la ley de divorcio es mejorable, o si la custodia compartida es la mejor opción en caso de divorcio. Lo peligroso son los argumentos que utilizan para ello.

Entiendo que en el imaginario colectivo la custodia compartida se vea como algo deseable, y seguramente lo sea. “El problema, -como dice Miguel Lorente- no está en el concepto, sino en cómo se aplica y cómo se materializa en la práctica, y en ver si esa decisión supone un beneficio para los menores o una ventaja para alguno de los progenitores”. En todo caso, no creo que deba ser impuesta o por defecto, y que sólo debería darse en caso de acuerdo entre los cónyuges. De hecho, el porcentaje de divorcios que presentan un conflicto por la custodia está muy lejos de poder ser planteado como una generalidad, la mayoría se resuelven amistosamente. Tampoco creo que todas las personas que pretenden la custodia compartida en caso de divorcios contenciosos lo haga pensando en términos monetarios, en la cuantía de la pensión o en la vivienda habitual, o por pretensión de hacer daño a su expareja. Por lo que habría que analizar cada caso particular, ver quién se ha responsabilizado de los cuidados del menor antes del divorcio, si existe acuerdo entre los progenitores o no y por qué, etc. Pero este, claro, es otro debate.

Lo peligroso de este tipo de asociaciones y simpatizantes es qué tipo de argumentos utilizan. Expondré algunos planteamientos, unos más explícitos, y otros subyacentes en los argumentos de quienes hablan de “ideología de género”:

- i) Las denuncias falsas. Afirman que “las denuncias falsas en procesos de separación son actualmente un mal endémico” o una “lacra”. Falsedad que se reproduce en los medios de comunicación sin ningún pudor. Sobre las denuncias falsas no cabe debate. La Fiscalía General del Estado, en la memoria 2011, expone “Durante 2010, las posibles acusaciones y denuncias falsas comprendieron … el 0,0104 por 100” (p. 762).

El 0,01%. ¿Cómo es posible que se siga dando pábulo al “problema” de las denuncias falsas?

Es muy preocupante que los medios de comunicación en general, o que periodistas de talla e influencia, como por ejemplo Carlos Herrera, sean cómplices, incluso portavoces, de esta ignominia.

Cuando existe una llamada de atención del Ministerio Fiscal advirtiendo de esta falsedad explícitamente, y de que se está utilizando en diversos medios y foros, sin que sea cierta, no es aceptable ni honesto plantearlo como una cuestión de opiniones.

- ii) El Síndrome de Alienación Parental (SAP). Este el segundo de los argumentos omnipresentes en sus reivindicaciones.

El supuesto SAP no está reconocido ni avalado por la comunidad científica. Ni la por Organización Mundial de la Salud (OMS), ni por la Asociación Americana de Psicología. En España, existe un pronunciamiento de la Asociación española de neuropsiquiatría en contra del uso clínico y legal del SAP. Consistiría, simplificando, en la manipulación de los hijos e hijas de uno de los progenitores para ponerlos en contra del otro, y aunque lo planteen en términos neutros, casualmente, el papel de progenitor alienador siempre corresponde a las madres (de hecho su antecedente parece ser que es el “síndrome de la madre maliciosa”).

A pesar de esto, llega a utilizarse en sentencias judiciales. Ante este hecho, el Consejo General de Poder Judicial, en su Informe sobre los problemas técnicos en la aplicación de la ley de violencia de género, de enero de 2011, advierte: “Se constata la presencia, en el ámbito de la Administración de Justicia de lo que se ha dado en llamar SAP … que ha irrumpido pese a carecer de bases científicas que lo avalen. … Pese que aparenta no tener sesgo de género, el constructo corresponde a una de tantas acciones que surgen en la sociedad para frenar el avance en la efectividad de los derechos de las mujeres”. Y concluyen, resaltando el texto en negrita: “Se recomienda por ello que las personas o instituciones responsables de la formación de los diferentes colectivos profesionales que intervienen en el tratamiento de la violencia de género estén alertas ante la presencia de esta construcción, eliminen los contenidos formativos que aparezcan cargados de prejuicios y garanticen una preparación de los profesionales con sólidas bases científicas”.

- iii) Negación de la existencia de violencia “de género”. Se aboga por un “No a la violencia en todas sus manifestaciones”.

Violencia de género es violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres, por eso un hombre no sufre violencia de género. Es necesario reiterar que existe una legislación específica porque es un problema específico: a fecha de hoy han sido asesinadas 52 mujeres en España durante 2012 a manos de sus parejas o exparejas. Tener en cuenta el contexto no es victimizar a las mujeres ni discriminar a los varones.

La pretensión de estas asociaciones y plataformas, que encuentran ya acogida en partidos como el PP y UPyD, es igualar el grave problema de la violencia contra las mujeres con el de varones asesinados por sus parejas, u otros miembros de la unidad familiar, sin tener en consideración la variable género en el análisis. Como ya hemos mencionado en otras ocasiones, los estudios sobre la violencia ejercida contra las mujeres han demostrado una peculiaridad de este tipo de violencia, tal y como se entiende que es particular la violencia que ejerce, por ejemplo, un grupo terrorista. El tratamiento legal es distinto, siendo todo tipo de violencia igual de condenable.

La cuestión de la violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres es tan ideológica como lo son los Derechos Humanos. Las Naciones Unidas tienen todos los argumentos al respecto.

Por otro lado, aludir a la inoperancia de la ley porque siguen existiendo casos de violencia es tan consistente como pedir que se deroguen las leyes que penan los robos, el fraude fiscal o los accidentes de tráfico porque éstos siguen existiendo.

- iv) La idea de que la igualdad es de sentido común, o que la sociedad avanza sola en estas cuestiones sin necesidad de intervención.

Por ejemplo, Toni Cantó, en una aplaudida y reproducida intervención, que aparece casi sin excepción en las páginas web de estas plataformas, dice que habría que diferenciar “qué se le debe a las leyes [de igualdad] del gobierno o qué se le debe simplemente a la sociedad española, a su impulso, a todo lo que ha evolucionado gracias a la educación”.

Como dice Amelia Varcálcel, “no conozco casi nada que sea de sentido común. Cada cosa que se dice que es de sentido común ha sido producto de esfuerzos y luchas de alguna gente por ella”. El feminismo del derecho al voto y demás derechos políticos y civiles, el que ha dado como resultado la igualdad legal en las sociedades occidentales, curiosamente ahora sí se presenta por los partidarios de la “ideología de género” como el feminismo real, en oposición al actual que denominan “de género”. Como si el feminismo hubiera contado en algún momento con el apoyo de los poderes establecidos. Cada conquista, alguna de ellas en constante cuestionamiento, es el resultado de la lucha activa de los movimientos feministas. Que las mujeres podamos trabajar, casarnos con quien queramos y si queremos, ir a la universidad, o que se incluyera el sexo como categoría explícita de no discriminación en la Declaración de los Derechos Humanos, es el resultado de estas luchas, no concesiones bondadosas ni otorgamiento divinos.

- v) Esta idea de que la igualdad viene sola y no es necesaria intervención alguna, una vez que ya hemos conseguido la igualdad legal, nos lleva directamente a plantear las reivindicaciones actuales, en su mayor parte, como revanchistas y “contra las hombres”. A interpretar, a pesar de la desigualdad estructural de las mujeres que nos ofrecen los datos, algunas posturas feministas como un intento de victimizar a las mujeres. O a rechazar de plano, en nombre del avance de las mujeres, por ejemplo, las cuotas como una opción legítima u otras medidas de acción positiva.

Medidas, también las de acción positiva, que están impulsadas por la misma Unión Europea con la que UPyD dice estar de acuerdo en sus estrategias. Por lo que no podrían mantener, menos aún pidiendo “rigor”, como dice Toni Cantó en la mencionada intervención, que la igualdad que se construye es “contra los hombres”. El reconocimiento de una desigualdad real a pesar de la igualdad legal, forma parte del razonamiento que lleva, en este caso a la UE, a instar a los gobiernos a eliminar las barreras que siguen existiendo y que suponen un freno a la igualdad efectiva de las mujeres. Y que por su puesto, inspira la ley de violencia de género, o la de igualdad. Pretender convertir esto en una discriminación o tildarlo de revanchista, supone obviar toda la legislación y jurisprudencia que avala esta postura. Los argumentos jurídicos para negar la discriminación de los varones en el caso de la ley de violencia de género se recogen en la Sentencia del Tribunal Constitucional 59/2008, de 14 de mayo de 2008, en la que se declara la constitucionalidad de la misma.

- vi) Por último, estos planteamientos también llevan a la equiparación del feminismo con el machismo. Como podemos leer, por ejemplo, en el manifiesto de la Plataforma por la igualdad: “Ese feminismo que no cree en la igualdad, que se ha tornado en radical y defiende posiciones tan totalitarias y sectarias que ha conseguido ponerse al nivel del machismo más rancio y posesivo. No hay diferencias entre ellos”. Situándose a la vez, este tipo de plataformas, como garantes de la igualdad “real”.

Hay que tener muy en cuenta además el juego del lenguaje. Cómo se apropian de conceptos como “igualdad real” o “violencia estructural”, contribuyendo a confundir todavía más a la sociedad. Es fundamental desmontar este tipo de planteamientos de fácil calado, que suponen una barrera para el conocimiento de la realidad, y por tanto, para la concienciación de la ciudadanía. Por ello es tan importante el papel de los medios de comunicación; el papel de las personas que desempeñan un cargo público, quienes tienen la responsabilidad de hablar con propiedad y conocer, más allá “del sentido común”, los temas sobre los que pretenden crear opinión o legislar, y quiénes les asesoran.

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